Viernes 2 de enero de 2015
Si algo tiene España como asignatura pendiente, como gran asignatura pendiente política, es la terrible situación en la que dejó a una de sus “provincias”, el Sáhara. Hará en octubre cuarenta años con la famosa Marcha Verde y cuando Franco agonizaba. Y allí se fue Juan Carlos en 1975 a decirles que no les abandonaría y allí fue Felipe González a hacer un mitin y exclamar campanudo que en España nunca habría democracia si el Sáhara no fuera independiente.
Pero han pasado esos cuarenta años y nos recuerdan que llega España al Consejo de Seguridad a ocuparse de presidir los Comités de sanciones a Irán y a Corea del Norte. No me digan que no es de película de Berlanga.
Los españoles darán buenas palabras a los saharauis, pero ni una sola buena acción hacia ellos y eso que en el Consejo de Seguridad puede hacer muchas más cosas que votando desde los mullidos asientos en Nueva York porque España es formal y oficialmente miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Durante los próximos dos años, ocupará uno de los asientos del máximo órgano decisorio para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales de la ONU. De esta forma, se pone fin a 10 años de ausencia española en este organismo y, sobre todo, concluye un largo camino y una dura campaña que concluyó el pasado 16 de octubre con una tensa votación en la que España se alzó con un puesto que no ocupaba desde el bienio 2003-2004. Una campaña ésta que incluyó numerosos viajes y reuniones de alto nivel de miembros del Gobierno para lograr el respaldo de los países miembros. Un puesto que costó muchísimo.
Así, en un momento marcado por relaciones diplomáticas tensas entre países, conflictos armados y nuevos retos, el representante de España dice que trabajará codo con codo con otros cinco miembros permanentes [Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia) y otros nueve no permanentes (Angola, Malasia, Venezuela, Nueva Zelanda, Chad, Chile, Jordania, Lituania y Nigeria), los cuales tienen voto pero no capacidad de veto.
Para el Gobierno de Rajoy, la elección de España como miembro no permanente «reafirma la confianza de la comunidad internacional en nuestro país, a la vez que supone un aval y un reconocimiento a la política exterior española, comprometida con la acción multilateral y con los valores y principios de la Carta de Naciones Unidas», tal y como aseguró el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado. Bla, bla, bla.
Y España tiene numerosas prioridades en el Consejo de Seguridad, como por ejemplo contribuir de forma eficaz al mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales; el desarme y la no proliferación de armas de destrucción masivas o la lucha contra el terrorismo. Además, considera también clave la diplomacia preventiva y la cooperación al desarrollo como elementos prioritarios a la hora de alcanzar esa paz. Sin olvidarse, en un mundo que cambia a pasos agigantados, de las nuevas amenazas y desafíos como la ciberseguridad o el crimen transnacional organizado, pero sobre todo el Sáhara.
Hará algo. Me da que absolutamente nada.