Jueves 24 d diciembre de 2015
El cambio en estas Navidades ha sido de traca. Se ve con las postales de Navidad. De recibir trescientas y tenerlas que contestar este año he recibido trece. El ordenador, más impersonal, lo resuelve todo. Y es una pena pues Unicef y otras entidades humanitarias hacían unas tarjetas preciosas que financiaban causas distintas .Bueno pues ese renglón ha desaparecido.
Y he visto hoy algo parecido cuando he ido a la exposición de Belenes en el Claustro de la Catedral de Santiago, que solo por esto vale la pena visitarlo.
En la puerta una demanda de ayuda. No reciben ayuda institucional y tienen el riesgo del año que viene no poder montar los diaporamas y los belenes.
Y lógicamente vi la exposición y a los abuelos y nietos, a los padres con sus críos explicándoles lo que veían. Algo muy bonito.
Y me apenó escuchar el miércoles en el programa de Claudio un espacio dedicado a la Navidad, para mi infame por no haber estado equilibrado. Entiendo que haya gente que no le guste la Navidad, peor para ellos, que sean ateas y no crean en nada, pero son incapaces de reconocer una historia bonita y que además pide Paz para la Gente de Buena Voluntad.
¿Qué ofrecía aquel ateo de Gasteiz a cambio de la Navidad?. Nada. Vacío total. O la lengua fuera de un cantante de rock, o una noche de licor y drogas, ¿o qué?.
Aunque sea por tradición la Navidad debe seguir como fiesta de la Familia, como recuerdo de nuestros mayores, como fiesta de gentes que se ven una vez al año, y que si no creen en la Navidad como tal, que no echen barro hacia algo tan precioso.
Y esta noche de Gabon, lo de siempre:
PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD