BUENA DECISIÓN LA DE ERC

Sábado 16 de enero de 2016

Oriol YunquerasEs público y notorio que el rey no pinta absolutamente nada  en la política  española y que su papel constitucional de «arbitrar y moderar»   no lo ha hecho nunca. Ni lo hará. No se lo dejan hacer y él no se arriesga. Entre el cargo y el exilio, el cargo por encima de todo. Saludar, presidir, leer malamente discursos no escritos por él, sonreir forzadamete, ponerse el uniforme, revisar tropas, aguantar pelmazos. Ese es su trabajo y sin  embargo y a pesar de esto, los usos y costumbres han marcado un estilo y una cortesía que si se rompe, es muy difícil recomponer. Y este buen señor lo ha hecho muy maleducadamente rompiendo esa imagen de esfinge moderada que tiene.

Le recuerdo a Jon Idígoras poniéndose la corbata en el estacionamiento de la Zarzuela antes de hablar con el Sr. Borbón  como  a Pilar Rahola y  le recuerdo asimismo  a  un  Errekondo hacer el paripé de ir a visitarle a La Zarzuela en la ronda de consultas que el rey suele hacer después de las elecciones. También suele recibir a los presidentes  de los parlamentos autonómicos y a los presidentes de las Comunidades Autónomas. Ese es su  trabajo  muy bien pagado  por cierto  y rodeado de lujo y reverencias y aunque las conversaciones suelen ser un diálogo de besugos, se cumple el rito. El rey se siente contento porque le van a visitar y aquí paz y luego gloria.

Eso es lo habitual o lo era con Juan Carlos, pero el hijo ha roto la tradición. Bien es verdad que la presidenta del Parlamento catalán gritó un viva a la Republica y que Artur Mas ha propiciado la llegada de la independencia para su país. Pero eso  es parte de su ideario y de su práctica política que un rey, un jefe del estado ha de respetar aunque no le guste sobre todo cuando se le ha llenado la boca diciendo que es el rey de todos los españoles. La misma llenazón de boca cuando Juan Carlos dijo aquello que la Justicia es igual para todos. Pura falsa  y hueca palabrería.

En esta ocasión y para mi sorpresa por su estúpida torpeza le dijo a la presidenta del Parlamento catalán que le mandara la nominación por fax y a Artur Mas le negó el agradecimiento a los servicios prestados, algo que ha hecho con asesinos y corruptos de toda laya.

Ojalá Convergencia, el PSC, hagan lo mismo  que  Esquerra que se niega a ir a Palacio en la ronda mientras este señor que pagamos todos no aprenda educación y reciba a la Sra. Forcadell y rectifique y agradezca a  Mas los servicios prestados. ¡Para una cosa que tiene que hacer y  va y no  la  hace!. Que luego no se queje de la desafección  creciente hacia una institución obsoleta y ahora maleducada. ¡Que poco finos y hasta vulgares son estos nobles de sangre azul.

Frente a ésto podíamos verle a Felipe VI  al día siguiente recibir a  un encantado Patxi López como presidente del Congreso como si fueran dos tahúres del Misisipi. Abrazos, apretujones, sonrisas de satisfacción de oreja a oreja. ¡Que maravillosos son esos socialistas que si bien son republicanos de los de la boca pequeña, son más monárquicos   en la realidad que Don Leandro de Borbón!. Y luego preguntan qué es lo que les está pasando.

Es  lo que hay. Gente  que no hace su trabajo pero gente también que se queja hacia quienes no queremos a este señor de Okupa porque allí lo puso su padre a quien había puesto allí Franco.

Y lo malo es que en el Madrid político el PSE, el PP y tantos tertulianos a la violeta algo le podían haber dicho al Sr. Borbón para que  rectificara. Pero no. Lo malo es que  lo han visto  como una buena noticia. Se  ha quitado la careta y ojalá dentro de poco todos nos quitaremos las caretas y este señor vaya a vivir de su trabajo, no del cuento, ni de arbitrar y moderar cuando nunca lo ha hecho ni lo hará. Al que hay moderarle es a él.

LO QUE ME DIJO DE JUAN CARLOS, RAUL DEL POZO

Viernes 15 de enero de 2016         

rAÚL DEL pOZOLa Brunete Medáitica tiene buenos artilleros en la Villa y Corte. Son los que resumen  todo el nacionalismo a los llamados  «partidos y grupos periféricos» haciéndolo además de forma muy peyorativa .Ellos no lo son. Su nacionalismo es un nacionalismo satisfecho, patriótico, que se resume en la España Una, Grande y Libre de Franco, aquella que anteponía derechos humanos y libertades a la sacrosanta Unidad de la Patria la  que consagra su actual Constitución. Como relata Miguel Herrero les vino redactada por los militares  el artículo segundo de su venerado texto  aquel de  la España Una e Indivisible, Patria Común de todos  los Españoles. Ellos pues, pueden ser patriotas. Los demás no podemos ser nacionalistas. Quieren que queramos lo que ellos quieren y además a su manera sin hacer el menor acercamiento  en búsqueda de un mínimo  entendimiento .Quien ose objetar  semejante  trágala recibimos una patada en el hígado en forma de columna impresa en el Mundo disparando desde el cañón Berta de un periódico de tirada «Nacional». Los demás  tenemos que contentarnos escribiendo y disparando    con cerbatanas o con tiragomas.

La desproporción pues es evidente. Yo soy el perro chiquito de esta guerra. Raúl del Pozo es el bulldog, el pit bull, de esta peleíta que inició él insultando al pueblo catalán representado en su parlamento. Ni la menor crítica a un rey que ni recibe a la presidenta del Parlamento ni agradece a Mas los servicios prestados cuando ha utilizado esta fórmula para agradecer servicios prestados a delincuentes y gentuza de todo pelo. Ante eso yo  simplemente le contesté y le dije que era un impresentable de la caverna, a pesar de sus ínfulas de falso intelectual. Herido en su dignidad, aunque dice que es tan solo un rasguño, en El Mundo del viernes, en contraportada, en sitio visible, y con pólvora enriquecida con tornillos  me dedicó su columna diaria bajo el título «Yo soy Marine», pero no la Marine símbolo de la República francesa sino La Marine Le Pen, presidenta racista de la peor Francia, no la de sus libertades.

Comienza por trocear y manipular lo que yo le digo y omite la magnitud  de  su agravio. Parecería que yo le agredo gratuitamente sin mediar por parte de él ni el lanzamiento del  pétalo de  una  rosa, cuando acababa de descargar un camión de basura contra los nacionalistas. Y, claro está, yo le respondía.

Me cargan estos patriotas a la veleta con patente de corso para insultar.

En su contestación reconoce que le gusta que le empareje con el Rey  y con Ramiro de Maeztu, omite a Blas Piñar, con quien yo también le comparaba. Y le recuerdo ahora una noche cenado en casa del matrimonio Segrelles y contándome las tres veces en las que el rey Juan Carlos trató de intimidarle a cuenta de  algo que  había escrito y de como en las tres veces estuvo a punto de mandarle a la mierda pero no  lo hizo. Ahora está feliz porque le compare con un personaje «mujeriego y corrupto» que es lo que digo y mantengo de Juan Carlos I. ¿Alguien lo duda?. Que lo diga.

Y como no podía ser menos me saca a pasear el cadáver de Sabino Arana, fallecido en 1903 y que no dejó un partido racista  y antiliberal como Raúl del Pozo alegremente  escribe  y la prueba es que el PNV, 120 años después, sigue vivo y no  es un partido ni xenófobo ni racista. Sino un partido centrado, con valores y gobernando en Euzkadi.  Si lo hubiera sido hace una centuria que habría desaparecido, desconociendo que  Arana utilizaba  el mismo lenguaje que utilizaba Cánovas del Castillo y Sagasta para defenderse ante los Raúl del Pozo Séptico de la época. Se ve que Raúl del Pozo  tiene pocas lecturas relacionadas con el nacionalismo vasco y solo se guía por lo que siguen escribiendo  los  detractores antisabinianos. Solo se ve con esta alusión la superficialidad del nacionalismo español incapaz de analizar nada con un  equilibrado conocimiento de causa. Acostumbrado a que le rían las gracias no admite réplica alguna. Y cuando alguien lo hace se conjuntan, como en este caso él, Libertad Digital, y Periodista Digital. ¡Vaya Tropa!.

Dice más. «Bravo debe ser  el gozque (perrito labrador) cuando  ladra al elefante » como dice la fábula. Y además alude al elefante blanco  que todos recordamos fue el golpista del 23 F, el general Armada. Prefiero  ser un gozque que un perrito faldero o un perro de lanas moviendo la colita, como lo es él, para agradar a sus amos  como hace él ante ese nacionalismo aguardentoso de trinchera y botijo.

Y termina su sarta de descalificaciones haciendo de profeta tipo Rappel al anunciarnos que la situación va a pudrirse.

No lo dudo con gentes como él, tratando de poner el caldo morado y pareciéndole muy bien el irrespeto a Catalunya del actual monarca que acaba de enseñar la patita de lo que en verdad es y de lo que en verdad representa. Esto no lo hacía ni su padre.

Raúl del Pozo es un excelente juntador de palabras al servicio de la causa patriótica española, pero carece de cultura política y de lecturas no sectarias sobre el nacionalismo vasco y catalán. Ha leído mucho a Jaime Campmany, Alfonso Ussia, Jon Juaristi, Antonio Burgos y Federico Jiménez Lossantos, para tener la serenidad y la inteligencia suficiente para distinguir entre el bien del mal, entre el cielo y el infierno, entre la manipulación y la siembra de odio y entre lo correcto y lo incorrecto. A Del Pozo le falta sindéresis y le sobra mala leche  y tiene la suficiente para que podamos decir que es un tipo muy peligroso para la convivencia. Que con su pan se lo coma y que siga moviendo la colita ante sus amos.

AQUELLA BODA EN EL KURSAAL ENTRE JAIME Y NICOLÁS

Jueves 14 de enero de 2016

Ni Javier Maroto ni Borja Sémper fueron elegidos el pasado 20 de noviembre y, los dos, supuran por la herida. La política española se ha perdido la presencia imprescindible de quienes se creían imprecindibles, pero eso no obsta para que el ex alcalde de Gasteiz presione al PSOE con una gran coalición PP-PSOE por el bien de España. Al partido socialista le pidió en Radio Nacional “altura de miras” y recordó que ellos la tuvieron cuando apoyaron a Patxi López para que éste fuera Lehendakari.

Había que hacer todo lo posible, según Maroto, para que “mi querida Euskadi no se malograra en manos de Ibarretxe”. Olvidó contar que Patxi López había dicho en campaña que jamás pactaría con el PP, sin embargo este lo hizo. El fin patriótico justificaba que el aceite y el agua se juntaran. Y lo hicieron, a pesar de que Basagoiti dijo que López era como Homer Simpson.

Volviendo a hoy es más que evidente que la política española y la catalana está revueltas y que en Euzkadi habrá en octubre elecciones. Por todo esto los animadores de la política espectáculo ya comienzan a especular con un gran pacto de “izquierdas” en nuestro país para que Urkullu no sea Lehendakari. Están en su derecho. Meten para ello en un gran saco el tutifruti de una gran coalición  con Sortu, Podemos lo que queda de IU, y si tiene que venir Ada Colaun en Silla Gestatoria, la traen.

Dicen que si Podemos ha ganado las últimas elecciones legislativas españolas ¿Por qué no se puede volver a repetir la operación con Garbiñe Biurrun u otro candidato o candidata de cabecera en las elecciones vascas? .Este tipo de política, según ellos, requiere poca cosa: un programa común de izquierdas fulgurante, respeto al derecho a decidir y al Concierto Económico y la venta de un Cambio absolutamente necesario, según este intento. Y me da que más de uno está en ello .Me consta.

Todo esto me ha recordado lo que pasó aquí en el 2001.O lo que pudo pasar pero un sexto sentido del vasco de la calle lo impidió. Fue así.

En su periodo de gobierno, Aznar tuvo su Ben Laden político que destruir. Y no solo fue ETA. Lo escribió en su libro de Memorias que no tiene desperdicio y que da pistas sobre lo que ocurrió. El fin justificaba cualquier tipo de medio para acabar con el gobierno de Ibarretxe. Había precedentes. En 1978 el PSE pactó con UCD con objeto de impedir que Juan de Ajuriaguerra, del PNV, presidiera el Consejo General Vasco y votaron a Ramón Rubial. Lo de Patxi López con Basagoiti tenía pues antecedentes, pero nunca una ceremonia tan fastuosa como la oficiada en el Kursaal de San Sebastián el 28 de abril de 2001. Gobernaba en Madrid, con mayoría absoluta, José María Aznar López. En Euzkadi, Juan José Ibarretxe. En el campo de operaciones Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo. La Brunete Mediática estaba a tope y metía además horas extras. Todos los comentaristas de la Villa y Corte se trajeron el champán de Madrid. La cosa estaba hecha.

El principal animador de aquel acto fue Fernando Fernández-Savater. Presentaban las intervenciones Maite Pagazaurtundúa y José María Calleja. Se hizo el silencio y los focos se dirigieron hacia el centro del escenario. Allí aparecieron Fernández-Savater, Nicolás Redondo y Jaime Mayor Oreja. Era una boda laica. Juntaron sus manos y el público enfervorizado se puso a gritar: «¡España! ¡España! ¡España!».

Un mes después, los que se tildaban de perfectos constitucionalistas (PP más PSOE) perdieron las elecciones en Euzkadi frente a todo pronóstico. Aquella foto había resucitado a los muertos. Un sudor frío había corrido por las espaldas de la gente normal en Euzkadi. No querían a ETA, ni a su brazo político, pero tampoco aquel españolismo de garrafa. El 13 de mayo de 2001 perdían las elecciones. Mayor Oreja acabó en Bruselas tutelando a María San Gil. Nicolás Redondo en el Consejo de las Koplowitz. Salió ganando. Tiene ahora una fundación que da marchamos de democracia. Fernando Fernández Savater apoyando a Rosa Diez y así le ha ido. Maite Pagazaurtundua de eurodiputada con fecha de caducidad.

Dos años después, y cinco días antes de que el ejecutivo de Ibarretxe aprobara su proyecto de libre adhesión, Redondo y Mayor Oreja, en 2003, volvían a presentarse juntos. El marco era el Club Siglo XXI y la conferencia la daba don Jaime. Le presentaba el hijo del sindicalista, Nicolás júnior, al que llamábamos Menor Oreja. Todo esto nos vino a la memoria al ojear el libro de memorias de Aznar donde reconoce años después lo que sabíamos o intuíamos en 2001. «Antes la España roja que la España rota» de Calvo Sotelo. El pacto de dos años uno y dos años otro. Nada nuevo, por otra parte.

Según el libro, Mayor y Redondo Terreros habían pactado repartirse el mando del ejecutivo autonómico vasco, pero la clarísima victoria de PNV-EA frustró una «operación política de gran envergadura», en palabras de Aznar, que «de haber tenido éxito habría cambiado el rumbo político del País Vasco y del conjunto de España. Pero no salió como todos deseábamos». ¡Menos mal!

El pasaje se sitúa en el capítulo «Mi decisión más difícil», que aborda la elección de Mariano Rajoy en 2003 como sucesor al frente del PP y como candidato a la Presidencia del Gobierno. Como se ha publicado, la primera alternativa en la que pensó Aznar fue Rodrigo Rato, pero su negativa le hizo decantarse por el actual presidente. El tercero en esa liza era Jaime Mayor, expresidente del PP vasco y candidato a lehendakari en las autonómicas de 2001, en las que populares y socialistas coincidieron en su intento de desbancar al PNV, en la recta final del Pacto de Lizarra. Siempre Madrid como telón de fondo. O siempre Euzkadi, como escalera.

A la hora de exponer las razones por las que no eligió a Mayor como candidato a La Moncloa, Aznar recuerda que «el problema era que había apostado muy fuerte en una partida arriesgada», las elecciones vascas de mayo de 2001, según recoge la obra. «Si Jaime hubiese conseguido desalojar al PNV del poder con el apoyo de los socialistas, creo que él mismo habría presentado su candidatura al liderazgo del Partido Popular». Todo perfectamente calculado. Pero no contaron con Ibarretxe, ni con el PNV, ni con tanta gente sensata que nos venía y decía: ”Esto no puede ser”.

Es aquí donde Aznar desvelaba el pasaje desconocido mencionado. Relata que Mayor «había alcanzado un acuerdo con Nicolás Redondo Terreros que le despejaba el camino en sus aspiraciones nacionales: en caso de sumar los escaños suficientes para gobernar el País Vasco, Jaime sería el presidente del Gobierno vasco los dos primeros años y Nicolás los dos últimos». En esta segunda parte de la legislatura, según se deduce de la narración de Aznar, Mayor se habría dedicado a pelear por la sucesión de Aznar y dar el salto a La Moncloa desde la plataforma que suponía ser el primer lehendakari no nacionalista vasco, en plena ofensiva de ETA y con las formaciones «constitucionalistas» y el PNV inmersos en un descarnado enfrentamiento.

La entente de Mayor y Redondo siempre se simbolizó en la fotografía conjunta en el Kursaal donostiarra, junto al filósofo y miembro de la plataforma cívica ¡Basta ya!, Fernando Fernández-Savater, alzando los brazos de ambos. En aquella época se daba por hecho que la suma PP-PSE, en este orden, superaría a la de PNV-EA y EB, y que el entonces secretario general de los socialistas se convertiría en el vicelehendakari de Mayor.

No obstante, Ibarretxe y el PNV lograron movilizar al electorado nacionalista frente a la entente constitucionalista con un incontestable triunfo de 33 escaños y un récord histórico de 600.000 votos. El PP logró el mejor resultado de su historia, con 19 escaños, pero insuficiente, ya que el mal resultado del PSE-EE, con 13 asientos, no sumaba la mayoría precisa. Euskal Herritarok, fuera del juego de pactos tras el final de la tregua de ETA, se descalabró hasta quedar en 7 escaños, la mitad de los que poseía, mientras que EB (IU) sumaría su único parlamentario a PNV y EA.

De todas formas, en el libro Aznar elogia la actitud de Mayor tras conocer que no sería su sucesor: «Las cosas fueron más fáciles [que con Rato]», señala. Su reacción fue de «absoluto respeto, colaboración y lealtad», sin «el más mínimo reproche». A Aznar no se lo hizo. Se lo sigue haciendo al PNV. ¿Por qué? Porque le ganamos. Y por eso nos ignora en su libro.

Esto ocurrió hace quince años. No llega a una generación. El Tan Tan movió por tierra, mar y aire todo. Radio, televisión, prensa, apoyos institucionales, todo valió. Pero no ganaron.

¿Quieren ahora repetir la misma operación?. Seguramente, pero que no se olviden de la foto del Kursaal.