Jueves 10 de diciembre de 2015
EUFORIA POR EL TRIUNFO
La exhortación hecha poco antes de las elecciones por el Cardenal Jorge Urosa Savino, en el sentido de que se debía acudir a votar libre, masiva y conscientemente, dio resultado pues una inmensa población así lo hizo. De un padrón electoral de aproximadamente diecinueve millones de electores, más de un setenta por ciento expresó su voluntad. Cifra récord en Venezuela para unas elecciones parlamentarias.
Como se preveía, los graves errores cometidos por el gobierno que provocaron un desabastecimiento de alimentos y medicinas nunca antes padecido por la población, aunado a una grave situación de inseguridad que ha llegado a afectar a casi todas las familias, la enorme corrupción existente, la carencia de servicios de salud, de agua potable, de energía eléctrica y una inflación cuya dimensión se siente pero que no se llega a saber con exactitud porque los organismos oficiales no publican las cifras, hicieron posible que la oposición lograra una votación tan abrumadora que le permitió obtener las dos terceras partes de los diputados de la Asamblea Nacional.
Esto ha provocado gran euforia en la población dado que la ventaja obtenida superó con creces los dos millones de votos, no obstante el temor que había desatado el régimen en los días previos a la elección y el ventajismo grosero con el que favorecía a sus candidatos; la persecución desatada contra líderes opositores y el uso descarado de los medios de comunicación oficiales, puestos al servicio de los aspirantes del partido de gobierno. Por primera vez, la oposición obtuvo la victoria en casi el setenta por ciento de los estados del país.
Los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática están conscientes de que una buena parte de los votos obtenidos corresponden a un voto castigo de los electores. De rechazo al régimen y a su actuación. Esto obliga a la MUD a proceder con prudencia en los próximos días. La euforia no puede conducir al odio y a la violencia. Se requiere todo lo contrario. Es necesario dar señales de concordia, dirigidas tanto a quienes votaron en contra del gobierno como para los que se mantuvieron fieles al oficialismo.
La grave situación económica, política y social que vive el país actualmente debería hacer reflexionar a quienes todavía permanecen en el gobierno. Lo racional sería que buscasen un acercamiento con la nueva mayoría que se establecerá en la Asamblea Nacional, a fin de lograr acuerdos que permitan cambiar el rumbo. Insistir en mantener las erradas políticas no traerá beneficio alguno para ellos y mucho menos para el país.
LA MENTIRA Y LA PRUDENCIA POLÍTICA
Nicolás Maduro parece no haber asimilado todavía los efectos de la derrota sufrida el 6 de diciembre. Parece encontrarse bastante desorientado, al punto que en sus últimas intervenciones por los medios de comunicación ha hecho manifestaciones incoherentes y alejadas de la lógica y la realidad. El día ocho de este mes dijo públicamente que si la nueva Asamblea Nacional aprobaba una ley de amnistía para los presos políticos que mantiene el régimen, él procedería a desconocerla. Quizás no se da cuenta que si lo hace podría ser acusado de cometer delitos de lesa humanidad.
Este lenguaje de Maduro lleva a la convicción que el régimen no solo insiste en mantenerse aislado, sino que no entra en razón de que lo sucedido el pasado domingo fue un verdadero golpe cívico dado a su gobierno. A través del mecanismo democrático del voto se le hizo saber el rechazo que siente la población por su forma de actuar, por lo errado de sus políticas. Pero la tozudez no tiene límites y le hace llegar a la estulticia. Ahora manifiesta que va a radicalizar aún más su “revolución”, a pesar que la gente le ha dicho que exige un cambio.
La prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales. Ella permite discernir y distinguir lo bueno de lo malo. La prudencia política es la dirigida a lograr el bien común. Un gobernante imprudente o intemperante no toma decisiones razonables. Todo lo contrario, conduce a sus gobernados a situaciones indeseables, muy alejadas del bien común. Norberto Bobbio dice que el prudente coordina los esfuerzos, no se arroja de cabeza a la acción.
Reconoce los caminos equivocados y los abandona una vez reconocidos. Esa no parece ser la actitud de Maduro, sabe que está errado, pero insiste en ese camino. No es buena señal.
Los venezolanos nos habíamos ido acostumbrando a que muchos de los dirigentes del régimen hicieran uso de la mentira como instrumento de lucha. Con frecuencia imputan a la oposición lo que ellos hacen. Claro ejemplo de esto es la afirmación de que la escasez es producto de una guerra económica de la empresa privada, cuando todos saben que el causante de la falta de alimentos, medicinas y servicios es la gente del gobierno.
Durante un largo período han hecho uso de la hegemonía comunicacional para confundir. Un sector de la población se mueve por el instinto, la pasión, los sentimientos y resentimientos. Por ello se dedicaron a exacerbar sus ímpetus, odios y miedos. Afortunadamente se logró que esa porción despertara y se diera cuenta del engaño a que había estado sometida.
EL FUTURO CERCANO
La población está consciente de la grave situación económica que vive el país provocada por las erradas políticas del gobierno de Maduro y Cabello. También sabe que ello ha traído como consecuencia la situación de escasez y desabastecimiento que le ha obligado a permanecer durante horas, días y meses en largas ‘las en busca de los alimentos y medicinas. Lo que no todo el mundo sabe, porque el gobierno se ha negado a publicar estadísticas al respecto, es cuánto es el volumen de las reservas monetarias del país, a cuanto alcanza la verdadera producción petrolera diaria, cuál es el índice de inflación. Todo ha sido un secreto muy bien guardado.
Buen número de analistas económicos y políticos han señalado que lo que se vislumbra para el futuro muy cercano, es decir para el próximo año, si no se corrigen las políticas económicas en muy breve plazo, será una muy severa crisis que podría alcanzar niveles insospechables y que podrían conllevar a perturbaciones sociales muy graves, similares o mayores a las que ocurrieron durante el mes de febrero de 1989.
Lo que preocupa actualmente es la situación de confrontación que pretende mantener el gobierno con el sector opositor, luego de la abrumadora victoria obtenida el 6 de diciembre. Todo indica, por las declaraciones del propio Maduro, que no se quiere permitir ejercer sus funciones a la nueva Asamblea Nacional a instalarse el próximo 5 de enero. Se habla incluso de impedir su acceso al Palacio Legislativo para que tomen posesión de sus cargos. Ello conducirá inevitablemente a un “choque de trenes” que ningún beneficio traerá al país. La oposición ha insistido en que es necesario un diálogo con el poder ejecutivo para llegar a acuerdos que ayuden a tratar de solucionar la grave crisis en que se encuentra el país. Lamentablemente las señales que envían Maduro y Cabello no son precisamente de paz.
De continuar el régimen en esa tónica, las cosas podrían agravarse y quizás obligarían al poder legislativo a hacer uso de las facultades que le da la Constitución para encontrar salidas legales a la crisis provocada por el gobierno. Indudablemente que esto podría traer más indeseables confrontaciones que pondrían en peligro la tranquilidad del país.
Afortunadamente, la Fuerza Armada Nacional dio muestras de su institucionalidad e imparcialidad durante las pasadas elecciones parlamentarias y corresponde a ellas, al igual que al resto de los ciudadanos preservar la efectiva vigencia de la Constitución Nacional.