España a punto de ser intervenida

Miércoles 11 de abril de 2012

Esta semana, el martes y miércoles, pleno del Congreso y del Senado. Con una situación económica crítica. Al borde del precipicio y con toda la desconfianza europea contra España. No se fían. Tampoco hay que fiarse mucho de esta Europa egoista que no ha hecho sus deberes federales. Pero si, había nervios. Un alto mando del PP nos decía que veía a España intervenida y con un Gobierno de gestión como en Grecia y como en Italia. Ahora que se las veían tan felices tras las elecciones del pasado, ya tan remoto del 20 de noviembre, con aquella mayoría absoluta tan aplastante.

Los resultados en Andalucía y en Asturias han dejado al PP descolocado. En cien días se han desgastado. Los silencios, las improvisaciones, los desmentidos, el juego  perverso entre Montoro y Guindos, los mercados achuchando, el PSOE pisando el acelerador tras la huelga general, hacen de este paisaje un campo desolado. Solo se habla de paro, de estancamiento, de intervención, de recesión, de falta de recursos, de déficit… pero no de crecimiento, de crédito, de activación. Y en este clima hemos tenido estos plenos en los que hemos intervenido en todo lo económico, lo fiscal, el déficit alimentario y hasta hemos hecho preguntas simbólicas, y una interpelación sobre la reforma laboral.  

Y vino Rajoy. Y los suyos puestos en pie, le aplaudieron ¿Por qué? Por lo mal que está la cosa.

Pues sí. A una semana del 75 aniversario del bombardeo de Gernika, Zubía le preguntó a Rajoy sobre el por qué no quieren prestar el cuadro. Se reiteró en los manidos argumentos de siempre. “Está muy delicado”. En pasillos, un periodista de la caverna me reprochó la pregunta. “Entiendo que no te guste-le digo- Es mejor mantener aquella especie de que a Gernika la quemaron los rojos separatistas y que remover estas cosas no os gustan y mucho menos se recuerde que 75 años después el Estado español, a diferencia del alemán, no ha pedido perdón y ni se contempla prestar el cuadro de un republicano que además está en un museo con nombre de Reina”. Tuve mi discusión. Causa perdida. Pero seguiremos dando la tabarra.

Luego le pregunté al Gobierno si va a conmemorar el cincuenta aniversario de lo que el régimen franquista llamó el “Contubernio de Munich”. La pregunta iba para el Ministro de Exteriores. Tenía transfondo político. Pero contestó Wert. España está como está, entre otras cosas, porque no existe una Europa política que fue la que soñaron aquellos pioneros en 1962 en la ciudad de Munich cuando el exilio y el interior se dieron la mano y pusieron negro sobre blanco el que sin democracia y sin Europa no hay libertad en el Estado.

Wert no se comprometió a nada. Dijo que si algo se hacía, lo apoyarían. Nada con sifón. No se le pueden pedir peras al olmo. Les importa un pito. Y eso que Wert militó en aquellas teorías europeistas de la democracia cristiana. Total insensibilidad.

Prefiero ser un merluzo

Martes 10 de abril de 2012

Los Estados Unidos son un gran país. Y un gran estado democrático. Su constitución comienza diciendo que «nosotros somos el pueblo». Y el pueblo se da a si mismo, libremente, sus instituciones. Pero junto a esto, se creen los únicos pobladores del mundo y los únicos con derechos. Discutir en serio con un norteamericano es como sacarse una muela. Son como bilbaínos, pero sin gracia.

Hace cuatro años el mundo siguió la elección presidencial de Obama como si le fuera la vida. Era lo nuevo, lo rompedor, lo humanitario, la extensión del servicio de salud, la minoría en el poder, la desaparición de Guantánamo y la salida de Irak y Afganistán, la sencillez, el buen decir, la elegancia a pesar de su afición a las hamburguesas y a los perros calientes, la dieta ecológica, la sonrisa perenne, el mundo de las oportunidades, la fimeza ante Wall Street, la campaña twiteada, el «yes, we can». Y todos le votamos de pensamiento. No de obra. De hecho una elección norteamericana se sigue más que cualquier elección europea o cualquier decisión en Estrasburgo que además nos afecta. Somos así de tontos.

Sin embargo, la realidad puso a Obama en su sitio y en su dimensión. Resulta que era un ser humano mortal y muy imperfecto. No logró sacar adelante su proyecto sanitario porque perdió los dos primeros años en los que tenía mayoría absoluta. No puso firme a nadie en Wall Street. No cumplió su promesa en relación a Guantánamo, y un buen día salió con gran sonido de tambores en rueda de prensa encadenada diciendo que sus soldados «habían matado a Bin Laden». Y el hombre se regodeaba por el hecho y encima su popularidad aumentó. El fin justificaba cualquier tipo de medio.

Ya sabemos que el muerto era a su vez un asesino en serie, un fanático y un tipo que se la pasaba pensando qué acción letal podría hacer contra un imperio al que atribuía todos los males. Pero recordé que, un año después de su salida de la presidencia, le preguntaron a Bush cual había sido su mayor error y él había contestado que su madre y su esposa se lo habían recriminado y tenían razón, porque no debía haber dicho que iba a conseguir capturar a Bin Laden «vivo o muerto», y eso no era correcto.

Con semejante antecedente nunca entendí como tres años después el humanista Obama saliera a los medios jactándose de que habían matado al árabe. Podía haber sido un portavoz del Pentágono quien informara sobre una operación en la que había muerto el terrorista más buscado, pero aquella salida con fuegos artificiales no la entendí en un hombre que propiciaba la defensa de los derechos humanos y se coloca la mano en el corazón cuando se habla o canta a la patria norteamericana.

No sé si por la educación recibida en Marianistas, La Salle y Jesuitas. No sé si porque en Europa no existe la pena de muerte, no sé si porque nos enseñaron que el quinto mandamiento consagraba el “No matarás”, no sé si por la aversión que me producía cada asesinato de ETA y su posterior justificación, el caso es que desde ese mismo momento, el mito Obama se me cayó en el centro de la basura. «Yo a este tipo -si viviera en Estados Unidos- no le votaría. Me parece un cretino» me dije. Y cuando el insustancial de Rodríguez Zapatero, en su política de sumiso perro de lanas moviendo la colita ante Obama, para poder lograr de él alguna sonrisa tras su chasco con Bush, le felicitó por la operación, escribí lo que pensaba de ambos. No se puede seguir la ley del talión, la de la muerte por la muerte, la de la apología del terror, la de usar la misma argumentación que tu enemigo porque si Obama se alegra que maten a Bin landen, ¿porqué el joven francés que asesinó en Toulouse, no puede seguir la misma línea argumental en relación a sus enemigos?.

Curiosamente en el Madrid lleno de vestales que se rasgan las vestiduras por cualquier manifestación que se haga en relación a ETA y ante la operación policial de Francia, un periodista, Abelardo Zurita, recordaba mí critica a Obama y decía:

“Cuando se supo que las fuerzas militares de Estados Unidos habían matado a Bin Laden, el diputado del PNV Iñaki Anasagasti criticó que el Gobierno de Zapatero felicitase al de Obama por el “asesinato” del jefe terrorista.

“Dado que en Europa no está vigente la pena de muerte, por lo que ha admitido que “desde el punto de vista ético y estético” no le ha gustado que el Gobierno felicitara a los norteamericanos “por un asesinato”. En el caso de Mohamed Merah, por ahora, no ha salido ningún merluzo a buscar pegas a la liquidación del terrorista francés”

Pues bien. Prefiero seguir siendo un merluzo. La palabra en sí no es muy descalificante sobre todo escrita por alguien que ve con buenos ojos que se ande por el mundo a bombazo y balazo limpio. Es este clima el que propicia que a Mohamed Merah lo hayan acribillado pudiendo haberlo cogido vivo. La policía con varios tipos de gases, por cansancio, por acoso, por extenuación, podía haber lo­grado que el joven diera sus radicales justificaciones, que para mí carecen de sentido. Sin embargo Sarkozy ha preferido cargarse al tipo porque sabe que ésta sociedad sin valores lejos de pasarle factura, le felicitará y encima le votará por la hazaña.

Lo siento mucho. Prefiero seguir siendo un merluzo y que a Sarkozy y a Obama le voten los que tienen estómagos más complacientes que el mío y a los que gusta la ley del embudo a la hora de analizar los hechos. Si Fraga, decía que “el mejor terrorista era el terrorista muerto”, sigo reivindicando el «No matarás» de nuestro viejo catecismo. Eso sí, junto a esto, una policía y unos servicios de información con las pilas puestas, pero no ésta obscenidad de alegrarse de la muerte de un ser humano enseñando una impoluta fila de dientes blancos.

El Pacto de Santoña setenta y cinco años después

Lunes 9 de abril de 2012

Cuando los batallones nacionalistas se retiraron hacia Santander, habían perdido ya su territorio y el objetivo de su lucha. En esta situación, el Ejército vasco rindió sus armas, para evitar un derramamiento de sangre inútil y que al mismo tiempo asolaría las tierras del norte.

Los orígenes del Ilamado pacto de Santoña se remontan a mayo del 37, cuando el cónsul italiano en San Sebastián, el Marqués de Cavaletti, se pone en contacto con Alberto Onaindia en San Juan de Luz, para pedir su intervención como mediador ante el presidente vasco, José A. Aguirre.

Esta entrevista fue una iniciativa personal del cónsul italiano. Italia tenía mala prensa en el mundo: su carácter de régimen totalitario, los contactos y pactos con la Alemania de Hitler y la intervención en Abisinia «afeaban» su imagen. En vista de ello, Cavaletti, consideró que un acto humanitario en el frente del norte, en favor de los vascos, que se hallaban en situación difícil y profundamente agraviados por la destrucción de Gernika, podría convertirse en un triunfo diplomático para la Italia fascista.

Primeras conversaciones con los italianos

En esta entrevista, Cavaletti propuso la mediación italiana para la pacificación de la guerra en los frentes del norte, redactando allí mismo una nota sin firma, a la que hizo acompañar de una tarjeta suya, dirigida al Lehendakari.

Las conversaciones con los italianos continuaron en las semanas siguientes. En este tiempo la situación se hizo cada vez más difícil para el ejército vasco. El 16 de junio, Juan Ajuriagerra, presidente del BBB se pone en contacto con los italianos, quienes se sorprendieron de que no fuera el presidente Aguirre, quien contestara, y de que Juan Ajuriagerra, en nombre del Partido Nacionalista Vasco, comenzara una nueva re­lación.

A partir de este momento se iniciaron una serie de entrevistas de forma directa entre ambos bandos. Así se preparó una entrevista el día 24 en Algorta, que no se llegó a celebrar debido a un error: al existir dos playas en dicha localidad, los vascos esperaban en una, mientras los italianos llegaban a la otra. Aclarada la confusión se intentó acordar otro encuentro el día 25 por la noche, teniendo lugar esta vez, la entrevista, a la que por parte vasca acudió Ajuriagerra con un secretario particular. A esta reunión siguieron otras, cada vez más complicadas.

Los barcos no llegaron

El Lehendakari Aguirre, el 2 de agosto, en una entrevista que tuvo lugar en París, encargó que se contrataran barcos con idea de evacuar una gran parte del Ejército vasco, 27.000 ó 28.000 hombres con la idea de trasladarlos por Francia hacia Catalunya, donde él abrigaba la idea de iniciar un ataque contra Navarra.

 Los barcos contratados eran 14, pero, inexplicablemente, sólo llegaron dos: «Seven Seas” Spray», y el «Bobby».

A petición de los nacionalistas, los italianos, lograron que del día 21 al 24 de agosto, el mar se encontrara libre, alejando del norte a las unidades navales franquistas, e informando a los vascos que podrían salir para Francia. El problema se planteó al no llegar las embarcaciones. Cuando los italianos se enteraron que los vascos no se hacían a la mar se sorprendieron y alarmaron, sin que pudieran comprender lo que ocurría.

Sin esperarlo, las autoridades italianas, se encontraron con varios miles de gudaris y milicianos que en principio no debían quedar en Santoña, lo que cambió por completo el panorama de la situación. Ajuriagerra y Lucio Artetxe, marcharon a negociar un nuevo plazo de salida con los italianos, que se enfrentaban con el grave problema de proteger a los gudaris. Pasados unos días, los italianos fueron obligados por los españoles a retirarse, quedando, el Ejército de Euzkadi, prisionero de las autoridades franquistas.

Condiciones de capitulación

Las condiciones de la capitulación sobre la que se mantuvieron interminables conversaciones, fueron en términos generales:

Por parte de las fuerzas vascas:

–          Deponer ordenadamente las armas, entregando el material a las fuerzas legionarias italianas, que ocuparían sin lucha la región de Santoña.

–          Conservar el orden público en la zona que ocuparan.

–          Asegurar la vida y libertad de los rehenes políticos de las cárceles de Laredo y Santoña.

Por parte italiana:

–          Garantizar la vida de todos los combatientes vascos. Tenerlos hasta la terminación de la guerra bajo su mando, sin entregarlos al general Franco.

–          Garantizar la vida y autorizar la salida al extranjero de todos los hombres políticos y funcionarios vascos existentes en los territorios de Santoña y Santander.

–          Considerar a los combatientes vascos, sometidos a esta capitulación, libres de toda obligación de participar en la guerra civil.

–          Garantizar que no sea perseguida la población leal al gobierno provisional de Euzkadi.

Todas estas condiciones, no fueron cumplidas, ya que el 26 de agosto de 1937, haciendo a un lado a los italianos, las tropas de Franco entraron en Santander y tomaron Santoña, y haciendo caso omiso de las peticiones de las huestes del Ducce, iniciaron una brutal represión contra los hombres que habían defendido con su vida la tierra de sus padres.