La primera noticia que el domingo al mediodía TVE ofreció como gran información la expuso así en el sumario: “La nueva presidenta de Brasil recibe al príncipe Felipe como primer mandatario extranjero”.
Que yo sepa, Felipe de Borbón no es mandatario de nada. Puede que mande en su casa, si su señora esposa le deja, pero no es mandatario, ni enviado, ni representa nada. Solo es el hijo de su padre. Nada más que eso. Aunque para algunos es más que suficiente. Y eso que en el debate parlamentario de noviembre de 1931 a Alfonso XIII lo encausaron y le quitaron a él y a toda su familia, títulos y derechos. Vaya usted a la Constitución española de 1978 y verá como solo habla de él a efectos de sucesión. Para lo demás no existe. Pero Felipe y los suyos, creen que sí. Y abusan.
En un sistema parlamentario los mandatarios, todos ellos son elegidos y pueden ser controlados políticamente en el Parlamento. A éste señor no lo ha elegido nadie y políticamente nadie sabe de qué ha hablado con la nueva presidenta de Brasil. Y no se le puede controlar, aunque si pagar sus caros viajes y estancias lujosas. Solo sabemos que ha llevado una carta de su padre invitándole a visitar Madrid a la nueva presidenta. Y la buena señora le ha dicho que muy bien, pero cuando su agenda se lo permita. Pero lo dicho, no podemos controlar nada de las obviedades que le ha debido decir. Habrá que esperar a wikyleaks.
Pero fíjense como en esta Televisión pública, que debería velar por una mínima neutralidad, le dan al hijo del Sr. Borbón, la categoría de “mandatario” y él, con aires muy de gran príncipe se permite opinar de ésto y de lo otro, y mantener la cabeza muy firme ante la nueva presidenta, mientras a él le hacen reverencias, cuando solo representa a su esposa Leticia, a sus hijas Leonor y Sofía y quizás al jardinero de su chalet, que por cierto no es suyo.
Pero ésta es la diaria manipulación existente en casi todos los medios que cual gota malaya nos presentan a estos actores, sin mandato democrático alguno, usurpando la representatividad de la voluntad popular y presentándose como la quinta esencia de lo representativo democrático del estado español cuando no lo son.
Ya sé que todos los cortesanos están encantados. Pero todavía quedan republicanos a los que, como a mí, esta usurpación de cargo del Sr. Borbón, nos molesta por ser un bochornoso espectáculo profundamente antidemocrático que nos toca las narices.
La Comisión Gestora de Ondarroa, siguiendo con la tradición de ir utilizando como lienzos paredes ubicadas en sitios emblemáticos del municipio, ha querido celebrar la entrada al nuevo año 2011 con un mural en el que se contemplan la pesca de la ballena; las traineras; los Puentes Zubizahar e Ikurriña, así como la celosía con el nombre del municipio, mural cuya imagen parece doble en las aguas cada vez más limpias de la Ría de Artibai.
Hace ya casi dos años inició esta andadura con la pintura del “Boga boga mariñela…… agur Ondarroako itsas itsaso bazterra… boga! mariñela” en la puerta de acceso al Puerto de Ondarroa. Gustó mucho y lo más importante, se ha respetado, por lo que en esta nueva pantalla ubicada en el corazón del municipio entre los emblemáticos Puentes Viejo y Nuevo se ha intentado conectar con lo que ha sido nuestro viejo pueblo y de momento los comentarios espontáneos de la gente dicen que también ha gustado, por lo que la gente normal,que es la mayoría,espera que también se respete
Lo que no se respeta nada es el mobiliario. Cualquier época del año a la borrokada le parece propicia en Ondarroa para pintarlo,y romperlo todo etc, pero las navidades parece que se han convertido en la época ideal para romper el mayor número posible de ellas ya que se dedican a introducir petardos, encenderlos y cuando explotan salen éstas volando. En Kamiñazpi el 90% de ellas, en la Alameda el 100% y así podría seguir a lo largo y ancho de todo el pueblo.
Pero como parece que con las papeleras no basta, se han dedicado a romper 19 de las 25 luces del Puente viejo, pintar el suelo de la Alameda, suelo cuyas piezas de recambió son del tipo “Costa verde”, difíciles de conseguir. Pues bien, ahí han dejado su zarpa en forma de firma o con su gran bandera antisabiniana “Euskal Herria”, manchando así un nombre que define lingüísticamente a la Euzkadi política. Pero ¿qué se puede esperar de un asno sino rebuznos?. Pues es lo que acaba de hacer esta gente que no se distingue precisamente por su limpieza, sino por su suciedad. Suciedad en las ideas violentas y en todo lo que tocan.
Menos mal que unos, la mayoría, se dedica a construir, porque si prosperara esta minoría, de Ondarroa no quedaría ni el recuerdo. En el fondo no quieren a su villa. Porque la, odian, a destruyen. No puede haber otra explicación.
El 2 de enero de 1981 falleció en su Lizarra (Estella) natal D. Manuel de Irujo. Hace treinta años se apagó la recia voz de un hombre de quien el sacerdote en la homilía de su funeral dijo: «Hombres como estos justifican toda una generación». Y acertó. Hijo de Daniel Irujo, el abogado defensor de Sabino Arana, estudió en Deusto y se licenció como abogado. Parlamentario foral, diputado, creador de la Caja de Ahorros de Navarra, diputado, ministro de Justicia y sin Cartera de los gobiernos de Largo Caballero y Negrin, Delegado vasco en Londres, presidente del Consejo Nacional Vasco, escritor, músico, historiador, humanista, pero por sobre todo, exiliado. «Cuarenta años de exilio os contemplan» exclamó cuando pisó el aeropuerto de Noain.
D. Manuel de Irujo fue además un gran parlamentario. Si Aguirre era la cara visible de la lucha en Cortes por el primer estatuto de Autonomía, Irujo era quien llevaba el día a día del Grupo parlamentario siendo numerosísimas sus intervenciones. Orador fogoso y cargado de datos, ponía fuego en sus intervenciones y nada de lo vasco, ni de lo humano en general, le era ajeno. Puertos, corralizas, vías férreas, cierres de periódicos, tribunales y grandes debates. En 1935, tras la famosa frase de Calvo Sotelo en el Frontón Urumea de San Sebastián diciendo que más prefería “una España roja que rota”, el siguiente paso del líder de Renovación Española fue pedir la ilegalización del PNV. Y fueron Aguirre, Picavea, Monzón e Irujo quienes protagonizaron un debate sensacional en el que Irujo le llamó a Calvo Sotelo «el último godo». Fueron tiempos muy difíciles, tiempos de aguda parcialización y enfrentamiento que desembocaron en una guerra espantosa que D. Manuel trató de humanizar, visitando en Madrid las morgues, votando siempre en contra de la pena de muerte, tratando de legislar en favor del más débil, regularizando el culto religioso, allí donde pudo, y todo esto en momentos de pasiones desatadas.
Irujo solía decir que él había sido el precio del estatuto de autonomía. Desgarrado por la desafección de su Navarra a causa de un cambio de actas fraudulento, cuando en setiembre de 1936 Largo Caballero quiso un ministro del PNV en su gobierno, el EBB del PNV le dijo que sí, pero antes quería que en el pleno del Congreso se aprobase el Estatuto que ya estaba dictaminado en comisión. El presidente accedió y el 1 de octubre de 1936, Manuel de Irujo, desde el banco azul, aplaudía la votación favorable a aquel articulado cuya tramitación había costado cinco largos años. No es ocioso recordar que en esos mismos momentos, el nuevo ministro, tenía a su madre, su hija, dos hermanas, su hermano menor y una cuñada encarcelados en Pamplona por los militares sublevados. Afortunadamente pudieron ser canjeados.
Autor de numerosos libros que comienzan a reeditarse no sé que hubiera sido hoy con Internet de aquel Irujo que escribió miles y miles de cartas. Los archivos están llenos de ellas. En 1976 nos informó que en Salamanca reposaban cientos de mensajes suyos escritos en su época de ministro. Hoy con Internet hubiera sido el campeón de los blogueros y el número uno de los clientes de Euskaltel porque lo mismo felicitaba un cumpleaños o enviaba un pésame, que escribía un artículo sobre el alcalde de Ojacastro o coordinaba con portugueses, gallegos y catalanes la edición de un libro sobre la «Comunidad Ibérica de Naciones», o daba cuenta de su valiente toma de postura el 18 de julio de 1936 logrando la rendición de los militares sublevados en el cuartel de Loyola.
En 1977 me tocó en nombre del EBB viajar a París para invitarle a regresar del exilio aprovechando la salida del PNV de la clandestinidad y tras la aprobación en asambleas de nuestras ponencias y la renovación de los cargos. La llegada de Irujo a Pamplona constituyó el remate de oro de aquella Asamblea mientras conservábamos el gobierno vasco en el exilio hasta tanto no lográramos aprobar el segundo estatuto. Irujo, cuando le planteé su regreso en un pequeño avioncito, me dijo: «No me parece serio, pero en toda mi vida no he hecho más que obedecer, por lo que procedan como crean conveniente». Y así logramos traerle por aire, con escala en Hondarribia y llegada por los cielos a Noain, donde fue recibido apoteósicamente. Al día siguiente, el alcalde en funciones, Tomás Caballero, le recibió con toda cortesía en el ayuntamiento de Pamplona.
En su cuartito de la rue Singer parisina, en aquella ocasión, me contó lo que en su día había hecho cuando tanto Dionisio Ridruejo, falangista, soldado en la División Azul y uno de los letristas del “Cara al Sol”, así como José María de Areilza, alcalde de Bilbao y embajador franquista en Buenos Aires, Washington y París, tras su abandono del franquismo escribían, se entrevistaban y opinaban sobre como debería ser la transición de la dictadura a la democracia. Y él les dijo con todo respeto que era muy bueno evolucionar, reconocer errores y trabajar por la democracia pero que a los exiliados de fuera y de dentro de España, lecciones, las justas y, los conversos, ¡a la cola!.
Recordé el otro día a Don Manuel cuando vi la rueda de prensa del mundo de Batasuna apostando por un estatuto de autonomía a cuatro, Navarra incluida, cumpliendo a “Rajatabla” como dijeron, la ley de partidos, con su apuesta por las vías civiles y democráticas erigiéndose en líderes de una opción que los demás partidos del arco parlamentario vasco adoptamos hace treinta y tres años. Seguramente D. Manuel les hubiera dicho lo mismo que a Ridruejo y Areilza. Lecciones, las justas y, los conversos, ¡a la cola!.
En el treinta aniversario de la marcha de aquel gigante, el recuerdo cariñoso hacia un hombre que desde el PNV, fue ante todo, un gran humanista, un gran cristiano y un gran político
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