La diferencia entre Mélenchon, LAB y Garrido

Martes 22 de diciembre de 2020

Jean-Luc Mélenchon es un veterano político francés, que tras una juventud trotskista y 32 años en el partido socialista francés  será el candidato por tercera vez de la Izquierda Radical a la presidencia de la República. En noviembre le preguntaron  sobre su postura ante la pandemia  y la gestión del gobierno Macron. Contestó lo siguiente:

«La  tarea de la oposición, de los que no estamos de acuerdo sobre como se gestiona la crisis  se complica porque no podemos apelar a la desobediencia  y a la protesta. Pero no nos hemos quedado mudos. Ha sido un giro táctico. Los insumisos hemos superado el tiempo del ruido y de la furia, de atizar y de amplificar las cóleras colectivas, fuente de la toma de conciencia anticapiltalista y ecologista. Hoy pensamos que las sociedades angustiadas tienden a unirse, a la ayuda mutua. Lo que proponemos solo tiene sentido si  ayuda a salir  todos juntos de la crisis. Eso no excluye el conflicto pero lo pone en segundo plano. La idea es ser un factor de orden en lugar de un factor de desorden».

Esto lo dice un dirigente de la izquierda radical francesa. Nada que ver con lo que por aquí hacen y dicen ELA, LAB, Bildu y Podemos. Y como lo más reciente es lo que están haciendo LAB y Podemos, lo comento.

El sindicato LAB ha convocado el 4 de marzo una segunda jornada de huelga añadida en el sector de los cuidados de Euzkadi, además de la prevista para el 26 de enero, para exigir «un sistema vasco de servicios sociales público, de gestión directa, comunitario, universal, gratuito y de calidad». No se presentan a las elecciones y confunden el derecho a la huelga, que es legítimo, con la bronca permanente. Es lamentable pero es lo que hay. Inmadurez y la protesta por la protesta.

Hoy en la calle anunciaban estas grandes medidas con una megafonía que era una pura contaminación ambiental.

Para no desentonar con esta actitud de política de tierra quemada, sin aportar absolutamente nada la coordinadora general de Podemos Ahal Dugu, Pilar Garrido, ha advertido al Gobierno vasco de que no van a «blanquear» los presupuestos «moviendo pequeñas partidas presupuestarias de una casilla a otra» para alcanzar, en su caso, un acuerdo, sino que planteará propuestas «claras y con luz y taquígrafos». El año pasado Lander Martínez pactó los presupuestos de la CAV en negociación con Azpiazu. En esta ocasión parece que las reuniones van a quedar en nada. Cuando uno quiere pactar algo no utiliza este lenguaje de trinchera y adelantando acontecimientos desde la posesión absoluta de la verdad. Una manera de negociar bastante adolescente. Son ellos los que tienen la razón en todo, los que dicen representar al pueblo soberano, aunque no les den los votos y los que nos dicen a los demás lo que hay que hacer usando el tremendismo y la amenaza.

Todo un síntoma de que van a decir que NO a los presupuestos que saldrán sin el apoyo de estos señores con demasiados complejos y telarañas en el cerebro.

El 14 de febrero va a haber elecciones en Catalunya. Se habla de la desaparición de  En Común-Unidas Podemos. De hecho en las últimas elecciones gallegas no obtuvieron un solo parlamentario  y en Euzkadi la mitad. En Andalucia Teresa Rodríguez ya les ha dejado y en el gobierno de Madrid, andan a bronca diaria. Es esta izquierda latinoamericana que lo quiere todo ahora y de forma autoritaria sin saber ganarse el favor de la gente. Metas que algunas son muy lógicas y asumibles se encargan ellos de hacerlas antipáticas y enrabietadas. Ahí se encuadra la rueda de prensa de Pilar Garrido y su no anticipado a unos presupuestos que no conoce.

Afortunadamente la gente, el ciudadano, tiene un sexto sentido y sabe que con este tipo de radicalismos absurdos es mejor no ir con ellos ni a heredar. Y menos mal, porque este país necesita acuerdos hechos por gentes positivas, y estos no lo son.

Quédense con lo dicho por Mélenchon.»La idea es ser un factor de orden en lugar de un factor de desorden». Como se ve, demasiado Camisón para Petra.

Al Corte Inglés no le gusta el libro vasco

Lunes 21 de diciembre de 2020

No es de ahora. Es de siempre. El Corte inglés maltrata al libro vasco. Lo tiene  de tapadillo en una columna casi como una curiosidad. Si por ellos fuera el euskera estaría solo para poner una frasecita en Navidades y poco más. Parecería que les quema  que haya editoriales vascas, que se editen libros vascos, que haya autores vascos. Y lo demuestran. Para ellos nunca existió la Feria de Durango con una explosión anual de libros en euskera y en castellano sobre temas vascos.

Hoy he pasado por el primer piso donde justo enfrente de la salida de la escalera mecánica está el cuadro de honor de los libros más importantes. El lugar de invitación a la compra, el muestrario principal con una  mesa con los libros a adquirir. Allí están las novedades, los best sellers y los libros de referencia españoles. No había ni uno sobre tema vasco o de autor vasco. Ni uno. Si, en una esquina uno de Argiñano con sus recetas, pero no un libro con  una historia por detrás y no de recetas. Desde las memorias de Obama, a Santiago Núñez Becerra, a Pilar Eyre con Juan Carlos o asuntos  relacionados con Trump. Pero ningún libro vasco o de autor vasco. Ni uno. Y eso que dicha librería, que es una buena librería, está en el mismo centro de la Gran Vía de Bilbao. Haga usted eso en Escocia, en Amberes o en Barcelona y verá lo que le pasa. Pero aquí la insensibilidad es denunciable.

El Corte Inglés es una gran tienda privada. Sí. Nadie lo discute, pero conviene destacar el pelo de la dehesa de estos grandes almacenes mientras la España profunda se manifiesta porque el castellano no es, en  la ley Celaá, lengua vehicular.

¡Pero si no le hace falta!!.

Ya está el Corte Inglés con su prepotente manera de actuar justo enfrente de la Diputación de Bizkaia.!

¿Quién da más?.

Esta foto me gusta

Domingo 20 de diciembre de 2020

La transmisión de mando no suele ser fácil. Pregúntenle a Biden con Trump. Esta foto muestra una transmisión tranquila. Y lo es porque fue hecha entre personas respetuosa a pesar de que José Luis Berasategui, a la izquierda, era el alcalde no elegido por los ciudadanos de Bilbao. A la derecha está Jon Castañares elegido democráticamente en 1979. Obtuvo 75.791 votos frente a Santi Brouard de Herri Batasuna con 33.315, Adoldo Careaga deUCD, 33.187 y el batacazo de José Luis Ibañez por el PSE con 26.888. Este candidato se las veía muy felices y minusvaloró a Jon Castañares, ya que se había enfrentado en el pasado con la alcaldesa de Bilbao, Pilar Careaga. El candidato del PNV con el lema “Castañares arregla esto”, Castañares, el hombre capaz”, ganó por goleada y por una campaña magnífica.

Jon Castañares con once años fue uno de los “niños de la guerra” que fue a Londres, era economista y puso en limpio unas cuentas de un Bilbao en bancarrota. No tenía un duro. Bizkaia seguía castigada como “provincia traidora” y el Concierto Económico solo funcionaba en Araba y el Convenio en Navarra. La recuperación medioambiental de la Ría de Bilbao comenzó bajo su mandato.

José Luis Berasategui por su parte era un bilbaíno, intendente mercantil que había participado en la creación de la facultad de Ciencias Económicas. En la guerra había resultado gravemente herido en las Filas del Tercio carlista de Lácar. Fue alcalde de 1975 a 1979.

Desde dos mundos distintos, los dos sabían bien que Bilbao necesitaba una remodelación de arriba abajo. La fotografía es amable y conviene resaltar el fair play que existió en aquel relevo.

El Bilbao de hoy nada tiene que ver con el de 1979 pero es bueno recordar desde cuando se produce el cambio y quienes lo han hecho.