Esta fotografía me la
envió J. M. Esparza diciéndome que es de las Emakumes de Leitza. Es muy bonita
foto. Preciosa. Demostrativa de la presencia del EAJ-PNV desde hace más de 117
años en el viejo reino. Incluso antes ya que Sabino Arana estuvo en la Gamazada,
en Castejón recibiendo a los diputados navarros en 1894.
Nuestro
partido cometió el inmenso error de ir en 1977 en las elecciones del 15 de
junio formando parte de una candidatura que se llamaba Unión Autonomista
Navarra (UAN). No sacamos ni un diputado. La memoria recordaba al PNV, no a una
plataforma heterogénea, donde primaba ESB. Si salió D. Manuel de Irujo para el
Senado donde fuimos con el PSOE y ESEI en el Frente Autonómico. Tras aquel
fracaso no sacamos nuestra sigla histórica hasta 1982, años en los que UPN
ocupó parte del espacio jeltzale. Por su parte, Telesforo Monzón con su Marcha
por la Libertad, hizo el resto. Asustó al navarro medio mientras ETA
acrecentaba sus atentados. Decisiones de esta índole se pagan. Lo recordó José
Antonio Urbiola cuando recordamos el aniversario de la salida del PNV de la
clandestinidad.
Este sábado
Uxue Barkos saca a la palestra Geroa Social Verde. Unai Hualde, el
presidente del Napar Buru Batzar y del Parlamento navarro recordaba en Radio
Euzkadi el largo historial del PNV en Navarra y apuntaba la inconveniencia de
que este nuevo partido utilice el nombre de Geroa porque induce a confusión. Geroa
Bai gobierna hoy con éxito en Navarra formando una plataforma con varios
partidos e independientes donde está el EAJ-PNV. Uxue Barkos no ha tenido a
bien considerar lo que le ha propuesto el PNV. Y es una pena, porque
todas las iniciativas en Navarra tienen que sumar y hasta ahora la fórmula
Geroa Bai había sido una fórmula de éxito. Ojalá la siga siendo. Pero no es
bueno tensar la cuerda entre colaboradores. Nadie por otra parte ha puesto en
cuestión el liderazgo de la ex presidenta del Gobierno de Navarra.
Vuelvo a la
fotografía. Me gusta. Ojalá en Leitza y en toda Navarra el EAJ-PNV ocupe el
espacio que debe ocupar en virtud de su historia y de su oferta que asimismo es
social verde, vasca y progresista.
En la fotografía vemos en el Centro Vasco de Caracas al pelotari de Mutriku, Satur Barrenetxea, muy asiduo los fines de semana al Centro y que solía hacer de juez en las series de Jai Alai. En el centro está Martín de Ugalde, Presidente del Centro Vasco de Caracas. El señor de la derecha no sé quien es.
Tuve la suerte de conocer a Martin Ugalde, el ilustre escritor y la
ilustre personalidad vasca de Andoain. Exiliado
con su familia en Venezuela fue el primer presidente de Euzko Gaztedi del
Centro Vasco de Caracas, representación que ocupé asimismo pero veinte años
después. Y hablamos mucho de aquellos años. Gran escritor, gran periodista, militante
del euskera, Consejero del Gobierno Vasco en el exilio en junio de 1983 le tocó, en nombre de los
exiliados vascos, hablar en una reunión en Euba (Bizkaia). No lo pudo hacer y
envió sus reflexiones que he encontrado estos días y que me place
reproducirlas. Son éstas:
“He solido mencionar el hecho de la
existencia de dos exilios: el exterior y
el interior. Es difícil generalizar y medir comparativamente su dureza; estoy
seguro que a cada cual le ha sido duro el suyo y ¡le basta!, tan duro es morir
de este dolor de sentirse un extraño en su propia casa como caer en el camino
de regreso sin llegar al reposo de su tierra.
Pero el
exilio resultó más esperanzador dentro y fuera gracias a las instituciones
políticas de nuestro país.
En el día
en que estamos rindiendo un homenaje de agradecimiento a la andereño,
que quiere abarcar a todas aquellas jóvenes que estaban al servicio de
lo más inocente y desprotegido de nuestro pueblo en una guerra que se le impuso
brutalmente, quiero recordar el hecho de que ninguna de estas instituciones de
atención social y de dirección política después, de aliento político, que
funcionaron sin respiro, muchas veces sin esperanza, algunas en momentos de
gran desaliento, sin esta responsabilidad que los hombres que dirigieron la
vida vasca no hubieran sabido afrontar con decisión, con valentía y también con
un ejemplar sentido de la responsabilidad política y patriótica.
Ha habido
otros pueblos que en el mismo exilio tuvieron Gobierno y sin embargo, no
acertaron a resolver estas dificultades.
Y no sólo
a ésta de la atención de sus compatriotas, dentro y fuera del país, sino que
extremaron su generosidad y su trabajo responsable al representar a nuestro
pueblo en las más altas instancias políticas en Europa y América con un sentido
de responsabilidad, de acierto, que nos ha venido enorgulleciendo a todos los
vascos. Este es el capital de prestigio que el Gobierno vasco supo ganar y
mantener en las condiciones políticas más adversas. Este pueblo que
representaron supo responder después ofreciéndole su colaboración espontánea;
con su dinero los que podían hacerlo, y su apoyo político en todos los campos
del trabajo y la conducta de los vascos, en el exterior y el interior, para dar
al mundo la imagen del Gobierno con pueblo y pueblo con Gobierno, que se ha
venido reconociendo por propios y extraños durante estos largos y terribles
años de desierto político que tuvieron que atravesar nuestros hombres, con
algunos que han ido quedando en el camino, como el primer lehendakari que
tuvimos los vascos: José Antonio de Agirre, como Javier de Landaburu, como Manuel de Irujo, como Rezola, Ciaurriz, Aznar, Monzón, Juan «Gracia,
Eliodoro de la Torre, Alfredo de Espinosa, Juan de los Toyos, José M.a
Lasarte, y que saludamos hoy en los que los sobreviven, como Gonzalo Nardiz, Astigarribia,
y el segundo lehendakari del Gobierno: Jesús M.a de Leizaola.
Hasta lograr entroncar institucionalmente aquel primer Gobierno de
Euzkadi con éste presidido hoy por Carlos Garaikoetxea. Esta hazaña es vasca.
Y es porque nuestro pueblo ha sabido apreciar y sentir el valor de las
instituciones políticas como el camino de andar los pueblos sin ruptura, con
responsabilidad.
He pensado muchas veces que el exilio de los carlistas vascos, después
de cada una de las dos derrotas militares, fue mucho más amargo que el nuestro,
porque estos vascos carecieron de las instituciones vascas que se responsabilizaran
de su suerte, que les marcara un norte capaz de convertir la derrota en sólo
una batalla perdida.
Así, con este ejemplo fácil de aplicar para observar la diferencia
entre dos momentos vascos importantes, me
resulta honroso decir, con los exiliados que estamos agradecidos a nuestras
instituciones políticas y de Gobierno que supieron cumplir tan dignamente con
su deber con su promesa de servir al pueblo que supo confiar en ellas”.
Las armas hicieron silencio y la guerra besó a la paz cuando desde la trinchera alemana se elevó el suave canto “Stille Nacht, heilige Nacht”, al que se sumaron los soldados ingleses en su lengua “Silent night holy night”. “Noche de paz, noche de amor”. De corazón los enfrentados se dieron permiso mutuo para enterrar a sus muertos y se obsequiaron cigarrillos y tarjetas navideñas. Era la Navidad de 1914 en las trincheras de Ypres (Bélgica) a los 4 meses de empezada la I Guerra Mundial. Los altos mandos de uno y otro lado se disgustaron y silenciaron esa conducta tan “irracional” y peligrosa en plena guerra. Luego continuaron durante cuatro años cumpliendo el “deber” de matarse, exigido por la lógica “racional” de dominar y derrotar al otro. ¿Para qué? Para, por medio de la muerte de millones, terminar los vencedores mutilando a Alemania que había ensalzado la guerra segura de su triunfo; una humillante derrota y mala paz que alimentó el resentimiento del pueblo alemán y dio alas luego a la locura criminal de Hitler y a la II Guerra Mundial que, con más eficaz “racionalidad instrumental” logró 100 millones de muertos y una Europa destruida.
La racionalidad
instrumental y la felicidad. Los ilustrados del siglo XVIII creían haber
descubierto la piedra filosofal de la felicidad humana: la causa del mal era la
ignorancia y el dominante oscurantismo religioso. Con la entronización de la
diosa Razón se liberaría nuestra razón y descubriríamos las leyes científicas
que el Creador puso cuando hizo este mundo con escuadra, compas y fórmulas
matemáticas. Efectivamente en el “Siglo de las Luces” (y antes) la razón descubrió
que la materia no era caótica e irracional sino toda ella ordenada con las
leyes matemáticas, físicas, biológicas… También en las sociedades desaparecería el mal con las leyes de la “física social” (Sociología),
y de la Psicología. La economía desbordaría en riqueza bien distribuida con
solo respetar la “ley científica” del libre juego del mercado sin la
imposición externa de la autoridad política ni de la ética.
Las
dos guerras mundiales no fueron obra de los ignorantes, sino de los países más “ilustrados”
y avanzados en el manejo de las leyes científicas y tecnológicas aplicadas para
la mayor destrucción del enemigo. Los países más ricos y poderosos sembraron
millones de vidas en los barrizales de las trincheras y cosecharon millones de
muertes y destrucción.
Pero
en la Navidad de 1914 aquellos hombres en trincheras enfrentadas no pudieron
reprimir la fraternidad de su condición humana. Ante el Niño de Belén se
despertaron su bondad y la ternura del abrazo, porque ese “Dios con nosotros”
es Dios-Amor; los lobos descubrieron su vocación de hermanos el uno para el
otro.
El
lógico disgusto de los altos mandos militares dejó al descubierto que el amor trasciende la racionalidad
instrumental (científica) y la transforma en vida. Sabían
que ese destello de fraternidad de la “noche de paz” no era una estupidez, ni
una traición, como sería juzgado y castigado por la lógica de la guerra.
Homo homini lupus y Europa de 1945 a 1965
El
hombre es lobo para el hombre, como ya lo escribió Plauto en el siglo III antes
de Cristo y nos recordó Hobbes.
Pero lobos llamados a hacernos hermanos, nos lo muestra Jesús.
En
1945 según la racionalidad de la dominación, Francia y Alemania debieron prepararse con mayor inversión,
esfuerzo y técnica para derrotar al otro en la tercera matanza mundial. Pero no
fue así. Los vencedores-EE.UU. en primer lugar- se convencieron de que es
una estupidez mutilar al vencido y destruirlo para que nunca vuelva a tener
fuerza. Por el contrario escogieron el camino de la colaboración para la recuperación,
y luego de la Unión Europea con la convicción de que es necesario que a Alemania
le vaya bien para que a Francia le vaya bien y viceversa. Decidieron jugar a
“ganar ganar”, no invertir en tropas y armas contra el otro y desmontar las
fronteras y los odios para destruir al enemigo histórico. Las convicciones y
audacia política de tres dirigentes cristianos (Schumann en Francia, Adenauer
en Alemania y De Gasperi en Italia) fueron decisivas para la Unión Europea y el
“Milagro alemán”. Hoy la Europa de naciones que se mataron durante siglos no gasta
un euro en tanques, bombas y ejércitos para destruirse. Ya no se siembra el odio mutuo y se entiende
que la guerra, además de una catástrofe
criminal, es una estupidez destructora.
Navidad y política en
Venezuela
Esa
es la Navidad para los cristianos, y
también para los que no son religiosos o no conocen el cristianismo. Es lo que
nos dice el papa Francisco
en su última encíclica “Fratelli Tutti”. Siguiendo a Jesús, y con el ejemplo de
Francisco de Asís, estamos llamados a transformar el lobo que somos en “hermano
lobo”. Sin olvidar que esta conversión no es hereditaria, ni erradica al lobo,
sino que las nuevas generaciones, y cada persona, tenemos la responsabilidad permanente
de convertir día a día el lobo que somos en hermano. Hoy en el mundo y en Venezuela Jesús vive y nos
dice que para encontrar nuestro propio yo tenemos que hacernos nosotros; que
dar la vida por otro no es perderla sino ganarla, que nadie tiene más amor que quien
la da por otro; y que el amor es más fuerte que la muerte porque Dios es amor.
Venezuela
está derrotada. Millones van al exilio porque aquí no encuentran vida. El poder
y la dominación entronizados como supremos dioses han traído muerte, miseria y
represión, incluso para los seguidores de la dictadura. Continuarla es una
estupidez y un crimen. Esta Navidad como ninguna otra hemos de preguntarnos qué
debemos hacer unos y otros para entrar en una nueva dinámica política de “ganar
ganar” con la convicción de que para que al pobre le vaya bien tienen que
florecer el trabajo y las empresas y que estas no pueden ser exitosas si el
pueblo está en hambre, sin educación, sin oficio, y sin trabajo ni ingresos.
La política tiene que
nacer de nuevo. En esta trágica derrota nacional sin ganadores,
el diálogo nacional e internacional ha de ser la piedra fundamental para que
renazca la vida, la economía y la política democrática animada por la
fraternidad.
¡Feliz
Navidad a pesar de que Venezuela llega a
ella derrotada y en agonía! Que el
Niño-Dios nos traiga como regalo la convicción de que la felicitad no
está en la destrucción del otro bando, sino que el otro tiene lo que a mí me
falta y yo lo que él necesita: ser nosotros. Que el reconocido fracaso del
enfrentamiento destructivo nos lleve a entender que la puerta de la felicidad
se abre hacia fuera (Kirkegaard) y que mi llave
está escondida en el otro y la de él en mi. ¡Feliz Año 2021 con una
nueva Venezuela como tarea de todos!
Luis
Ugalde
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