La vida en el Carlton

Sábado 6 de junio de 2020

El Hotel Carlton, en la Plaza Elíptica de Bilbao, fue la sede de la presidencia del Gobierno Vasco. Allí tuvo su despacho el Lehendakari y allí celebraba sus Consejos de Gobierno y desde allí se dirigió la guerra aquellos nueve meses. Al final y antes de la entrada de las tropas sublevadas el 19 de junio de 1937, Aguirre dejó al frente del gobierno, para hacer una entrega sin destrucción de Bilbao, a los Consejeros Leizaola, Aznar y Astigarrabia.

El Carlton esos días aciagos, tuvo vida propia. Por eso le solicitamos a quien fuera Secretario de Sanidad Militar a los 23 años, José María Bengoa, que nos relate el ambiente que se vivía en el Carlton. Bengoa, médico, exiliado en Venezuela fue representante de este país en la OMS en Ginebra. Su hijo Rafa Bengoa fue Consejero de Sanidad y él, con Aya Goñi, uno de los fundadores de Osakidetza. Nacido en las Siete Calles era del EAJ-PNV.

 Esto es lo que vivió:

“Al crearse el Gobierno Vasco, el Lendakari se instaló provisionalmente en la Diputación de Vizcaya. Al concluirse las obras de adaptación en el Hotel Carlton, que se hicieron enpocas semanas, el Gobierno pasó a este edificio, donde seorganizaron las oficinas de la Presidencia y de la Conserjería de Defensa, ya que Aguirre ocupó los dos cargos. En la Presidencia tenía como Secretario General a Irala y enDefensa a Rezola.

Durante diez meses, diariamente, alternamos entre el optimismo y el pesimismo.  El optimismo nos llegaba de la voz del Lehendakari, para quien nunca existieron dificultades queno pudieran superarse. El pesimismo venía, de un visitante diario al Carlton, el Coronel Montaud, Jefe, del Estado Mayor de Euzkadi. Era un pesimismo no derrotista sino másbien constructivo, pero que contrastaba conla fe en la victoria del lehendakari. El Coronel Montaud, que vivió exilado muchos años en Venezuela, por seguir —según él decía— los consejos de su ma­dre de que nose sublevara, nunca, basaba su pesimismo en la falta de armamento adecuado.

“Mire usted, Presidente, decíale Montaud al lehendakari, yo quisiera quenuestro armamento fuera de oro, pero esde plomo, y el plomo es gris, pesado, blando y no es que yo letenga rabia, al plomo, Presidente, es que elplomo es así».El Lehendakari solía entonces hablar de lafuerza moral de los vascos, de algunas epopeyas enel pasado y algunas actuales, yterminaba imputando a Montaud dejarse llevar por un pesimismo excesivo. Terminaban abrazados, porque sabían que los dos tenían algo de razón.

En el Carlton se trabajaba mucho y se comía, muymal. La ración era la misma claro está, que la que padecía la población civil, pero en menor cantidad. El único que teníauna ración extra de un pote de leche condensada, que se lo comía con fruición yregodeo, era elperiodista, inglés Steer, que años más tarde escribiera el libro «El Árbol de Guernica». El Lehendakari comía los garban­zos cocidos como todos los demás. Al almuerzo solía comer acompañado de Rezola, Irala, o de susecretario particular Basaldua. El Lehendakari tenía su habitación privada en el mismo Carlton. Trabajaba 14 o 16 horas diarias yuna vez por semana, almenos, visitaba el frente.

Fue un privilegio para mí haber vivido aquellas horas trágicas, para el pueblo vasco, con un hombre dotado de condiciones tan excepcionales, en   quien no se sabe qué destacar más, silo humano o lo político. Tal vez en el Lehendakari  ambas personalidades tuvieron un mismo e indisoluble aliento y una mismae in­conmovible fe en el destino de Euzkadi”.

5 Recomendaciones para evitar la tensión política.

Viernes 5 de junio de 2020

La reflexión sobre los límites y las bondades de lo políticamente correcto y de la cortesía parlamentaria para la calidad y el vigor de nuestra política democrática es un tema tan apasionante como discutible. Y actual. ¿Se puede ser duro sin lesionar la vida política y democrática? Sí, aunque hay una gran diferencia entre la dureza y la agresividad; la contundencia y la inquina, o la consideración de los rivales como adversarios o enemigos. A los primeros se les combate democráticamente y se compite con ellos electoralmente, a los segundos se les pretende destruir. Hay un abismo.

La fuerza del parlamentarismo no está en que sea muy homogéneo, por el contrario, una democracia fuerte es aquella en la que, partiendo de intereses y puntos de vista distintos, se permite –se avala, se tolera y se protege– la discrepancia por muy profunda que sea.

La práctica parlamentaria no está orientada a convencer a los otros grupos de la oposición para que cambien el sentido de su voto. Es esta una apelación retórica que se ejerce desde una cierta demagogia para abdicar de la responsabilidad máxima de un parlamentario, que es convencer a la ciudadanía –y a sus electores– de la bondad de sus argumentos.

Para que este proceso sea eficaz debe reunir dos condiciones: ser libre y estar ordenado. El reglamento del Congreso (véase el artículo 104) confiere a la presidencia unos poderes extraordinarios –y discrecionales– para ejercer como árbitro imparcial. Pero no necesitamos más normas, ni interpretaciones más restrictivas, sino que es posible que la autorregulación sea más eficaz para hacer posible el juego limpio. En el caso de que la estrategia política de los actores políticos sea optar por una severa confrontación, eso no debe derivar inevitablemente en una guerra verbal que desacredite a personas, instituciones y responsabilidades. Cinco normas de comunicación política pudieran hacer posible y compatible lo duro con lo legítimo.

1.- No a las críticas ad hominem (falacia que consiste en considerar la falsedad de una afirmación tomando como único argumento quién la pronuncia). Este tipo de crítica es profundamente antidemocrática y degrada el debate político. Hay que criticar lo que dice o hace un adversario, pero no se descalifica al rival solo por el hecho de serlo o por su identidad. Además, en el ámbito parlamentario, cada electo es tan legítimo representante de la soberanía popular como el resto.

2.- Adjetivos, los mínimos. Se describen acciones, hechos, políticas e ideas. Y sus consecuencias en la vida de las personas. Los adjetivos aportan exceso de subjetividad e impiden las argumentaciones lógicas, alimentan el ruido y enmascaran –muchas veces– la ausencia de propuestas, respuestas o alternativas.

3.- El insulto personal debe ser desterrado del debate público. Pero la crítica y el contraste de ideas o comportamientos debe ser aceptable por duro que sea. La inquina personal reduce la confrontación a un matonismo parlamentario que impide el legítimo –y exigible– debate de modelos y alternativas. El insulto es el atajo de los incapaces.

4.- Los datos deben poder ser siempre contrastados, avalados y contextualizados. Su manipulación, alteración o distorsión son un retroceso de la calidad democrática. Mentir deliberadamente en el hemiciclo es una falta grave a la ética política y un deterioro de la razón como argumento de la construcción del interés general.

5.- Los familiares deben quedar al margen de los debates. Salvo implicaciones políticas directas o supuestamente delictivas. La vida privada puede ser política. La íntima, nunca.   Antoni Gutiérrez-Rubi

Malo en USA, no condenable en Euzkadi y Trump!!!

Jueves 4 de junio de 2020

Este pasado miércoles Mertxe Aizpurua, portavoz de Sortu en el Congreso (Bildu no existe) perdió una oportunidad de oro para hacer creíble su discurso democrático e iniciar una vital perestroika del mundo al que representa, un mundo surgido de la violencia más extrema. Mientras no lo hagan nunca nadie  les creerá nada a pesar del doble lenguaje que utilizan y que es preciso denunciar porque encima nos toman por tontos.

Y digo doble lenguaje porque en Madrid alaban la valentía de Sánchez y se derriten porque se les tenga en cuenta, pero en Euzkadi Otegi acusó el domingo  al PNV de anteponer el interés económico a la vida. Casi nada.

Tampoco en tribuna, y después del follón que organizaron, mencionó  el éxito inconmensurable de haber logrado que se hable de una reforma laboral que ya se estaba discutiendo y que ellos casi dinamitan. Si el éxito era tal podía haber dicho alguna palabrita. No dijo nada, porque el fantasmagórico éxito solo era un cohete de fuego artificial. Pum, y la nada. El tiempo pone las cosas en su sitio.

Si me llamó la atención que encima se vanagloriara de su pasado, cuando creo que lo mejor que puede hacer es no enseñar semejante mochila con la que  les será muy difícil conseguir ninguna cumbre si no se deshacen de ella como tienen  que hacerlo: abjurando de un pasado asqueroso, por mortal para muchos seres humanos.

Para colmo se abstuvieron ante la prórroga de la alerta. Lo lógico hubiera sido, en onda con su negativa a que se celebren las elecciones vascas porque  nos alertan que el  virus todavía anda por ahí, aunque sus buenos marianitos se toman en las terrazas, hubieran votado afirmativamente sin negociación alguna a la prórroga .No es comprensible que teniendo las ideas tan claras sobre como tenemos que seguir todos confinados se sigan absteniendo. Este es un mundo que no termina de madurar y actúa como los adolescentes con ese inmenso  temor al compromiso. ¡Voten  si, carajo! que les diría el clásico.

Para colmo están muy sensibilizados con la situación que se está viviendo en los Estados Unidos. No es para menos. Nosotros también. Dijo la Sra. Aizpurua que este tipo de acciones no son aceptables en nuestra sociedad. Y tenía razón. No son aceptables y nosotros las condenamos. Pero, las pintadas y la intimidación, en Euzkadi ¿si son aceptables?

Quien no tiene la ética y la valentía de condenar  semejantes agresiones pierde autoridad moral para denunciar absolutamente nada  porque avala y demuestra con su silencio dos cosas: una gran cobardía y una gran complicidad. Quien calla no solo calla, sino otorga.

Ese mismo día Sortu (Bildu no existe), se negaba a condenar las pintadas en los Batzokis y Casas del Pueblo, mientras emitía un comunicado terriblemente crítico, con razón, por la situación que se está viendo en los Estados Unidos, algo denunciado también por la Sra Aizpurua en la tribuna. Una gran sensibilidad por los derechos humanos que no se manifestaba con las intimidaciones en Euzkadi. Y eso que los derechos humanos son universales.

Por eso siempre es buen recordar la insustancialidad, el doble lenguaje y el disparate de gentes que no tienen las ideas claras sobre casi nada. Recordemos como en 2016, la entonces portavoz de Sortu (Bildu no existe), Marian Beitialarrangoitia, le enviaba un telegrama de felicitación a Donald Trump por su éxito electoral contra Hillary Clinton. Si alguien tiene alguna duda que lea el texto que es de vergüenza ajena. Pues bien, ahora Trump es un “terrorista” y  Sortu está contra él. Magnífico. Han tardado cuatro años en darse cuenta. Solo aciertan cuando rectifican.

Recuerdo que a diferencia de Sortu, Sabino  Arana le envió un telegrama de felicitación a Roosevelt en 1902 por la independencia de Cuba y fue encarcelado casi cuatro meses.

He expuesto hechos de doble lenguaje, uno en Euzkadi otro en Madrid, de distinta percepción de lo que es violencia, en USA y en Euzkadi, y distinto sistema de valores de una democracia asentada, aunque ya sé que les importa menos que  nada. Son como el teflón al que tampoco se le pega nada.

Y en esas estamos. Engañando a los ingenuos. Por eso lo bueno es son callarse ante tanta manipulación. Yo por lo menos, no.