La Brunete mediática vigila a Rajoy

Martes 17 de septiembre de 2013

Quizás Rajoy hubiera escrito una carta a Artur Mas algo más abierta que la que le envió el fin de semana. Pero no se atreve. Tiene a su derecha y a su extrema derecha no solo a Falange sino a la Brunete Mediática disparando a todas horas y diciéndole lo que tiene que hacer. Basan su argumentación en una Constitución que siempre han despreciado por liberal, tiene en su artículo 2 el que la soberanía reside en el pueblo español y no en el catalán o en el vasco. Y con eso numéricamente aplastan, los españoles, cualquier veleidad autodeterminista. En su ceguera no captan que así no se resuelven los problemas sino que se enconan. En el fondo rompen la idea aquella de que La Nación es un plebiscito permanente, pero el plebiscito lo trituran con el número. Siguiendo ese criterio y llevándolo al absurdo todos teníamos que ser chinos, porque son más.

El ABC ha sacado su patita de derecha dura, desagradable e impositora del feo nacionalismo español y no hace más que darle órdenes al gobierno. Sus editoriales, sus portadas, sus articulistas, se emplean a fondo. He aquí dos muestras. La primera es la de Antonio Burgos, un carca gracioso que desde Sevilla quiere configurar España. Decía así el domingo:

“Ahora estamos siendo cautivos y derrotados por el lenguaje de los separatistas catalanes. He escrito «separatista», palabra que nadie se atreve a pronunciar, voz a la que no se aplica el deseo juanramoniano. El primer triunfo de los separatistas es que estamos nombrando su plan de secesión con la palabra que les gusta: «Independentismo». No, mire usted: si yo digo «independentista» me estoy poniendo del lado de los que no quieren ser españoles. Desde la unidad de España, para los que defendemos la Constitución, los autotitulados «independentistas» son «separatistas» y sanseacabó, como dice Curro Romero. No sé otras, pero la batalla del lenguaje con Cataluña me parece que la vamos perdiendo. Y por goleada. Se están hartando de marcarnos goles, quizá porque en la alineación de la bandera de la así como tejana estrella solitaria tienen a dos glorias «nacionales» catalanas tales como Messi y Neymar”.

“Por eso me ha confortado que ABC haya puesto las cosas en su punto («intelijencia» de J.R.J.), con el nombre exacto de las cosas. Lo de Cataluña es una «sedición». ¿Passsa algo? Sí, pasa que en una región de la Patria está en sedición. Y por si ustedes no saben qué es una sedición (aparte de la charlotada de una cadena humana desde los puticlús de La Junquera hasta pisar la segunda raya de picadores en Vinaroz), copiaré la definición del DRAE: «Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión». Así que ya lo saben, por si no ha quedado claro: los separatistas son unos sediciosos que quieren romper la constitucional unidad de España”.

Y también tenemos a Ignacio Camacho:

“El nacionalismo no es una ideología sino un sentimiento, y España ha perdido en Cataluña la batalla de los sentimientos por dos razones: porque no se puede luchar contra un mito y porque nadie lo ha intentado siquiera. La izquierda porque vive seducida aún por el ficticio relato de los pueblos cautivos; la derecha porque ante la oleada soberanista se ha encogido creyendo que es mejor no excitar pasiones; y las élites intelectuales y de la empresa porque simplemente han preferido ponerse de perfil y evitar el señalamiento de ir a contracorriente. A consecuencia de esa inhibición general la independencia se ha abierto paso con la fuerza emocional de una leyenda y el vigor de una esperanza frente a una nación sin proyecto. Al menos la secesión constituye en sí mismo un horizonte, aunque sea un horizonte de fuga. Sin nadie que combata sus falacias, discuta sus premisas y cuestione sus invenciones históricas, los nacionalistas han impuesto una hegemonía doctrinal y política que domina la atmósfera civil tapando con su alharaca propagandística la evidencia de una fractura social. Una fractura cierta pero aún invisible porque el miedo, el apocamiento o la timidez impiden que aflore la queja”.

Pero quien se lleva la palma en El Mundo es Luís M. Anson que pide una caravana de Madrid a Barcelona en «favor de la unidad nacional». Seguro que si se organizara no iría él. Son terribles sus descalificaciones ad hominen. Balas dum-dum. Escribió así:

“Si Junqueras y su polichinela Arturo Mas llenan un estadio de fútbol en Barcelona en favor de la secesión, la respuesta es colmar cincuenta estadios en toda España proclamando la voluntad general de los españoles en favor de mantener la unidad de la nación. Si Junqueras y su pelele Arturo Mas organizan y pagan una cadena soberanista de 400.000 personas tú deberías poner en marcha una caravana Madrid-Barcelona que cubra 700 kilómetros con la voluntad española de mantener lo que la Constitución consagra. Si Junqueras y su muñeco Arturo Mas se dedican a financiar asociaciones, fundaciones, editoriales, periódicos impresos, cadenas de radio, canales de televisión, compañías de teatro, películas y actos del más vario género en favor de la secesión, el Gobierno español debería hacer lo mismo en toda España y, por tanto, también en Cataluña. Y no se trata solo de replicar y defenderse. Hay que tomar además con imaginación iniciativas que acorralen a Junqueras y a su monigote Arturo Mas”.

De momento la Brunete mediática solo dispara insultos y reflexiones centralistas.

 

Almunia nos amenaza

Lunes 16 de septiembre de 2013

Le he visto a Joaquín Almunia,  al lado del ex eurodiputado y ex senador de CiU Carles Gasoliba, decirle a los catalanes que si se segregan estarán fuera de la Unión Europea. Entra Almunia en el debate político español desde su cátedra de Comisario tratando de meter miedo, como el director del ABC y el académico de la Lengua Española, Luís María Anson que quiere llenar campos de fútbol españoles para decir que son más que el Nou Camp.

Almunia no ha hecho como Rubalcaba o como Pere Navarro. Ha ido más lejos. Se ha erigido en espada flamígera y nos amenaza con el frío de un infierno helado, fuera de las instituciones comunitarias.

Lo malo de estos personajes es que encima son encumbrados por las instituciones vascas. La Cámara de Comercio, Industria, Navegación y Servicios encima lo nombró Ilustre de Bilbao, por haber nacido en la Villa pero sin haber hecho nada jamás por sus contemporáneos. Primo de Ramón Rabanera y de Álvaro Aman, podía haber nacido en la Gran Vía madrileña visto su amor por la que fue su cuna. Todos recordamos su vergonzoso comportamiento cuando se produjo la crisis naval. Mientras chinos y coreanos se frotaban las manos, el Comisario de la Competencia trabajaba para ellos en lugar de para los europeos.

Le he visto en el video que repartió Deia el domingo y que EITB transmitió. Es un trabajo excelente, solo con el lunar de la aparición de este personaje que no merece estar en semejante recuento de lo que ha significado San Mamés. No sé si es socio o si cuando viene hace valer su condición de Comisario y se aposenta en el Palco como un okupa. No lo merece. No tiene la menor identificación con este país en el que accidentalmente nació. La prueba es que cuando viene se aloja en hotel. No tiene hoy aquí la menor raíz. Su residencia es Madrid donde ha medrado.

Y sobre lo que dice del frío que pasaríamos fuera de la Unión Europea permítame Almunia que no me ría porque tengo el labio partido. Si Catalunya y Euzkadi salen de la Unión, tramitarían lo que tengan que tramitar, ya que estamos en la zona euro y su ajuste dentro de la UE sería cuestión de tiempo, de poco tiempo. Europa nunca prescindiría de dos países europeos, con renta europea y con semejante vocación y tradición europea. Deje pues Almunia de amenazar, deje de venir a San Mamés para dar el pego de su bilbainismo, y deje Almunia de enredar para que la crisis naval no tenga la solución debida, y fíjese más en Cameron y menos en Blas Piñar.

¿El rey mediador?

Domingo 15 de septiembre de 2013

Pere NavarroLa ultima boutade que esperábamos escuchar ha venido del Secretario general del PSC, Pere Navarro aquel que tras el debate del estado de la nación española pidió al rey que abdicara chafándole a su jefe Rubalcaba las consecuencias del debate.

Ahora acaba de decir que la corona española podía liderar una segunda transición en España y ejercer de mediadora entre Catalunya y el gobierno español. Hace poco dijo aquello que el Concierto vasco debía desaparecer. Hay que señalar que durante treinta años el PSC ha sido el perrito de lanas del PSOE en el Congreso tras haber tenido grupo parlamentario propio en 1979 con un portavoz de la categoría de Ernest Lluch.

Me da que a este Pere Navarro se le va el tarro y ha logrado llevar al PSC a su actual situación. Hoy el rey no está para mediar nada sino para no perder él mismo el equilibrio y andar sin caerse. Es una sombra de lo que fue y de aquel pacto con la Corona que quisimos implementar en 1978 y que no quisieron. Y la moviola no existe en la actual política española. El rey, aquel que le pidió a Patxi López y a Basagoiti que le quitaran a Ibarretxe, no está más que para sopas y zapatillas de felpa al calor del sol. Ni Corinna quiere saber nada de él. Ya le tilda de anciano caballero.

Y es que España está como el rey. Decía Manuel Vicent en El País: “Un Estado no puede sostenerse sin que los ciudadanos se sientan orgullosos de pertenecer a él. El prestigio es su oxígeno. El accidente del Alvia, el fiasco ridículo de los juegos olímpicos, el descalabro de la Monarquía, la corrupción socialista de los ERE, las mentiras del Gobierno en el Parlamento para sacudirse de encima la evidencia de un infecto mejunje de financiación del Partido Popular, constituyen una situación de miseria moral que entra por los ojos. Ya hubo una gotera hace poco ante el cuadro de Las Meninas en el Prado. Faltaba otra aún más simbólica que diera sentido a esta mediocridad. Aquí está. Imagino que en el Congreso de los Diputados la gota malaya resonaría metálicamente en el balde con la misma cadencia de ese pulso exangüe que tiene nuestra sangre”.

Y es que ya ni el federalismo ni el rey tienen nada que hacer a pesar de lo que diga Soledad Gallego Díaz porque el catalán medio está harto y como me decía Javier Sardá en el programa de Emma García del sábado por la noche. «Vivo en un pueblito a unos cuarenta Kms de Barcelona y suelo ir a una tertulia de viejillos que no entienden como estoy de acuerdo con el derecho a decidir pero para quedarnos en España. Piensan que estoy loco. Y antes no era así».

Dice Soledad que hace falta encontrar una salida dentro del orden constitucional que esté a la altura del problema. Si como demuestra la realidad política no es posible plantear una reforma de la Constitución a corto plazo y si ningún Gobierno español se va a considerar previsiblemente capacitado para convocar un referéndum consultivo, las elecciones plebiscitarias se convierten, quizás, en el único mecanismo capaz de evaluar si existe esa pretendida mayoría favorable a la secesión. Saber si existe una mayoría tan cierta, incuestionable y sostenida en el tiempo que interpele al resto de los españoles y nos comprometaa exigir la reforma constitucional que permita al menos empezara andar ese camino”. Soledad se equivoca una vez más.

Como dije en el programa del sábado recordando a Manuel Azaña. “No se puede detener un torrente con una espada”.