Rajoy no aborda la lacra de la corrupción

Viernes 22 de febrero de 2013

Finalizado el debate llamado por cierta prensa como el de la Corrupción y no del Estado de la Nación, queda para las propuestas de resolución de la semana que viene lo que los partidos puedan proponer para abordar la persecución de la corrupción cuya impunidad y forma de actuar tienen fiel reflejo en el caso Bárcena. Mientras Rubalcaba dice que ellos por haber sido condenados son especialmente sensibles, y sin embargo se reparten los puestos del Tribunal de Cuentas, el PP mira para otro lado y Rajoy puede ostentar el récord de no haber pronunciado una sola vez la palabra maldita: Bárcenas.

Pero es algo perentorio. Esta semana se lo pregunté a Montoro. Me salió por peteneras porque el control político, cuando un partido tiene semejante mayoría absoluta, aunque no social, es casi imposible. Publiqué su respuesta.

Pero sigo insistiendo. Al Tribunal de Cuentas hay que cambiarlo de arriba abajo.

A la corrupción privada hay que añadir la política o pública, que afecta a aquellos políticos, gobernantes y administradores públicos que abusan de su poder vendiendo bienes públicos por debajo de su valor o dando concesiones administrativas por encima de su valor, para obtener una ganancia privada o partidista.

El índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional (2012) clasifica a España en el puesto 30 detrás de Chipre y de Botsuana y por delante de Portugal, cuando la gran mayoría de los países de la Eurozona están entre los 22 primeros, salvo Italia (72).

Corrupción privada y pública atañen a la inspección fiscal, Policía, Guardia Civil y también a la justicia, que siendo mayoritariamente eficiente, es excesivamente lenta, haciendo que muchos delitos prescriban antes de llegar a la Audiencia o al Supremo, incentivando a muchos delincuentes extranjeros a residir en España.

“Es muy difícil asimismo que el Tribunal de Cuentas detecte cualquier tipo de fraude en la actividad que realiza. Su prioridad no es luchar contra la corrupción, sino verificar que el presupuesto que se aprueba tiene su destino”. El organismo autónomo tiene como función la actividad fiscalizadora de la actividad económica del sector público. Esta institución revisa las cuentas de los partidos políticos y los procesos electorales. Podría servir como un cortafuegos contra la corrupción, pero sus miembros admiten que su funcionamiento es poco práctico. “La institución no está preparada para luchar contra la corrupción”, reconocen.

Es un órgano colegiado cuyos integrantes son designados en el parlamento como representantes de los partidos políticos mayoritarios, lo que entorpece su funcionamiento. El Tribunal de Cuentas tiene 801 empleados públicos y un presupuesto que ronda los 61 millones de euros. Desde el Tribunal de Cuentas explican que su trabajo consiste en realizar una auditoría de carácter financiero. “Se ven las grandes partidas presupuestarias pero no se llega al detalle”, precisan fuentes de la institución que destacan que carecen de acceso a los bancos de datos de la Agencia Tributaria, la Seguridad Social o el Banco de España. Admiten la dificultad para detectar las irregularidades que cometen los partidos, sobre todo en los procesos electorales, donde a menudo los gastos en publicidad y los pagos son difíciles de justificar. El Tribunal de Cuentas acumula un importante atasco.

Ante tanta crítica algo se ha movido.

El Tribunal de Cuentas tiene 800 empleados públicos para fiscalizar la cuenta general del Estado, las de más de 8.000 Ayuntamientos, 17 autonomías, cientos de entidades públicas, y todos los partidos políticos con representación parlamentaria. Para este último cometido hasta ahora solo había siete personas, según fuentes del Tribunal. Pero ese equipo se va a triplicar, hasta 22, para intentar cumplir el complicado objetivo que se acaba de marcar el pleno: tener fiscalizadas en julio las cuentas de los partidos correspondientes a los ejercicios 2011, 2010,2009 y 2008. Es decir, resolver en cinco meses el trabajo acumulado de cuatro años. El último ejercicio fiscalizado es 2007.

Para cumplir con esa meta empezarán a revisar las cuentas de los partidos por el final, es decir, primero las de 2011, y después las de 2010, 2009 y 2008.

El retraso del tribunal es mucho menor en la revisión de la Cuenta General del Estado, las de los Ayuntamientos -que se digitalizaron hace solo dos años- y las de los procesos electorales. En la práctica, los cinco años de demora sobre la fiscalización de los partidos políticos impide ejercer un verdadero control e imponer sanciones. En cualquier caso, tal y como está concebido, el Tribunal de Cuentas funciona «como una auditora» y se limita a examinar «la documentación que entregan los partidos», pero no puede perseguir la corrupción, o, como explica un miembro de la institución, «hacer registros y ordenar que se abra un cajón». En definitiva, nada serio.

Guillot no quiso que Aznar declarara “Paria” a Goiaga

Jueves 21 de febrero de 2013

Jordi Guillot es senador por ICV. Fue su secretario general. Es un tipo de una pieza. Ha sido presidente de la Comisión de Cooperación. Lo saco a colación al transcribir su intervención cuando el PP en el último pleno quiso declarar “paria” al nuevo senador del Grupo de Amaiur, Goiaga. Si esta semana publiqué la intervención de Aznar (PP) y de Unamunzaga (Amaiur) a continuación publico la postura de Guillot. Dijo así:

Tiene la palabra el senador Guillot.

El señor GUILLOT MIRAVET: Gràcies, president.

Señorías, mi biografía y la de mi partido está siempre al lado de las víctimas. Al lado de las víctimas inocentes y especial y principalmente al lado de las víctimas de ETA. En segundo lugar al lado de la democracia y la libertad y, fruto de ello, de condena permanente del terrorismo. Esa es mi biografía, la biografía de mi partido.

Pero, permítame que le diga, señor Aznar, que si usted hace una intervención poniendo a las víctimas encima de la mesa, solo cabe un silencio respetuoso. Pero el problema no es ese. El problema que nos tenemos que plantear hoy aquí en esta Cámara como demócratas es si nuestra democracia, nosotros, cada uno de nosotros, ayuda a avanzar en la desaparición total de la violencia en el País Vasco o no. Ese es el reto. Y la realidad en estos momentos, y lo decía el portavoz del Grupo Parlamentario Vasco en el Senado, es que hay un cese de la violencia, incompleto; yo también estoy por la disolución y la entrega de las armas, sin contrapartidas; pero hoy hay un cese de la violencia. Y los demócratas frente a esta realidad, insisto, tenemos dos caminos: apoyar desde los límites del Estado de derecho este proceso para que avance, para que se consoliden por primera vez la convivencia y la paz o situarnos en que no.

Ha habido mucho sufrimiento, que es verdad; hay unos culpables, que es verdad; y como la realidad es así, que desaparezcan. Pero es que no van a desaparecer, no van a desaparecer. Y, señorías, si nosotros planteamos que debe cesar la violencia, que queremos la disolución de ETA, que queremos la normalización democrática y la presencia en las instituciones democráticas del mundo abertzale, ¿a quién se creen que van a mandar a las instituciones?, pues a abertzales. ¿A quién se creen que van a mandar? España no es el primer país que tiene que afrontar un proceso como éste ni es la primera vez en las Cortes Generales que conviven víctimas y verdugos; no es la primera vez; en 1977 pasó, fuimos capaces de superarlo, y creo que esta es la apuesta que deberíamos hacer.

Es por ello que, en nombre de Iniciativa per Catalunya Verds, nosotros nos vamos a abstener en la votación de esta moción, insisto, desde el respeto a las víctimas, desde el apoyo a la democracia y a la libertad pero también desde un incuestionable apoyo a un proceso que nos tiene que llevar a la desaparición definitiva de la violencia y a la plena normalidad democrática en Euskadi y en España.

Gracias, señor presidente. (Aplausos.)

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, senador Guillot.

 

Ahora resulta que Pere Navarro es monárquico.

Miércoles 20 de febrero de 2013

Lo que nos faltaba. O lo que le faltaba al socialismo catalán. Un presidente de partido que no se entera. Pere Navarro ha pedido en la Cámara de Comercio de Barcelona la abdicación del rey para que le sustituya  su hijo con el nombre de Felipe VI. Por cierto Felipe V fue un rey nefasto para los catalanes con su decreto de Nueva Planta. Que le pregunten a la estatua de Casanova. Y es que la monarquía siempre ha sido muy «sensible» con los hechos diferenciales.

Lo que tenía que haber dicho Pere Navarro, si hubiera hecho honor a la historia de su partido es que abdique el actual rey y se convoque un referéndum para que la ciudadanía decida con su voto si quiere que tras Juan Carlos venga su hijo. En eso consiste la democracia y no en que un hijo sustituya a su padre en la jefatura del estado por que sí. ¿Es lo que quiere el republicano Pere Navarro?. Que se acuerde que al padre lo puso ahí Franco, un dictador sanguinario y cruel.

Ahora me doy cuenta el porqué de lo mal que están los socialistas en Catalunya. No se enteran de nada. Dicen que son Juancarlistas pero quieren que agotado el Juancarlismo  el hijo del actual rey hijo le suceda .Por otra parte aluden a los republicanos que son. Si uno es republicano quiere que llegue la República. Si uno es monárquico lo que quiere es que un hijo, porque sí, sustituya a su padre. ¿Esta gente qué es?. ¿Este Pere Navarro se entera de algo?.

Le he oído decir a Alfredo Pérez Rubalcaba que él es la Madre Teresa de Calcuta haciendo oposición. Ya se nota. Pues bien, este Pere Navarro no llega ni a eso. Es simplemente un mayordomo de Corte.