El secreto está en la Secretaría

Hace tres meses escribí sobre la clave de la renuncia de Zapatero a su tercera candidatura a la presidencia del gobierno. No era como dijo algo que lo tenía pensado, aunque no anunciado. Esa fue una mentira, porque si las encuestas le hubieran sido favorables, su candidatura estaba hecha. Mintió. Pero se reservó una carta que entonces no dijo y que yo supe por confidencia de un socialista de su entorno. Se iba aparentemente, pero quería conservar la secretaría general del PSOE y seguir siendo diputado. Se presentaría Rubalcaba, y cuatro años después si ganaba bien, y si perdía ahí estaba él, Zapatero, que había dejado una economía encausada. Ese era el plan.

Pero nadie tuvo en cuenta el maquiavelismo de Pérez Rubalcaba. Este le  sugirió al oído a Rodolfo Ares y a López que plantearan un Congreso en el PSOE. Eso le permitiría a él optar no solo por ser la cara electoral, sino ostentar la secretaría general, el que hace las listas y el que manda, y si perdieses, tenía cuatro años mangoneando en las Cortes.

Esto irritó sobremanera a Zapatero que se sintió traicionado por alguien que había prohijado, como Patxi López, sobre todo  cuando hace dos años, le permitió pactar con el PP y llegar a Ajuria Enea, y lograr por tanto tener al PNV enfrente en aquel inicio de la legislatura sin ninguna mayoría. Por eso el cabreo del jueves  fue de tal magnitud que ese mismo día dio luz verde para que aquellas transferencias que desde febrero estaban bloqueadas a cuenta de su financiación, de repente, en 24 horas y por arte de magia se hicieron posible. Y ahí están.

Zapatero está comprobando en carne propia que la política es complicidad sin amistad y que él valía en tanto en cuanto ganaba. Ahora cuyo olor a cadáver es evidente, las filas de amistades se clarean. Pronto quien olerá a rosas será Rubalcaba.

Pero esa clave de la secretaría general ya la dijimos. Lo que me extrañó fue que nadie hablara de ésto. Y ahí estaba  la clave.

De momento salvan los muebles, pero las navajas están muy afiladas. Tras siete años de aplausos, carantoñas, silencios, aguantar el relevo de la vieja guardia, las tripas del PSOE están muy ruidosas. La cara ayer de Carmen Chacón no era más que un apunte de lo que digo.

En este momento todo el PSOE confía en este flautista de Hamelin que es Pérez Rubalcaba, pero él lo quiere hacer con su equipo. Y un apunte final: el gran perdedor ha sido López. Ya tiene menos amigos en Madrid. Ya no es el mirlo blanco. Y le pasarán factura por lo hecho. Solo que como la venganza es un plato que se sirve frío él solo sabe que la cuchilla no le llegará ahora. Pero es solo cuestión de tiempo.

CiU logra lo inesperado: La Diputación de Barcelona

Esta semana en el pleno del Senado hemos felicitado a los catalanes del Grupo CIU. Su portavoz Jordi Vilajoana, estaba exultante. Y nos decía: “Hace siete años no teníamos nada, pero es que nada de nada. Ni un sitio donde caernos muertos que es además lo que quería el tripartito del PSC, ERC e ICV. Y hoy lo tenemos todo. Para que veáis lo que es la política”.

“La gente se cansa de experimentos y eso va a pasar con Bildu, continuaba. Si mantenéis bien el tipo las aguas volverán a su cauce. Pero lo que más nos ha extrañado ha sido lograr la Diputación de Barcelona. El ayuntamiento era posible, pero no la Diputación y ésta es una plataforma de poder extraordinaria. Estamos que flipamos”.

El mapa resultante de las elecciones del domingo 22 ha dado la vuelta al reparto de fuerzas en la Diputación de Barcelona. El organismo provincial, gran desconocido para muchos ciudadanos, tiene una enorme potencia en medios humanos, materiales y económicos. Para todo aquel que quiera administrar recursos públicos es un caramelo. Y, no menos importante, quien lo controla tiene en sus manos un instrumento de considerable influencia territorial.

CiU ha logrado la mayoría, aunque necesitará pactos para gobernar. De los 17 diputados con que partía, ha subido a 20 -la absoluta está en 26- superando al PSC, que de 24 ha bajado a 19. El PP ha obtenido seis (antes tenía cuatro), ICV-EUiA cuatro (los mismos que en el anterior mandato) y ERC dos (también se queda igual). Sólo en las primeras elecciones, las de 1979, CiU había vencido al PSC (19 a 17). Aquel año se formó un gobierno de unidad encabezado por Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat provisional. Un año después, accedió al cargo Francesc Martí Jusmet, fruto de un acuerdo PSC-PSUC. Desde entonces, la entidad siempre ha estado controlada por la izquierda.

Los responsables de CiU no contaban con ganar en la Diputación y los del PSC con perderla. Una cosa era un vuelco en el Ayuntamiento de Barcelona, posible según indicaban las encuestas desde hacía meses, pero otra muy distinta reproducir el vuelco en el ente provincial. Para ello, el 22-M la federación nacionalista debía imponerse en la mayoría de partidos judiciales, las unidades territoriales que sirven de base para la elección de los diputados. Y lo hizo.

Materializado este cambio -la constitución de la Diputación se hará después de la de los ayuntamientos del 11 de junio- toca pactar su gobierno. En los últimos mandatos lo aseguraban PSC, ICV-EUiA y ERC. Ahora, hay varios escenarios. Desde un acuerdo CiU-PP, que algunas fuentes ven como el más posible, hasta la sociovergencia, una opción que no puede descartarse. Todo podría depender de si el órgano provincial forma parte de una negociación más amplia que incluya ayuntamientos con mayorías aún abiertas. Lo que parece claro es el que su próximo presidente, que sustituirá al socialista Antoni Fogué, será de CiU.

En cualquier caso, nadie quiere renunciar a gestionar esta entidad. Con un presupuesto consolidado para este año de 661,8 millones de euros (un 6,5% menos que el 2010), despliega, pese a la crisis, una ingente cantidad de fondos en cooperación con los ayuntamientos. Allá donde estos no llegan solos pueden hacerlo con su ayuda. Para ello hay un plan de concertación mediante el que se apoyan inversiones en infraestructuras, equipamientos, servicios y actividades en prácticamente todos los ámbitos, entre otros, bienestar social, cultura, educación, deportes, comercio, desarrollo económico, salud, consumo, medio ambiente, espacios naturales, urbanismo o vivienda.

La Diputación cuenta con una plantilla de 3.980 personas, de las que 1.031 son de organismos autónomos. El gasto de personal asciende a 260,9 millones de euros, el 38,4% del total del presupuesto. A pesar de este volumen, los últimos años el número de trabajadores se ha reducido (en un 15% desde el 2005). Las retribuciones de su presidente -si tiene dedicación exclusiva- asciende a 9.184 euros al mes, una cantidad superior a la del alcalde de Barcelona. Los diputados con cargos ejecutivos rozan los 7.000 euros. La voluntad de CiU y del PP es adelgazar esa institución, en estructura y en empleados. Actualmente está dotada de doce áreas, además de la presidencia, cada una con una laberíntica organización de gerencias, oficinas y servicios repletos de cargos. Y sus brazos se extienden mucho más allá, mediante entidades con personalidad propia de lo más variadas, entre las que están el Instituí del Teatre, el Consorci de Comunicació Local o el Patronat d’Apostes.

No me extraña que Vilajoana nos dijera lo que nos dijo. Paciencia, siete años de travesía del desierto y ver como la ciudadanía catalana se da cuenta que el cambio está muy bien, pero es mejor que las aguas vuelvan a su cauce. Y volverán a nada que trabajemos y lo hagamos bien.

Un rato en la Puerta del Sol

Pasé el martes a eso de las ocho por la Puerta del Sol. La plaza estaba atiborrada de gente. Había pasado antes por la Plaza de la Opera donde vi unos tres círculos de gente joven discutiendo, hablando, argumentando de forma muy tranquila. Lo mismo en La Puerta del Sol con la diferencia de que en esta plaza había tiendas de campaña, toldos, chiringos, algunos bastante sucios y acumulando cartones y plástico. Y, por todas partes, carteles, letreros, frases. Algunas muy ingeniosas, otras banales.

El espectáculo era insólito y muy interesante. Había gente mayor, pero era la menos. La mayoría estarían entre la treintena y la cuarentena.

Al pasar me dieron un manifiesto que en líneas generales podría firmar el PNV. Pedir la separación de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial es denunciar una evidencia. ¿Quién designa el poder judicial sino el PP y el PSOE?. ¿Es normal que no se pueda controlar de verdad al poder ejecutivo?. ¿Es normal que el rey sea intocable?.

Se pide transparencia informativa en todos los niveles del estado. Pues claro. Se piden medidas para incentivar y facilitar la participación ciudadana en la vida política, y la obligación de consultas en temas clave. Mayor facilidad para solicitar referéndums por iniciativa popular, posibilidad de revocar leyes y cargos electos mediante consulta popular. Totalmente de acuerdo. ¿No era eso lo que quería el Lehendakari Ibarretxe?.

Piden el endurecimiento de la lucha contra la corrupción. Muy de acuerdo. La pasividad actualmente vigente y la lentitud en el castigo es sangrante.

Y así todo.

De eso estuve hablando con varios jóvenes que de manera educada me abordaron. Les hablé de las listas abiertas del senado, de las consultas populares, del trabajo sordo que se hace en las instituciones y no se conoce. De ir abandonando la política espectáculo y les propuse que cuando acabe la presencia en La Puerta del Sol entreguen el manifiesto a todos los partidos y busquen el compromiso de los mismos y tras cuatro años, se erijan el tribunal público a la hora del análisis de lo hecho y de petición de responsabilidades, con señalamiento público a quien no cumpla lo prometido en el programa electoral. Porque no todos los partidos pensamos lo mismo, ni somos lo mismo. Y lo peor es la generalización en la crítica. Este movimiento debería convertirse en un gran notario y fiscalizador de la realidad. Y actuar ante la opinión pública. Sería bueno para todos. El ojo público es fundamental.