Sin tarjetas de navidad

Cuando viajé a Madrid el lunes, hice la maleta para cinco días. Se iban a discutir los presupuestos generales del estado y entre enmiendas y vetos, había tajo para muchas horas. Sin embargo, el primer veto discutido, el de nuestro amigo José Manuel Pérez Bouza, del Bloque, prosperó. Le apoyó el PP, CIU, ERC, IU, UPN, y algunos del Grupo Mixto. Y ese mismo lunes, la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, recogió sus papeles y se fue a casa con los presupuestos devueltos y, en el fondo, encantada. Reabrir la discusión sobre las pensiones y obligar a CIU a desdecirse de lo dicho antes de las elecciones del 28 de noviembre, hubiera hecho tambalear al gobierno y puesto en alerta a los mercados, por lo que en el fondo se fue de lo más feliz a su Ministerio.

Y es que todo está un poco patas arriba. Y Rubalcaba en todo.

Lo más llamativo es la ausencia de tarjetas de navidad. Otros años por estas fechas, teníamos cajas de ellas. Hoy a lo sumo diez. Y pienso en Unicef y en los que viven anualmente de éste gasto navideño, en lo que estarán pensando porque entre internet y la crisis, la puñalada al sector tiene que ser de órdago.

Como el de los obsequios navideños. Todos los años la Mesa del Congreso y Senado suele aprobar regalar a parlamentarios y funcionarios una cesta. Este año, nada. Solo una copia facsímil de un librito sobre la Constitución de 1810 y que además habla de La Nación española. Los únicos que se han estirado han sido los catalanes que suelen regalar aceite; el gallego que regala un queso; el navarro queso y chorizo; un mallorquín, una bolsa de pastas y nosotros, txakolí, vino y queso y una senadora de Cáceres, un vino de su pueblo. Pero todo en servicios mínimos.

Me vino a visitar el nuevo embajador de Honduras en Madrid. Es un empresario preocupado por el cerco que todavía se ejerce contra su país incluso después de las elecciones. Me habló del problema de la droga en Centroamérica que debe ser creciente.

Y me crucé en pasillos con la senadora del PSOE que tuvo a su cargo la réplica a nuestra iniciativa para que se reconociera la independencia de Kosovo. Yo le había argumentado que España no reconocía Kosovo fundamentalmente por Catalunya y Euzkadi y ella me decía que no. Ante la aparición de los papeles de Wikileaks, que me daban la razón, me comentó que el fin de semana había pensado que en cuanto yo le viera por los pasillos se lo diría, como así ocurría y que, efectivamente, tenía razón.

Y acudí a la invitación de Radio Nacional para hablar sobre la situación de Haití. Y hablé. El país más pobre de América, con el 80% bajo el umbral de la pobreza. Diez millones de habitantes en 27.750 kms, con una renta per cápita de 772 dólares. Un país deforestado. En 1923 estaba cubierto en un 60%, en el 2006, en un 2%. Terremoto, huracanes, cólera y elecciones fraudulentas. De ahí la importancia de no abandonar el foco de atención para que el interés no decaiga y ese pobre país, tras un diagnóstico adecuado, pueda sacar cabeza.

Les invito a visitar a Eulalia

Estos días de puente fui con Naiara a ver una exposición que me dejó impresionado. Era en el Museo Antropológico del Casco Viejo de Bilbao y en ella se exponían las fotografías de una bilbaína singular, Eulalia Abaitua a quien acaban de dedicarle una calle. La tiene merecida.

En blanco y negro Eulalia fotografía fundamentalmente mujeres vascas, de ahí que fotógrafas chicas jóvenes y mujeres, feministas, artista y gente sensible al pasado deberían ver esta estupenda muestra. Maite Redondo dio cuenta de esta magnífica exposición que vuelvo a recomendar.

Es la primera fotógrafa de la que se tiene referencia en Euzkadi. Eulalia Abaitua Allende-Salazar (Bilbao 1853-1943) nació en el Casco viejo de la capital bizkaina, estudió en Catalunya y se casó con un naviero a los 19 años. Pero nunca se conformó con el papel con que le había otorgado la sociedad: ser una burguesa, felizmente casada y madre de cuatro hijos.

Su vida cambió cuando el matrimonio se trasladó a vivir a Liverpool (Gran Bretaña) durante la guerra carlista. Allí tuvo su primer contacto con la fotografía, aprendió la técnica y compró los materiales. Finalizada la contienda y de regreso a la capital bizkaina, montó su propio estudio en el sótano de su casa de Begoña, en el Palacio del Pino, al lado de la Basílica, y comenzó a retratar a las personas que le rodeaban, sus fiestas y sus ritos. Eulalia Abaitua tomó sus primeras fotografías en el año 1873. Sus últimas obras, algunas de ellas en color, están fechadas en 1939, cuatro años antes de su muerte.

Euskal Museoa/Museo Vasco presenta una retrospectiva en la que se incluyen algunas de las imágenes más hermosas de esta fotógrafa amateur, que constituyen un magnífico documento histórico que recoge las costumbres, fiestas, tradiciones y, en definitiva, la vida pasada de nuestro pueblo. De ella ha dicho Alberto Schommer: «Esta mujer que no busca el arte por el arte, ni tampoco el juego de luces o las composiciones rebuscadas, es una auténtica repórter, que ahora sería un gran fotógrafo de la Agencia Magnum».

La muestra reúne 55 imágenes en blanco y negro y una proyección que contiene otras 161 reproducciones -en su mayoría inéditas- pertenecientes al legado, de más de 2.500 obras, de esta fotógrafa aficionada, que también se encuentra depositado en esta entidad museística.

A Eulalia Abaitua le gustaba retratar a las personas sencillas, humildes y casi anónimas. Algunas le han puesto el nombre sus descendientes cuando han ido a ver las tres exposiciones que el museo ha organizado desde 1990 con su obra. Esta pionera de la fotografía vasca ha captado como nadie imágenes de mujeres vascas, de la ría de Bilbao o de familias tradicionales. Como no podía ser de otra manera, las protagonistas de una gran parte de las imágenes son mujeres. Trabajando en el campo, cocinando en casa, en familia o solas, hablan del duro esfuerzo cotidiano, donde a pesar de todo, a veces se dibujan sonrisas.

Eulalia Abaitua tuvo algunos lugares predilectos para sus tomas fotográficas, como la ría de Bilbao, el valle de Arratia y la anteiglesia de Begoña, donde ella vivió durante años. Allí, en Begoña, retrató con su cámara a gente que conocía como a Tomasa y Brígida, que daban chocolate con bolado en la casa de la Novena, a la ponchera, que colocaba su puesto delante del santuario, al escultor Bernabé de Garamendi, con quien hablaba de vez en cuando, a la lavandera Rosario Arabiourrutia del caserío Boni, a los del txakoli Macharratia, a los sacerdotes de la basílica, Juan Cruz Unceta y su sobrino Bernardo Aztigarraga… «En Begoña, Eulalia Abaitua se implicó como reportera gráfica hasta el fondo, fotografiando sin descanso todo lo que acontecía entre los dominios del Ayuntamiento con la plaza pública y el santuario que tenía la campa delante: las celebraciones civiles y religiosas, las ferias de ganado, los bailes, las comidas, el agua de las fuentes, las bodas… Retrató a visitantes nómadas, como los gitanos, que instalaban su campamento en Santutxu y visitaban el Palacio del Pino para vender sus productos. En definitiva, reflejó como nadie la vida diaria», explica Jiménez Ochoa de Alda en su libro.

En el valle de Arratia visitó sus pueblos, sus barrios, sus iglesias y caseríos hasta llegar a las estribaciones del monte Gorbea. Destacan de estos lugares, sus Miradas del pasado, que incluyen retratos de ancianos y ancianas -algunas de ellas fumando, algo muy revolucionaria para aquella época- testigos vivos de la cultura tradicional vasca de aquella época.

También supo capturar con su cámara la actividad de las márgenes de la ría de Bilbao (Bilbao, Sestao, Portugalete, Santurtzi, Las Arenas o Algorta). Las fotografías de Eulalia Abaitua permanecerán en Euskal Museoa hasta el próximo 29 de mayo de 2011.

Gaitas en Bilbao

En Venezuela desde el 16 al 24 de diciembre se celebran de noche las misas de aguinaldo donde la gente durante la misa y tras ella canta las llamadas gaitas que son villancicos acompañados por el cuatro (guitarra), las maracas, la tambora, y la zambomba o furruco. Son letras ingenuas y repetitivas pero muy melódicas y por tanto no solo cantables sino bailables. Se sabe que llega la Navidad cuando ese tipo de música lo inunda todo ya que todo se centra en el nacimiento del Niño Jesús. Allí no hay Reyes, ni Olentzero, porque todo gira alrededor de la fecha del 24 de diciembre y del Niño Jesús que es quien trae los regalos.

Queriendo traer esta música, el Consulado de Venezuela en Bilbao organizó en la iglesia San Francisco Javier una sesión de estos aguinaldos el sábado pasado. Pocos vasco-venezolanos. Muchos venezolanos que viven ya en Euzkadi que para mi sorpresa llenaban la nave y seguían los cantos con verdadera pasión.

La mayoría de estos aguinaldos han sido la música de fondo de nuestra infancia y es por tanto muy agradable escucharlos, aunque la acústica de la Iglesia no fuera todo lo buena que requiere una sesión de éste tipo. El acto terminó con el párroco invitando a los presentes a pan de jamón. Seguramente no habría hallacas, porque éstas multisápidas, como las llamaba el líder adeco Rómulo Betancourt, son caras y constituyen un buen termómetro de cómo anda la economía del país. Las hallacas, tan necesarias como el turrón en estas latitudes, envuelven su harina de maíz en una hoja de plátano, se amarran y se hierven y es un plato delicioso. Sé de unas chicas vasco-venezolanas que las hacen y venden a siete euros la hallaca. Si alguien está interesado en comprar algunas que me escriba.

Este acto tan bonito de una navidad tan entrañable como la venezolana, tan familiar y tan humana, contrasta con lo que aquel día hacía público Amnesty International y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidiendo la libertad de la jueza Afiuni, una jueza encarcelada por Hugo Chávez y recluida en una prisión donde las presas juzgadas por la juez no le dejan salir de la celda donde ha sufrido toda clase de vejaciones. El delito de la juez fue dejar en libertad a un procesado que había superado de largo su prisión preventiva y Chávez en “Aló Presidente”, la llamó bandida y allí mismo dijo que la condenaran a cuarenta años de prisión. Es un tema sangrante que estamos siguiendo muy de cerca.

Termino este comentario con la primera gaita que nos cantaron el sábado para que se vea el tipo de letra que tienen estos aguinaldos, cuya lectura nos ilustra, pero a la que le falta el sonido reiterado del cuatro, las maracas y el furruco.

El niño criollo (De Isabel Herrera y Luis Morales Vance)

Si la Virgen fuera andina

y San José de los llanos,

 el niño Jesús sería,

un niño venezolano.

I

Sería un niño de alpargatas

y lilquiliqui planchado,

y en vez de aureola un sombrero

de cogollo deschiflado

II

Tendría los ojos negritos

quién sabe si aguarapaos

y la cara tostadita,

del sol de por esos lados (Bis).

III

Por cuna tendría un chinchorro

chiquito y muy bien tejido,

y la Virgen mecería

al niño Jesús dormido (Bis).

IV

Los Reyes Magos vendrían

de Cumaná y Margarita,

trayendo perlas al niño

canastas de oro en pepitas (Bis).

V

El crecería en las montañas,

cabalgaría por los llanos,

cantándole a las estrellas

con su cuatrico en las mano (Bis)…

 http://fiestasnavidad.blogspot.com/2009/11/aguinaldo-venezolano-el-nino-andino.html