Las razones invisibles de la crisis del Sahara y Wikileaks

Norberto Bobbio fue un gran teórico de la democracia a la vez que un notable filósofo italiano. En 1984 publicó un libro «El futuro de la democracia» en el que explicaba la distancia entre las promesas de la democracia y los grises y las opacidades del ejercicio del poder. En este libro,  proponía “hacer descender la democracia del cielo de los principios a la tierra donde chocan fuertes intereses», abriéndose paso «entre la lección de los cínicos y el catecismo de los iluminados». Primera lección: el paso de aquellos polvos a estos lodos no es el que va de la teoría a la práctica, o de las leyes existentes a su permanente incumplimiento, sino el que va de una realidad indeseable a otra que mejore un poco las cosas.

Se refiere Bobbio, específicamente, a la democracia como «el gobierno del poder público, en público». Es el régimen del poder visible y se opone, como tal, a los poderes invisibles y los secretos de Estado en los cuales se suelen escudar los gobernantes y grupos de poder para eludir el control y la evidencia de sus actos.

Todo esto me ha venido a la memoria tras haber visto en vivo y en directo la desastrosa actuación del gobierno del presidente José Luís Rodríguez Zapatero en relación a la crisis del Sahara. Con todo el país lleno de familias que en verano reciben a niños saharauis, con todo el recelo que despierta siempre el gobierno de Marruecos, con la inmensa losa histórica que soporta la reciente historia española al recordar la vergonzosa descolonización del Sahara y la inaceptable huida española, ¿cómo es posible que el ministro de la presidencia Ramón Jauregui le otorgara la soberanía sobre el Sahara a Marruecos y Zapatero dijera que «las relaciones con Rabat es un tema prioritario, es un tema de Estado”. «La solución del problema del Sahara, yendo al fondo del asunto, es una solución que no se puede imponer a ninguna de las partes, tiene que ser fruto de un acuerdo». ¿Y las resoluciones de las Naciones Unidas?. Muy bien, gracias. Para colmo, visitó Madrid el ministro del Interior marroquí, el responsable del apagón informativo, el que no permitió que Al Aiún viajasen periodistas y parlamentarios y el PSOE seguía diciendo que hasta que no haya un esclarecimiento de los hechos no condenará a Marruecos por haber eliminado un campo de refugiados saharauis entrando en él a sangre y fuego. ¿Les suena lo de no condenar?. ¿Que tendrá ésta palabra para que Otegi con relación a ETA y Ramón Jauregui con relación a Marruecos, no la quieran usar?. ¿Para qué tiene España destinado en Marruecos un servicio diplomático acreditado y para que existe el CNI con todos sus efectivos desplegados?.

Asimismo uno de los aspectos desoladores para la causa saharaui la decía Daniel Ellsberg, aquel alto funcionario de la Administración Johnson quien en 1969 se hizo famoso por filtrar los papeles del Pentágono que expusieron las mentiras del gobierno de los Estados Unidos sobre la guerra del Vietnam. Pues bien. Daniel Ellsberg dice ahora sobre las revelaciones de Wikileaks: “Creo que uno de los mayores secretos que hasta ahora se han revelado, es la poca diferencia que existe entre las políticas exteriores de Barack Obama y George Bush. De hecho la mayoría de estos cables son de entre 2007 y principios del año actual, e incluyen un año entero de Obama en la presidencia. Lo que hemos visto hasta ahora indica que no se puede diferenciar el uno del otro”. Desolador.

Yendo a lo publicado sobre Marruecos, nos encontramos con esta evidencia: “Los estadounidenses siguen con interés la agenda internacional de El Elíseo: su nueva política africana, su interés por agradar al rey de Marruecos, mediante el apoyo expreso al plan de autonomía de Rabat para el Sahara Occidental, o su empeño en hacer negocios con Arabia Saudita”. Lo que dicen estos papeles del Departamento de Estado nos indican que si España no trabaja con Francia y los Estados Unidos la situación del Sahara, nada va a lograr el Polisario. Y Zapatero, en estos años no ha hecho absolutamente nada. De ahí que Jáuregui, que todavía no ha dimitido, le otorgaba a Marruecos la soberanía sobre la antigua colonia española.

El problema del gobierno español no es Al Qaeda, porque si así fuera lo sería de toda Europa. Tampoco lo es la inmigración marroquí. El problema de fondo, del que no se habla, tiene dos nombres: Ceuta y Melilla, y un gran chantajeador: Mohamed VI.  Eso es lo que decía Bobbio cuando se refería a los poderes invisibles y a los secretos de estado.

Ante eso, la política del gobierno Zapatero durante estos siete años de mandato ha sido que­rer acariciar al tigre, hacerle la manicura, apostar por Marruecos. Pero al tigre no se le puede hacer la manicura. Tarde o temprano te dará un zarpazo. Lo que debería haber hecho en estos años Zapatero habría sido poner este asunto como prioridad de su agenda y haberlo trabajado con el gobierno francés, gran responsable de todo, y con el gobierno norteamericano, que en un pis pas, solucionó en su día el contencioso de la Isla Perejil. Pero no lo ha hecho, se ha entregado de pies y manos al rey de Marruecos al que sus súbditos besan todavía las manos y se ha llevado las manos a la cabeza ante una situación que, o se aborda con criterios de solución, o se envenenará gravemente y tarde o temprano nos pillará a todos.

Finalmente en relación al sufrido pueblo saharaui Zapatero se ha olvidado de algo primordial en política y que lo verbalizó Maya Angelou: «He aprendido que la gente olvidará lo que digas, olvidará lo que hagas, pero nunca olvidará lo que le hagas sentir». Y, el valiente pueblo saharaui lo que ha sentido estos días, solo ha sido abandono y desprecio. Y eso, pasa factura.

Confidencias catalatanas

El martes, en el Senado, los senadores de CIU estaban eufóricos, aunque contenidos. Su victoria electoral doblando al Partido Socialista y la goleada del Barça al Real Madrid la víspera, les hizo estar todo el día con la sonrisa en los labios. No era para menos.

Desde el domingo 28 por la noche habían sido noticia percutiente y por eso quisimos conocer de viva voz su estado de ánimo y sus comentarios.

CIU estaba especialmente satisfecha porque hacía siete años la consigna, tras 23 años de gobierno de Jordi Pujol y el pacto entre el PSC-ERC e ICV, era la búsqueda de la desaparición de CIU. Pero habían logrado mantener el partido, hacer oposición, liderar el país, mantener la moral, marcar el rumbo y aguantar la travesía del desierto sin cantimplora. Una mezcla de méritos propios y deméritos ajenos basados en el Pacto del Tinell que había sido un Pacto a la contra. No a favor de hacer cosas, sino de desalojar definitivamente a CIU que seguía ganando todas las elecciones pero le habían quitado el ejercicio del poder en dos ocasiones.

Por otra parte los siete años de oposición hacen ahora que Mas sea Mas y no ya el heredero de Pujol. No será su mandato Pujolismo sin Pujol, sino Masismo con Mas. A Jordi Pujol le respetan mucho, pero ellos son otra cosa.

Y el tercer comentario que nos hacían era el cambio que había experimentado ese día el PSOE hacia ellos. Todo era condescendencia, felicitaciones, arrumakos. Como de la noche al día. Te quiero Inés por interés.

Por su parte los de ERC estaban bajo la ola y el senador Bonet había pedido ya la dimisión de Puigcercós que había logrado en esas elecciones la mitad de escaños que logró en su día Carod Rovira a quien Puigcercós en un gesto insólito se lo había cargado sin miramiento alguno. Pero Esquerra es así. Un partido asambleario que paga cada cierto tiempo sus incoherencias. Y ya se sabe. Quien le pega a su familia, se arruina.

Finalmente un senador de Iniciativa, y que hace un magnífico trabajo en el Senado, nos comentó que lo grave para la izquierda catalana era la pérdida del discurso estratégico. Se habían quedado totalmente desarbolados. “Ahora la realidad catalana será la que diga La Vanguardia y CIU. Hoy por hoy no tenemos proyecto”. Comentaba que el gran error había sido pactar con Esquerra por segunda vez.

Los socialistas hablaban de la alta participación, del señorío de Montilla la noche electoral y del error de no haber sabido vender su gestión habiendo convertido el gobierno a veces en un gallinero. Estaban contentos de que Rosa Díez hubiera sacado menos votos que el transformista Carmen de Mairena, que la subida del PP con 68.000 votos no era para tanto, que estaban contentos de que un partido xenófobo no hubiera tenido ningún escaño y que les va a costar levantar cabeza y elegir un liderazgo atractivo.

Nos decían que la situación en relación con Euzkadi era distinta porque el PP no forma parte del gobierno, aunque lo apoye y porque el pacto en Euzkadi es entre dos españolismos y no entre un partido de ámbito español como el PSC y otro de ámbito catalán e independentista como ERC que les ha hecho tener un discurso muy equívoco para su gente. Y uno tiene que ser lo que es y no lo que las encuestas o el marketing les dicte lo que tienen que hacer.

En el fondo, estaban desolados, sobre todo, porque veían a sus compañeros del PSOE contentos de que Catalunya no les de los dolores de cabeza que les ha dado con el Estatut o viendo a Montilla en una manifestación nacionalista. En fin. Es lo que hay.

El Papa no usa la bicicleta estática

Acaban de editar un libro-entrevista con el Papa. Se llama “Luz del Mundo” y lo ha escrito el periodista alemán Peter Seewald que ha pasado de fundar un semanario de extrema izquierda y ser marxista hasta que le encargaron entrevistar a Joseph Ratzinger y al parecer éste se lo metió en el bolsillo hasta el punto que recobró la fe y debe ser el periodista de confianza del Papa. Por eso ha podido escribir este libro que entre otras cosas nos dice, que como muchos, el Papa tiene una bicicleta estática que le regalaron, pero que no la usa. Pero en el libro hay además alguna cosa de interés para los vascos.

Por un lado, el Papa confirma que la comparación que hizo en su viaje a España con los días de la Segunda República no fue una improvisación, pues repite tal cual la misma polémica idea. Dice “España es un país de contrastes dramáticos. Pensemos en el contraste entre la República de la década de 1930 y Franco, o en la dramática lucha actual entre la secularidad radical y la fe decidida”. Pero además destaca de forma inesperada que es un país “que hoy como ayer se encuentra en un gran proceso histórico, que cuenta además con una pluralidad de culturas que se encuentran, por ejemplo los vascos y los catalanes”.

Es una mención curiosa, pues no era necesaria, pero el Papa ha querido subrayar esa diferencia. No es un aspecto secundario en una situación como la que vive la Iglesia vasca, donde los nombramientos de los obispos de San Sebastián y Bilbao han causado tantas fricciones, y que está enmarcada en la tensión tradicional con el grueso de la Conferencia Episcopal. Ratzinger, que es bávaro y conoce la importancia de la identidad del territorio, parece sensible a estos aspectos. Si bien en otro pasaje del libro, hablando de las fuerzas centrífugas de la Iglesia, opina que “la tendencia hacia las Iglesias nacionales es un anacronismo en la sociedad globalizada”. “Una Iglesia no crece en la medida en que se atrinchera a nivel nacional, se separa y se encierra en un determinado sector cultural y lo absolutiza, sino que necesita “unidad”, apunta.

Ante esto último me quedo con el comentario del Papa sobre la pluralidad de culturas “por ejemplo de los vascos y de los catalanes”. Pues bien, Santidad. Anímese y como la Iglesia es universal deje que Bizkaia, Alava y Gipuzkoa, junto a Navarra más Laburdi y Zuberoa, tengan su ámbito de organización propio. Haga real lo que es real a nivel de calle. Y no haga como con la bicicleta estática que usted reconoce que a los 83 años es bueno usarla, pero no lo hace. Úsela, haga ejercicio y use también la realidad vasca. No le defraudará.