Impresionante y asombroso horror
Viernes 26 de julio de 2024
Edgar Benarroch.
El señor Nicolás Maduro dijo en La Vega (Caracas) y repitió en Barquisimeto “Que si no gana la elección vendrá una guerra civil y un baño de sangre y que el 28 de este mes se decide entre la paz y la guerra”. Si a algún Presidente de la democracia se le hubiera ocurrido semejante y tamaña declaración bárbara y grosera, con seguridad enseguida se hubiera abierto un juicio de interdicción, que es un proceso civil orientado a declarar que determinada persona no cuenta con las capacidades intelectuales, mentales y de voluntad para seguir en su ejercicio. Pero en la muy lamentable situación que nos encontramos, todas las ramas y órganos del Poder Público Nacional, en manos de Miraflores, forman una insólita masa amalgamada por la complicidad donde todos se revuelcan en errores, saqueos y atropellos que son tapados y hasta aplaudidos.
Interpreto esta declaración de Maduro como una grosera y bestial amenaza al país, además de ser una confesión de derrota, como un intento desesperado por cambiar lo que no puede: la derrota estruendosa y abrumadora que le viene este próximo domingo 28. La inminente derrota, que será histórica, que tiene entre pecho y espalda, le quemó las pocas neuronas sanas y lo llevó a cometer tan impresionantes y asombrosas declaraciones y anunciar guerra y sangre.
No habrá ni guerra ni sangre, lo que sí habrá será una inmensa alegría popular porque al fin salimos de este régimen totalitario que tanto daño nos ha causado a todos y que nunca ha debido dirigir nuestra República.
Le repetimos al señor Maduro que “tenga cuidado con una vaina” porque se encontrará a todo el pueblo unido en todas las calles del país defendiendo su victoria y triunfo y un pueblo enardecido, cansado de tanta indignidad, obstinado por el malestar y la infelicidad, no lo paran amenazas sean del calibre que sean. El cansancio y soporte de estos espantosos últimos 25 años de desgobierno, llevó al pueblo a la sobre saturación, al resteo, al borde de la explosión anímica para salir por siempre de la crisis más horrenda en nuestra historia republicana.
No nos amenace señor Maduro, porque no somos amenazables y jamás sucumbiremos ante ella, al contrario nos anima con mucho más brío y espíritu para intensificar la lucha para salir del horror donde nos tienen y empezar a superar la profunda crisis e iniciar la construcción del país que deseamos y quien garantiza eso es Edmundo González que nos lo presentó la Divina Providencia que continúa acompañándonos.
El país cambió y con él la inmensa mayoría de los integrantes de la Fuerza Armada, se acabó lo de rodillas en tierra, socialismo o muerte y con hambre me resteo y usted, Maduro, perdió la totalidad del pueblo. Si se le ocurre la diabólica idea de desconocer los resultados electorales, quedará desnudo en la calle como un fantasma impenitente.
Desde lo más hondo del alma del pueblo venezolano sale el grito de LIBERTAD. Como dice nuestro candidato, seguro inmediato Presidente de la República, Edmundo González, “se van porque se van” y la salida para siempre se inicia este domingo 28 cuando entonaremos las gloriosas notas de nuestro himno nacional cargadas de alegría, esperanza y optimismo.
La hija de María Corinna y las elecciones del domingo
Jueves 25 de julio de 2024
Mi Mamá es una mujer muy coqueta y dice que todas las noches tiene que dormir usando una pijama bonita, porque lo que todos los venezolanos anhelan, sucederá en una madrugada mientras el país duerme y sueña en silencio.
Todos los teléfonos timbrarán al unísono, las luces irán despertando en secuencia en las ventanas y balcones, mientras todos comienzan a salir a las calles entre risas y llantos a partes iguales.
Si su predicción en cierta, y yo le creo, entonces muchos como yo estaremos en otro huso horario, al otro lado del mundo, víctimas de un exilio forzoso. Así que lo mejor será tener todos los días nuestra bandera en la cartera, porque en ese momento, los ciudadanos de todos los países que nos han abierto sus puertas verán mareas de amarillo, azul y rojo ondeándose en sus calles al ritmo del Alma Llanera.
Algunos, tal vez, corran a sus casas a empacar y reservar de inmediato el ticket de regreso, mientras otros intentarán sin éxito explicarle a sus hijos pequeños ¿por qué nos abrazan tan fuerte? ante la ingenua pregunta: ¿“Mami, Papi, por qué lloran?. En el futuro esos hijos del exilio junto a todos los hijos de Venezuela aprenderán en las escuelas por qué Papi y Mami lloraban aquella madrugada del 2024. Lloraban porque ya no los llamarían extranjeros, porque sus hijos acamparían en las playas del Mar Caribe sin miedo; porque regalarían toda la ropa de invierno y solo dejarían un par de chaquetas y bufandas para subir al Pico Espejo en Mérida; porque verían a la abuela en persona los domingos sin skype; porque los grupos de whatsapp todos los teléfonos volverían a comenzar por +58; porque los niños de su país volverían a creer en el Niño Jesús en Navidad; porque los souvenirs para los familiares y amigos al salir de viaje volverían a ser imanes para la nevera y no comida, desodorante, o cajitas de pastillas.
Papi y Mami cerraron los ojos entre lágrimas y vieron un País donde se incorporaba de nuevo la palabra elegir en el diccionario; donde se respetaba nuevamente al uniformado de verde que pudo defenderse del enemigo sin volver a dispararles; donde recibían sin miedo a todos esos amigos que hicieron por el mundo y les mostraban las bellezas de las que tanto les hablaron; donde la esperanza ya no era utopía; donde entraban a farmacias con medicinas, a supermercados con comida y donde la basura ya no era el alimento de un hermano; donde finalmente la inflación eliminaba los siete dígitos de hambre y miseria.
Papi y Mami abrieron de nuevo sus ojos y soñaron despiertos, pero esta vez con la certeza de poder hacer realidad sus sueños y no solo soñar como escapatoria mental de supervivencia emocional.
Entonces sí, si estoy de acuerdo con mis Papás. Si estuviera en mi querida Venezuela o en cualquier parte del continente americano por estos días, yo dormiría con mi pijama bonito, porque la foto que tomaremos ese día en las calles del mundo adornaran la sala de cada hogar venezolano por unas cuantas generaciones y como dice el dicho popular
“ Hay que estar bonito para la foto”.


