Piropo desde Catalunya

Lunes 29 de marzo de 2021

CIU, el gran invento de Pujol, la fórmula exitosa de la Coca Cola, no existe. Mas se puso en manos de la CUP y todo se fue al garete. Previamente Convergencia y Unió se habían separado. El presidente del Comité de Govern de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, portavoz del Grupo Parlamentario de CIU en el Congreso no estaba de acuerdo con la estrategia que seguía Mas y aquello no terminó bien para  ellos dos y sus partidos después de tres décadas de coalición exitosa.

Duran siempre ha sido un amigo del PNV. Cuando en 1986 el EAJ-PNV se dividió, en las siguientes elecciones y en la “noche triste” del recuento electoral  el único político que estuvo en el Hotel Villa de Bilbao fue Duran. Y es que siempre ha sido un asiduo a los Alderdi Eguna. Hoy, se dedica a sus actividades particulares pero sigue atento a todo lo que ocurre, por eso el viernes pasado, en La Vanguardia y el día del pleno del debate  de investidura del president catalán, escribió este artículo que reproduzco y que llevaba  un título provocador.

Y como el PNV no es receptor precisamente de piropos conviene conocer lo que se dice por Catalunya, desde el sosiego de ver las cosas desde la colina.

Decía así.

ELOGIO DEL PNV

Para sintetizar el impacto que el coronavirus está teniendo en la sociedad española, a menudo se hace referencia a la Guerra Civil. Se afirma, y es cierto, que nunca desde entonces habíamos tenido una situación tan crítica. En todos los ámbitos: en el económico, en el social y, por supuesto, en el sanitario. Incluyendo la salud mental, para la que acertadamente Errejón reclamó en sesión parlamentaria un plan para combatir los copiosos síntomas de ansiedad, depresión y desesperanza que la pandemia y el confinamiento están engendrando. Tanta es la gravedad de la crisis y tanta la pesadumbre ante su impacto a futuro, que conviene no ignorar las predicciones del FMI o la del filósofo Javier Gomá, en el sugerente diálogo que mantuvo con José Antonio Marina en este diario. Ambos presagian convulsiones y estallidos sociales para finales de este año y el próximo 2022.

Ante tal angustiante panorama, cabría esperar que las diversas fuerzas políticas hicieran honor a la noción de buen gobierno que el “filósofo de la democracia” Norberto Bobbio fundamentó en la asociación entre la conducta de los gobernantes y la búsqueda del bien común. Y, sin embargo, a pesar de la situación de emergencia que nos toca vivir, lo que guía a buena parte de nuestros representantes no es la consecución del bien común. No lo es en la mayoría que representan a la vieja política. Pero tampoco en aquellos que pomposamente se colgaron el rótulo de nueva política. ¡Por cierto, qué rápido y mal ha envejecido esta nueva política! Unos y otros anidan a diario en un inmenso lodazal de egos que les impide alcanzar el interés general.

Era Churchill quien decía que no se debe creer mucho en los elogios. Y quizás tenía razón. Pero no puedo reprimir mi deseo de elogiar al PNV, que emerge como excepción ante el actual deplorable espectáculo de confrontación e incertidumbre. Y, sin que nadie se ofenda, cuando asocio espectáculo y política española, desgraciadamente la catalana se erigió hace ya tiempo como pionera de los principales protagonistas del esperpento.

Parece poco discutible que en el centenario partido vasco concurren una serie de rasgos y actitudes que le hacen merecedor de elogio. En primer lugar, el PNV es salvaguardia de estabilidad y seriedad, que para los tiempos que corren no es poco. Ser garantía de buen gobierno ha sido siempre también un in­grediente fundamental de su ADN. Ha sido así en las últimas décadas, pero también en 1936, en los difíciles momentos de la sublevación contra la República. ¡Qué diferencia entre lo que aconteció aquellos años en la Euskadi gobernada  por el PNV y lo sucedido en la Catalunya gobernada por ERC! Siempre ha sido capaz de sintetizar prudencia y audacia, alejándolas tanto de la ingenuidad como de la temeridad, y ha conciliado la eficacia en la gestión con el mantenimiento de los principios doctrinales.

Inmerso en una sociedad que fue castigada duramente por el terrorismo, en los últimos lustros ha centrado su máximo empeño en cohesionar y reducir la confrontación de la sociedad. Ha sabido conciliar la defensa de los intereses de Euskadi (incluso a raíz del plan Ibarretxe) con la pluralidad de la sociedad vasca y el respeto a las instituciones estatales. Ha tenido claras sus coordenadas ideológicas, su atlantismo y europeísmo. Es tan consciente de hasta qué punto el término nacionalismo constituye hoy un lastre en la UE, que si tuvieran que crear hoy el partido dudo que lo bautizaran como nacionalista.

En fin, son muchas las razones que avalan este elogio. Especialmente cuando el huracán madrileño, sumado a los que desde hace años azotan Catalunya, recuerda que ya no se trata de aquello de que el viento nunca es favorable para el que no sabe adónde va, sino que algunos no saben ni tan siquiera quiénes son.

Por: Josep Antoni Duran i Lleida

Falleció Iñaki Bilbao

Domingo 28 de marzo de 2021

La fotografía es del 1 de mayo de 1978. La pancarta lo dice todo. ”El  PNV con los trabajadores”. Aquellos sindicatos y el PNV los defendían conjuntamente en la calle y sabían quien era el adversario. Delante está Iñaki Bilbao con su walkie talkie, un abertzale consecuente que acaba de fallecer. Le vemos en su salsa. Era quien dirigía a la organización de jóvenes ertzainas del EAJ-PNV en toda Euzkadi. Iñaki Maidagan, asimismo fallecido lo era de Bizkaia y este periódico publicó en portada como repelía la agresión de los de siempre con una cadena. No fueron tiempos fáciles.

Iñaki Bilbao tenía capacidad de organización y don de mando. Se hacía respetar. Marino, maquinista naval, había trabajado en mercantes y petroleros. Vivió en  Puerto la Cruz Venezuela). Padrino de una de las hijas de Domeka Etxearte quien fuera delegado del Gobierno Vasco y cuya familia era la referencia de la capital del estado Anzoategui. Tenían allí  un Centro Vasco con un monumento a los gudaris a su entrada.

Casado con María Luisa Bilbao tuvieron tres hijos, Koldo, Josu y Alatz. Su funeral será el lunes a las siete en la iglesia de San Nicolás en Algorta.

Iñaki Bilbao fue un patriota vasco comprometido. Le recuerdo en reuniones con Jokin Inza preocupados por lo que podría pasar a la muerte del dictador y tratando de tener una juventud organizada para evitar desmanes. Recordaban los primeros momentos de la guerra. Todo era incierto. Le recuerdo mano a mano con Antón Ormaza coordinando actos públicos de la mano de Txomin Saratxaga. Fueron años de manifestaciones, Alderdi Eguna, asambleas, concentraciones con el ruido y la acción de ETA y la extrema derecha actuando. Ante eso él  y su equipo crearon toda una estructura de servicio de orden fácilmente identificable por su kaiku azul marino.

También lo recuerdo dando la batalla sindical en ELA contra un  grupo agresivo  que se estaba gestando con la única obsesión de vaciar el sindicato de “adherencias del pasado” para dar paso a esta ELA profundamente anti PNV y muy poco sindical. Desgraciadamente no ganaron la batalla pero la dieron con total entrega. Fue una generación con valores, que había vivido la postguerra, la dictadura, la lucha clandestina y se daban cuenta que venían gentes que se aprovechaban de la desinformación producida por el franquismo para manipular la realidad. Fue una lástima la incomprensión que se tuvo en aquellos tiempos, algo que hoy no hubiera sucedido.

Iñaki Bilbao fue  hijo de una época dura y merece total reconocimiento por quienes le conocieron y por las nuevas generaciones. Fueron pilares de un edificio cuyos cimientos no se ven pero están allí para que la estructura no se caiga.

Hace un mes falleció el juntero Iñaki Olarra, otro abertzale de categoría y ahora Iñaki Bilbao. Se clarean las filas. La guadaña está acabando con una generación muy generosa y de total  entrega. Eso  lo representó como nadie, Iñaki Bilbao (GB).

De Durango al Mundo con el Comandante Anzola

Sábado 27 de marzo de 2021

Fui con mi hermano Koldo a la inauguración en el Museo de Durango de la exposición dedicada a José Mari Anzola, exposición que sus autores Iban Gorriti y Mauro Saravia han titulado “El Robert Capa vasco”. Mauro incluso dice que algunas de sus fotografías son superiores al mito del mundo de la fotografía. Y yo sin saberlo hasta hace muy poco a pesar del conocimiento que tuve de él, sus cartas y sus dibujos.

Si sabía que le gustaba mucho a Anzola la fotografía. La que está mi aita en el Gorbea como comisario del batallón Larrazabal la había sacado él. Había visto sus pies de foto en la revista Gudari creada en la guerra por Lauaxeta y sabía que su hijo Iker había donado esa magnífica colección a la Fundación Sabino Arana que ojalá pronto nos obsequie con una muestra de un material espléndido e inédito.

José Mari era uno de esos jelkides de los de  llamarle a Sabino el Maestro y no tolerar nada que empañara su legado. Pero no sabía lo que nos contó Mauro sobre su competencia que es profesor de la materia, en relación a su calidad artística.

Nuestras familias vivieron en Caracas en edificios vecinos de la Avenida Libertador. Ellos en el Bella Vista y nosotros en el Clara, donde  en la planta baja vivía uno de los grandes desconocidos y servidores de la causa vasca como Sabin Barrena, gudari y miembro de la célula de Madrid, por lo que estuvo encarcelado en Soria y de los Servicios. Vivía con su esposa la tolosarra Tere Urkiola y su hija Izaskun. Imagínense las tertulias de aquellos tres.

Hace un tiempo Iban Gorriti me preguntó si conocía a la familia Anzola. Gorriti es una aspiradora de datos históricos con los que escribe crónicas para Deia extraordinarias y que casi justifican un periódico nacido en 1977 por los vencidos de una guerra que querían hablar del futuro pero también de un pasado silenciado. Y de ahí surgió, gracias a los buenos oficios de mucha gente la exposición de Durango que cuenta, en lugar destacado, incluso con la máquina de fotos de Anzola.

El acto fue de los de contar por lo que nos dijo Mari, la esposa del hijo Iker Anzola que fue con su hermana Zuriñe y su hijo. El matrimonio de Iker y Mari tiene cinco hijos que estuvieron escuchando las palabras de los intervinientes, la directora del Museo, Garazi Arrizabalaga, Iban Gorriti, Mauro  Saravia e Iker a través de los móviles. Una vive en Alaska, otra en Nebraska, otro en Houston, una cuarta en Madrid y Zuriñe, ciega, que estuvo presente. Zuriñe pasó todo el programa al sistema Braille con lo que esta muestra es extraordinaria por muchas razones, entre ellas por ésta. Si su padre y abuelo hubiera visto la escena, fliparía a colores ante el avance habido en estos años desde cuando a él le enamoró trabajar con una cámara para dejar constancia de lo que vivía y veía, entre otras tragedias, las del bombardeo de Durango cuyas fotografías tienen gran fuerza.

La asistencia institucional fue representativa. Begoña de Ibarra Directora de Cultura  de la Diputación, la alcaldesa de Durango Inma Garrastatxu y Ane Abanzabalegi, el teniente alcalde Julián Ríos, tres  concejalas del EAJ-PNV  con Mireia Elkoroiribe, ganadora de las elecciones municipales, y Josune Escota y Ainhoa Ortueta, la portavoz del PSE, Jessica Ruiz  y suficientes medios aunque ETB no sacó ni un segundo. Veremos si en Semana Santa nos informan de algo, pues material tienen.

Anzola fue comandante del batallón Malato, refugiado en Iparralde, trabajó en  los Servicios de información  del Gobierno Vasco, coordinó los refugios del primer exilio  y falleció en Caracas suspirando por su Patria. Su hijo Iker me comentó que nunca comió alimento venezolano.

A los que les guste la historia de su pueblo les recomiendo esta exposición. Además de admirar el Museo que vale la pena, verán unas magníficas fotografías y el buen trabajo de Gorriti y Saravia que ojalá se mueva por otros lugares.