Conocí
a Antón Ormaza en tiempos de clandestinidad. Resistente, comprometido, encarcelado,
perseguido. Él y su mujer eran una referencia y un baluarte. En febrero de 1977
fue elegido miembro del BBB y cuando Juan de Ajuriaguerra fue elegido diputado, le elegimos en el
Bizkai, presidente del BBB.
La foto es del
22 de julio de 1979. En aquellos tiempos se hacían estas cosas
simbólicas. Había mucha ilusión tras cuarenta años de persecución y dictadura. Ese
día alrededor de mil personas homenajeamos a los gudaris subiendo al Saibigain.
Empezó con una misa a las once y tras
ella se explicó lo que había sido aquella gesta guerrera singular de cara a pasar la historia silenciada a las
nuevas generaciones. Seguidamente intervinieron Iñaki Bilbao y Antón Ormaza, que
aparece hablando. Lo hizo para animar a
continuar con el mismo espíritu que los gudaris y como, estábamos a tres meses y a punto de ser aprobado el estatuto
de Gernika, animar a lograrlo con las máximas competencias en momentos en los
que no teníamos nada.
En la
jornada participaron gudaris del 36 que y ertzainas ya que se trataba de un
acto de pedagogía, de reconocimiento y de encuentro entre viejos gudaris y
viejos ertzainas, cariñosamente hablando. Fue un acto sencillo y muy bonito. Jóvenes
y viejos, emakumes y chavalas, mendigoizales y urbanitas, todos en alegre
sintonía.
Posteriormente
y como no podía ser menos bajamos en
franca camaradería a Urkiola donde después
de la estupenda comida hubo una animada romería con participación de charangas
y ezpatadantzaris.
Otros
tiempos. Ojalá se actualizaran y repitieran. Valen la pena. No todo es
cibernética.
La tiranía bolivariana de Nicolás Maduro
ha comenzado las hostilidades diplomáticas contra la Unión Europea.
La caída de Donald Trump creó un
espejismo voluntarista en la cabeza de Rodríguez Zapatero. El ex presidente
español, que nunca ha entendido los EE.UU., pensó que era la gran ocasión para
provocar el giro internacional respecto del régimen de Caracas.
La farsa de las últimas elecciones
fraudulentas en Venezuela, en diciembre de 2020, dieron el pistoletazo de
salida y José Borrell comenzó a mover los hilos comunitarios con la finalidad
de flexibilizar la postura de la U.E. y sus estados miembros frente a la
dictadura venezolana.
Borrell empezó por retirar a Juan Guaidó
el reconocimiento diplomático de Presidente Interino de Venezuela, e intentó forzar
declaraciones de los estados miembros de la U.E. en ese mismo sentido. Se
trataba con ello de debilitar y dividir a la oposición venezolana y
jugar la baza que Rodríguez Zapatero habría planteado a Pedro Sánchez
y al propio Borrell:
Sin Trump en la Casa Blanca, había que
intentar un acercamiento a Maduro para negociar otra
convocatoria electoral, levantar las sanciones económicas norteamericanas,
paralizar las listas de «sancionados» por la U.E. e iniciar una apariencia de
apertura del régimen. El Alto Comisionado le pediría a Maduro la convocatoria
de unas elecciones presidenciales, y el tirano ofrecería en su
lugar la convocatoria de unas elecciones regionales a
cambio de garantizarse la permanencia en el poder hasta 2025.
A partir de ese momento, escenificarían los siguientes pasos, con Zapatero como
gran muñidor del cambio.
Al parecer, según fuentes de la
oposición al régimen, Nicolás Maduro habría garantizado a José
Luis Rodríguez Zapatero, a cambio de ese nueva posición de España y de la U.E.,
que los más de 10.000 millones de dólares que Venezuela adeuda a importantes
compañías españolas serían priorizados frente a los pagos a las demás
compañías multinacionales, y comenzarían a desbloquearse desde el mismo momento
en que se levantaran las sanciones.
Rodríguez Zapatero habría obtenido
el visto bueno de Pedro Sánchez para promover ante Borrell
dicha operación. Si las grandes del IBEX lograban cobrar, el apoyo de
las grandes compañías españolas al actual gobierno de Pedro Sánchez
estaba garantizado.
José Borrell comenzó entonces a moverse
en las cancillerías. El Reino Unido, que detectó la operación, se
adelantó a los movimientos del Alto Representante y Boris Johnson
declaró públicamente su incondicional apoyo a Juan Guaidó como
Presidente Interino.
La estrategia diseñada por
Maduro y Zapatero consistía en encontrar a través de la U.E. una tercera
vía que fuera conduciendo a la nueva Administración Biden hacia un cambio de
posición respecto de Venezuela.
En el tablero de juego había otra
operación: sustituir a Juan Guaidó por Henrique Capriles, que
tendría sus propios intereses económicos y estaría dispuesto a dividir a la
oposición y a encabezar una opción «colaboracionista», como en la
Francia de 1940.
Tras el Reino Unido salió, ya en el seno
de la U.E., Ángela Merkel para neutralizar la maniobra. Con
cara de pocos amigos, hizo equilibrios para defender a Juan Guaidó y no
desautorizar a Borrell, pero el malestar en las cancillerías europeas ya
era evidente. Borrell había ido demasiado lejos. También Macron tuvo
que salir a recordar la ilegitimidad democrática del régimen bolivariano, y
respaldó claramente a la oposición reunida en torno a Guaidó. Poco a poco los
demás estados miembros siguieron esa misma línea y la estrategia
Zapatero-Borrell se fue cayendo como un castillo de naipes.
Luego, el fiasco del propio Borrell con
su viaje a Rusia y los desplantes de Putin dejaron a ex
ministro español y Alto Representante al pie de los caballos en el U.E.
Nadie confiaba ya en sus capacidades.
Simultáneamente, la
Administración norteamericana dejaba claro que su posición con respecto de las
sanciones al régimen era poco menos que inalterable.
Las botaratadas del régimen venezolano
no se hicieron esperar: La diputada chavista Iris Varela, extremadamente
cercana a Maduro, irrumpió de pronto en los medios con unas esposas en la
mano: «Yo soy autoridad de esta República, éstas esposas son para
ponérselas a Guaidó».
De manera inmediata, la Administración
norteamericana reiteró su reconocimiento de Juan Guaidó como Presidente
Encargado de Venezuela, frente a la tibia posición de Borrell.
La imagen de la furiosa chavista con las
esposas en la mano anunciando la detención de Juan Guaidó terminó por inclinar
las voluntades dudosas de algunas democracias occidentales. EE.UU,
salió públicamente a proteger al Presidente Guidó frente a las amenazas de
Maduro, y el resto de la comunidad internacional comenzó a salir en
defensa de la oposición democrática: Alemania, Francia, Italia, el Reino de
Marruecos.
Alguien filtró a la prensa internacional
que el chavismo había gastado desde 2015 nada menos de 70
millones de dólares en lobbies demócratas para presionar a la Administración
norteamericana. La filtración, que dejaba al descubierto las turbias
maniobras y relaciones de la tiranía chavista con un sector del partido
demócrata, imposibilitó cualquier cambio de posición por parte de Joe
Biden.
Mientras, los informes sobre las
violaciones de derechos humanos en el país seguían produciéndose en un
régimen incapaz de salir de la espiral de la tiranía. Desde Amnistía
Internacional a Human Watch Rights o a la Encuesta Nacional de Condiciones de
Vida, todos los observadores no gubernamentales internacionales han denunciado
crímenes atroces que hacen insostenible cualquier acuerdo con Nicolás Maduro.
Aún resuenan los ecos del escalofriante informe que Michelle Bachelet elevó a
las Naciones Unidas, o el Informe de la O.EA. Venezuela es en este momento el
país más pobre del continente americano y el segundo más desigual (por detrás
está solo Haiti). Crisis humanitaria, crisis migratoria, crisis de
subsistencia, crisis de gran corrupción, crisis de presos políticos, de
desapariciones, de torturas y de violaciones de derechos humanos.
Con motivo de la visita de
Borrell a Moscú, The Economist llegó a tildar de «hipocresía europea» tenerle
como Alto Representante de la U.E. Evidentemente, el papelón de
Borrell en Rusia fue la guinda de todos sus desaguisados, entre los que el caso
de Venezuela ocupa un lugar muy especial. Leopoldo López habló de una
«equidistancia repugnante».
En ese contexto, el embajador de
los EE.UU. en Colombia -un país considerado por los norteamericanos
como crítico y capital para la resolución del desastre venezolano- se refirió a
la cúpula chavista como «narcoterroristas».
El pasado 23 de febrero el
Diario Oficial de la U.E. publicó un Reglamento de Ejecución con
una lista de 19 personas o entidades afines al régimen y a los que se
aplican sanciones y «restricciones» por su complicidad con
la vulneración de derechos humanos y contra la democracia.
La lista, que se une a la ya publicada
en 2017, implicaba un nuevo cambio de posición de Borrell o, si se quiere, una
rectificación, presionado, sin duda, por los estados miembros y los propios
norteamericanos.
En concreto, las sanciones implican
la congelación de activos y la prohibición de viaje para los
alcanzados. Afecta entre otros al comandante de policía Remigio Ceballos; al
gobernador del estado de Zulia, Omar José Prieto; la presidenta del Consejo
Nacional Electoral, Indira Alfonzo, y dos diputados de la Asamblea Nacional.
Con esto, asciende a 55 el número de venezolanos que son objeto de
sanciones de la UE.La lista incluye a la vicepresidenta Delcy
Rodríguez y a Diosdado Cabello, número dos del dictador Maduro.
El documento publicado por el Diario
oficial de la U.E. hace referencia además al carácter antidemocrático de
las falsarias elecciones de diciembre de 2020, celebradas sin las
mínimas garantías
Lo importante del documento es además lo
que no dice, porque omite la referencia con la que Borrell
llegó a retirar la consideración política y diplomática de Presidente Encargado
a Juan Guaidó.
Dicha publicación, que además se
realizaba a instancias del mismísimo Borrell, fue interpretada como un nuevo
cambio de posición del amigo de Zapatero. Si los EE.UU, el Reino Unido,
Francia, Italia, Alemania y otros importantes estados europeos habían salido en
defensa de Guaidó mientras los bolivarianos hacían pública una «cacería con
esposas» contra él, al Alto Representante no le quedaba más opción que, como
dice el refrán español, «donde dije digo, digo Diego» y volver a la ortodoxia
internacional.
El Departamento de Estado de los
EE.UU., que habría instado la rectificación de Borrell, dio de inmediato la
bienvenida oficial a dichas sanciones. Ned Price, su portavoz escribió en su
cuenta de Twitter: «Damos la bienvenida a las sanciones anunciadas en
el día de hoy por la U.E. a los miembros del régimen de Maduro involucrados en
ataques a la democracia o a la violación de derechos humanos. Es un mensaje
claro, poderoso y concreto de que el mundo está unido en la llamada a Venezuela
a retornar a la democracia».
El miércoles 24 de febrero
Maduro ve fracasar su plan y da, fuera de sí, una respuesta desproporcionada contra
dichas sanciones. Expulsa a la embajadora de la U.E. en Venezuela,
Isabel Brilhante y le da 72 horas para abandonar el país. Con la expulsión,
comienza una escalada.
El jueves 25, el Consejo de la U.E.
declara persona non grata a la embajadora de Maduro ante la U.E., Claudia
Salerno. Nuevamente, la Administración norteamericana salió a respaldar a Juan
Guaidó a través de la subsecretaria adjunta para asuntos del Hemisferio Oeste
del Departamento de Estado norteamericano. “El régimen de Maduro ha removido
a una persona que ha defendido la democracia y los derechos humanos del pueblo
venezlano. Esta acción sólo aísla más al régimen”.
James Story , embajador para la Oficina
Externa de Estados Unidos en Venezuela, declaró: «Lamentamos que la embajadora
de la UE se encuentre entre las 6 millones de personas expulsadas de Venezuela
por el régimen. Las decisiones soberanas de no hacer negocios con quienes cometen abusos
contra los derechos humanos o socavan las instituciones democráticas, siguen
siendo una herramienta importante para restaurar la democracia».
El portavoz del Departamento de estado
de los EE.UU., Ned Price, ha vuelto a ratificar el compromiso del gobierno norteamericano
de para ejercer toda la presión para que Maduro salga del poder: «Es un
dictador, un corrupto responsable del sufrimiento de su pueblo».
Ahora, España, a la desesperada,
envía a la ministra González Laya a visitar la frontera de Venezuela con Colombia para
interesarse por el drama humanitario que padece parte la diáspora venezolana,
que cruzó la frontera huyendo de la persecución, el terror y la hambruna
chavistas. Son solo parte de los 6 millones de venezolanos en el exilio.
Los turbios enredos de Zapatero
han vuelto a fracasar, pero esta vez han metido a la U.E. en un auténtico
lío y han dejado a España a los pies de los caballos. De Borrell ya nadie
habla bien en el concierto internacional.
Quizá el problema sea que la información que tenemos
proviene de los medios interesados en este y otros temas en hacer
chauvinismo de campanario y absolutamente ignorantes de lo que es y de
cómo funciona este tinglado. La clave es la importancia que se le da a la
UE. Si la UE no está a la altura de la fuerza que imaginamos tiene
la UE en el mundo es porque tiene la fuerza que le permiten y toleran los
estados miembros que es más bien poquita.
Los que
están estropeándolo todo gravemente ahí son nuevamente, los estados como
siempre. Dejan sin herramientas a la Comisión, hacen por detrás lo que
les parece y cuando las cosas no salen como quieren echan las culpas a Bruselas
ante las opiniones públicas de sus estados y se lavan las manos por las consecuencias
de actos y medidas en las que tienen toda la responsabilidad.
En este tema
de las vacunas la estrategia UE fue impecable.
La táctica
tuvo tres fallos:
Dejar la
redacción de los contratos en manos de técnicos sin perfil político y fiarse de
que, ante un arreón del mercado con jugosísimas ofertas, las farmacéuticas iban
a cumplir y minusvalorar los problemas de suministro de materias primas para la
fabricación.
Se
resolvieron y se pagó por ello los problemas industriales y de mecánica de
fabricación. Así se abarataron mucho los precios de las vacunas. Nunca se pensó
en una escasez de materias primas de la dimensión que ha habido porque en otras
regiones del mundo han corrido también con las vacunas más de lo que se
pensaba.
El tema en
menos de un mes está prácticamente corregido porque se ha puesto al frente de
las operaciones al comisario Thierry Breton, encargado de comercio
interior y con amplísima experiencia en la gestión empresarial, el que debía
haber pilotado el asunto desde el primer momento. Hay que reconocer que en eso
la Von der Leyen pecó de germanocentrismo.
Breton, en
dos semanas controlando las exportaciones, estableciendo penalizaciones por
incumplimientos y acelerando procesos de autorización de nuevas vacunas ha
puesto el problema en vías de solución.
Mientras se
hacía ese esfuerzo algunos estados miembros como Dinamarca y Austria,
absolutamente en la clandestinidad pactaban con Israel una supuesta operación
de cooperación científica que esconde llegada de vacunas por la puerta de
atrás.
Israel es el
estado que cuadruplicó el precio por dosis que pagábamos en la UE para acelerar
su campaña, poniendo los dientes tan largos a Pfizer y Zeneca que sin
herramientas así nos fue las primeras semanas. Otro caso es el de los antiguos
países del este cortejados por los intereses rusos en la zona y que coquetean
también con China.
Yo sigo
insistiendo, menos mal que hay UE y menos mal que pasamos la crisis de 2008.
Sin las herramientas que se construyeron entonces para dar algo más de poder a
las instituciones europeas no hubiésemos tenido nada que hacer.
Lo siento. Soy
europeo a las buenas y a las malas, reconociendo los errores pero reconociendo
también que se han puesto las piulas y a futuro las cosas se harán mejor. Si
buscamos atajos, buscamos debilitar la UE. Así de claro.
Y si se hace
¿también con el chorro de millones que van a llegar?.
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