Venezuela. Patria o muerte, dijeron. Y perdió la Patria

Por Leonardo Padrón, escritor y periodista venezolano.

Miércoles 3 de marzo de 2021

En estos días se me atascaron de nuevo las palabras. Se quedaron inmovilizadas en el teclado. Se hicieron nudo. Me quedé en silencio. Arrinconado donde no había alfabeto posible.  Seguí durante días enteros con los ojos pegados a la viscosa realidad de mi país. Permanecí, encandilado de horror, viendo los testimonios de hambre y padecimiento que se amplifican en cada rincón de mi pobre país petrolero. Es demasiado. Sobrepasa. Es algo que ofusca la capacidad de análisis. Uno ve a hombres hechos y derechos, remangados de tanto vivir, con los ojos en súplica, con la voz hecha puro sollozo, porque tienen tanta hambre que están aterrados, porque les da vergüenza no poder alimentar con un mínimo de pan y decencia a sus hijos. Eso aniquila. Estremece.

Las historias son excesivas. Como sacadas de un país en guerra. Parecemos un territorio bombardeado, con la comida convertida en humo  y sin la más simple medicina. ¿Cuántas veces hay que decirlo?

Asombra la historia de María del Carmen, una niña de 6 años que reside en Maracaibo y su cota de desnutrición es tal que a la familia le asusta cargarla porque sienten que se les va a quebrar en los brazos. Aturde la cantidad de niños que siguen muriendo por comer yuca amarga, porque no hay más nada, solo ese borde que es la desesperación de sus padres. Conmueve la historia de José, el humilde autobusero que se desvaneció llevando a su pequeño hijo al colegio, porque tenía ya dos días masticando solo aire. Y a mí se me quedó la mirada en su hijo, que le abrazaba una rodilla como consuelo, que no sabe de ideologías, que tiene tan poco tiempo en el mundo y quizás ya supone que así es la vida: un padre sollozando a ras del suelo. Estremece la historia del hombre que va a pie a Colombia para comprarle una urna a su sobrina, porque la inflación decreta que no hay dinero que pague el entierro de los pobres en nuestro pobre país petrolero. Son demasiadas historias.  Demasiadas.

Ahora quienes protestan no son las organizaciones políticas, ni los estudiantes, ni la clase media, ni los sindicatos, choferes, profesores o la abrumadora sociedad civil. Ahora protesta la capa más frágil de la sociedad: los enfermos. Los que padecen cáncer, los trasplantados de órganos, los que tienen VIH, paludismo, difteria, tuberculosis, lupus, los enfermos renales y los miles y miles que dependen de una minúscula pastilla para tener a raya la peligrosa hipertensión. Son más de 300 mil personas con el susto de la muerte en la esquina más cercana. Se les ve clamando por sus remedios, braceando por ayuda en una cuenta regresiva letal, exasperados, colapsando frente a las cámaras. La escandalosa cifra dice que la desnutrición afecta ya a 1.3 millones de personas. El país se está volviendo un costillar. Y nada, nada de ese hilo agónico de tantos seres humanos conmueve a los líderes de la revolución. Muchos de esos enfermos votaron por Chávez, creyeron en su promesa de redención social y su estribillo de salvador de los desposeídos. Pero la dictadura solo les ha devuelto su indiferencia. Lo que está pasando es moralmente inhumano. Inaceptable. Es una suerte de homicidio culposo masivo.

Y a eso se suman las historias, ya multitudinarias, inacabables, de venezolanos diseminados en las calles de los países vecinos, convertidos en vendedores ambulantes de cualquier cosa, agredidos y humillados por el dardo de la xenofobia. ¡Son tantos los testimonios! Están en todas partes. Es imposible no verlos. Confieso que nunca había visto a tanta gente triste. A desconocidos, amigos, vecinos, gente de cualquier edad. A mi propio rostro.  Se nos ha vuelto una epidemia la tristeza. Hoy somos un rudo coctel de crisis, abatimiento, desesperanza, bochorno, duelo, hambre, exilio y pena. No ha quedado piedra sana. A todo el mundo se le desbarató la vida.

Y yo no entiendo. No entiendo una ideología que contenga tanta indolencia en su premisa. No entiendo, incluso si convenimos en que a Venezuela la gobierna una mafia criminal. Hasta el mayor de los delincuentes se conmueve ante un niño agonizando. ¿No hay en esos “camaradas” del poder ni un síntoma de humanidad? ¿No observa  -por ejemplo- la llamada primera combatiente, lo que está pasando en el país que gobierna su marido? ¿No le muestra, luego de refocilarse con la televisión española que tanto disfrutan, alguno de los cientos de videos que pueblan las redes? ¿No ha visto el terror de los enfermos renales rogando por la urgencia de una diálisis que les salve la vida? ¿No han advertido a la gente escapando en estampida por las fronteras?¿No hay un mínimo estremecimiento en su alma femenina? ¿Tampoco lo han notado las esposas, madres o hijas de los otros paladines de la dictadura?  ¿No lo conversan en sus habitaciones? ¿No se les ocurre pensar que quizás no lo están haciendo bien? ¿No vale la pena claudicar en algo para salvar tantas vidas? ¿Dirán que a fin de cuentas cada persona que muere o huye es otro escuálido menos? ¿De qué tamaño es la venda que los ciega? ¿Así de sórdido es su linaje? ¿Es tan cruel la fascinación por el poder?

Muchos dirán que ninguno de los seres humanos que hoy conforman el círculo de poder en Venezuela posee sensibilidad alguna. Que esta hambruna y esta mortandad es por diseño. Que la estrategia es justamente la sumisión colectiva. A veces quisiera pensar que en algún recóndito lugar de sus emociones debe sacudirse algo. Pero el curso de los hechos nos hace desalojar cualquier esperanza en ese sentido. Estamos ante un régimen desalmado. Es decir, sin alma. Su victoria es la tristeza de millones de almas. Se han convertido en los dueños de una tierra arrasada. No importa la sangre vertida. Ni cuántas cruces hay ya en los cementerios. No importa tanta oscuridad. Ni esa larga pena que somos.

Patria o muerte, dijeron.  Y perdió la patria

La recompensa en millones del Rey Abdala a Juan Carlos

Martes 2 de marzo de 2021

No sé a ustedes pero a mí la entrevista de Jordi Evole a José María Aznar el domingo en la Sexta, me pareció un fraude. No se besaron de churro. Todo fue obsequiosidad y mentiras, sin derecho a réplica. Aznar mintió más que habló. y Evole le rió las gracias.

Entre otras muchas preguntas yo me hubiera interesado  por el control, no solo de seguridad, sino el que debía tener su gobierno sobre Juan Carlos de Borbón, sus amantes, sus negocios, su doble vida. Nadie es tan tonto como para creer que el gobierno no sabía nada. ¡Claro que lo sabía!, y lo permitió. Son pues tan culpables como el Borbón que ha demostrado, entre otras cosas, que de inteligencia anda mal servido.

Gracias al Cesid, Aznar conocía absolutamente todo sobre Corinna y sus comisiones y su vida en el recinto de la Zarzuerla y no nos dejó nunca controlarle parlamentariamente. Preguntas hubo que fueron desechadas por una Mesa en la que el PP tenía mayoría absoluta. Que no diga ahora nada  contra el rey habiendo sido tan responsable como él, in vigilando, de tan putrefacta corrupción.

Ignacio Cembrero saca a colación un hecho más sobre el actuar parasitariamente de Juan Carlos. Algo que todos los sabían y que ahora surge como dedo acusador. Es esto:

«Las tragedias que hemos vivido a lo largo de la historia no han sido culpa de la religión, sino del extremismo de algunos de sus fieles de todas las religiones y de los sistemas políticos». «Hermanos, tenemos que decir al mundo que nuestras divergencias no deben desembocar en disputas».

El rey Abdalá bin Abdulaziz al-Saúd de Arabia Saudí quería pronunciar en 2008 estas palabras conciliadoras hacia las demás religiones para dar una imagen más tolerante de su país y restar protagonismo a Turquía. Un año antes, en abril de 2007, su primer ministro, Recep Tayip Erdogan, patrocinó, junto con su homólogo español, José Luis Rodríguez Zapatero, el nacimiento de la Alianza de Civilizaciones que buscaba fomentar el diálogo interreligioso.

El monarca saudí «envió a Su Majestad el rey Juan Carlos, con tan solo dos semanas de antelación, un mensaje urgente para que organizase en 2008 una conferencia internacional en Madrid de diálogo interreligioso», escribió Miguel Ángel Moratinos, que en aquellos años era ministro de Asuntos Exteriores de España, en Al Arabiya, una web privada afín a las autoridades saudíes. Moratinos hizo esta revelación en un obituario laudatorio, publicado el 26 de enero de 2015, dedicado al rey Abdalá que había fallecido tres días antes.

Costeada por Arabia Saudí, pero acogida por España —se celebró en el palacio de El Pardo, en Madrid— la conferencia fue inaugurada conjuntamente, el 16 de julio de 2008, por el rey Abdalá y don Juan Carlos. Congregó a unos 300 religiosos, de medio centenar de países, musulmanes, cristianos, budistas, sintoístas, confucianos y judíos. Fue la primera vez que los saudíes invitaron a un acto a miembros de esta comunidad. También asistieron personalidades laicas, como el ex primer ministro británico, Tony Blair.

Pese al sesgo aperturista que el rey Abdalá quiso darle, los límites de su iniciativa quedaron claros. El título oficial fue modificado en el último momento y se quedó en Conferencia Mundial de Diálogo. La palabra «interreligioso», que tanto utilizó la prensa, fue suprimida porque los clérigos saudíes más conservadores sostenían que no se podía dialogar con otras religiones ni tampoco celebrar la reunión en Arabia Saudí donde no hay libertad religiosa.

El rey Abdalá se marchó satisfecho de Madrid el 19 de julio de 2008 no sin antes expresar su agradecimiento a don Juan Carlos por su colaboración y acogida que, le dijo, quería recompensar, según fuentes conocedoras de la organización del evento. Para recibir esa retribución el jefe del Estado ordenó desde el palacio de la Zarzuela, a su letrado suizo, Dante Canónica, que pusiera en pie una estructura financiera para recibir la donación saudí. La fundación Lucum fue creada el 31 de julio de 2008, según reveló el diario la ‘Tribune de Genève’.

La fundación quedó registrada en un documento en la Notaría Novena del Circuito de Panamá y su presidente era Arturo Fasana, que gestiona desde Ginebra la fortuna de don Juan Carlos. Él y Canónica están siendo investigados por blanqueo de capitales por el fiscal suizo Yves Bertossa. El 8 de julio de 2008 Lucum recibió, en su cuenta en el banco suizo Mirabaud, 100 millones de dólares (83 millones de euros al cambio actual) transferidos desde el Ministerio de Hacienda saudí por orden del rey Abdalá. El dinero no salió del bolsillo del monarca cuya fortuna fue evaluada, por la revista ‘Forbes’ en 2011, en 21.000 millones de dólares (17.400 millones de euros).

El pago a don Juan Carlos no guarda ninguna relación con las presuntas comisiones cobradas por la adjudicación a España del tren de alta velocidad entre Medina y La Meca, las dos ciudades santas saudíes en octubre de 2011. El Rey de España sí hizo gestiones con las autoridades de Arabia Saudí, a principios de la década pasada, para que un consorcio de empresas españolas obtuviese el megacontrato del AVE saudí por el que también pugnó personalmente el presidente francés Nicolás Sarkozy.

El banco Mirabaud consideró, en el verano de 2012, que esa cuenta de Lucum podía resultar perjudicial para su buena reputación. Don Juan Carlos decidió entonces firmar un contrato de donación con su amiga íntima, Corinna Larsen, a la que transfirió a su cuenta en Bahamas, «de forma gratuita e irrevocable», el saldo que aún permanecía en ella, casi 65 millones de dólares (54 millones de euros). Lucum fue disuelta el 30 de julio de 2012, según el registro de Panamá.

El rey Abdalá falleció el 23 de enero de 2015 y 48 horas después ya estaba en Riad el rey Felipe VI para, junto con otros jefes de Estado y de Gobierno, trasladar el pésame y asistir a las exequias. El Rey emérito también quiso presentar sus condolencias y, el 29 de enero, voló por su cuenta desde la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) a Riad. El nuevo monarca saudí, Salman bin Abdulaziz, le dio las gracias por su visita y «ofreció un banquete en su honor al que asistieron varios miembros de la familia real saudí», según la agencia de prensa saudí SPA.

Estas deferencias del rey Salman no tienen nada de sorprendente. Don Juan Carlos ha mantenido relaciones de amistad con todos los monarcas saudíes, pero es con Salman con quien ha establecido el vínculo más estrecho desde los tiempos en que era gobernador de Riad. Él fue pionero, en la familia real, en veranear en Marbella hasta donde el Rey de España se desplazaba desde Mallorca para hacerle una visita de cortesía. El príncipe heredero saudí, Mohamed ben Salman, recalcó, en abril de 2018, ante la prensa española, que don Juan Carlos era el único extranjero que poseía el número de móvil de su padre.

Aunque los 100 millones de dólares parezcan una cantidad desorbitada, a ojos de los miembros más relevantes de la familia real saudí constituyen solo un detalle. El Rey emérito no ha amasado una fortuna de unos 2.300 millones de dólares (1.905 millones de euros), según la estimación de ‘Forbes’, a golpe de donaciones. El grueso de sus ingresos proceden presuntamente de las comisiones cobradas durante años por las compras de gas y petróleo de España a varios países del Golfo empezando por Arabia Saudí.

En su libro ‘Juan Carlos I: la biografía sin silencios’ (Editorial Akal, 2016), la periodista Rebeca Quintans, asegura que cuando empezó la crisis petrolera, en 1973, el general Franco encargó al entonces príncipe heredero que hiciera gestiones con los saudíes para garantizar el abastecimiento energético de España. Don Juan Carlos contactó con el príncipe heredero saudí, Fahd bin Abdulaziz, que le resolvió el problema. «A cambio de estos servicios de mediación el príncipe (Juan Carlos) cobró una comisión y a todo el mundo le pareció muy normal», escribió Quintans. Con Adolfo Suárez al frente del Gobierno, a partir de 1976, el ya Rey de España continuó cobrando un pequeño porcentaje por cada barril de crudo importado, según la periodista.

LAB acusa a ELA

Lunes 1 de marzo de 2021 

Estas cosas pasan desapercibidas, pero existen. No somos los de siempre, los burgueses neoliberales según ellos, quienes criticamos el modus operandi de ELA, un sindicato cerrado sobre sí mismo, con la misma filosofía de Sortu para el que no hay nada bueno fuera de ellos y que se niega a negociar casi todo. Ha sido LAB quien ha criticado este tipo de actuación de ordeno y mando y nada menos que su secretaria general.

El sindicato LAB ha acusado a ELA de «truncar» el trabajo conjunto entre ambos sindicatos. En este sentido, ha denunciado que «ELA ha roto otro ámbito de trabajo conjunto compartido» con la central abertzale como es «la declaración realizada por cuatro sindicatos soberanistas de Euskal Herria, Catalunya y Euskal Herria».

«No se trata de una decisión aislada, al contrario, ELA ha adoptado decisiones en contra del trabajo conjunto entre LAB y ELA en los últimos meses», ha lamentado.

A juicio del sindicato que lidera Garbiñe Aranburu, ELA pretende «imponer su modelo y decisiones y, cuando no lo puede hacer, adoptar decisiones unilaterales o como en este caso dejarle fuera de una iniciativa, está convirtiéndose en algo habitual en las formas de hacer de ELA».

A confesión de parte, relevo de pruebas.