Como nos abortaron investigar a los GAL

Sábado 20 de junio de 2020

Entiendo que el ciudadano normal tenga corta memoria con los sucesos políticos, que se viven de diez en diez cada día. Lo entiendo. Pero no entiendo la falta de documentación en políticos que habiendo sido protagonistas de hechos concretos tienen memoria de pez así como medios que abrieron informativos y hoy no se acuerdan de nada.

Me refiero al hecho de que estuvimos a punto de lograr que Felipe  González compareciera en una Comisión de Investigación que se creó a tal efecto en el Senado para que nos contara que sabía de la existencia de los Gal. También Ramón Jauregui que siendo Delegado del Gobierno y teniendo a su cargo las Fuerzas y  Cuerpos de Seguridad  del estado se enteró de la existencia de este grupo terrorista leyendo los periódicos, pero, por si acaso, no preguntó nada, no investigó nada. Y reconozco que me irrita su buenismo actual con semejante baldón propio o de un incompetente o de un responsable de  aquella barbaridad.

Me desconcierta asimismo que Otegi hable del actual clamoroso silencio cuando ellos no iban ni al Congreso ni al Senado para no mancharse con la política española y ahora critiquen a los demás una inacción que no es verdad. La única inacción ha sido la de ellos. Y recuerdo que fue Deia quien fue el medio que primeramente denunció los hechos.

Por eso cuento lo que viví con aquella Comisión cuya apertura fue un escándalo.

En octubre de 1995, al fracasar la posibilidad de abrir una comisión de investigación sobre el caso Gal en el Congreso, con el apoyo de Coalición Canaria, muy criticada por Jerónimo Saavedra (PSOE) se aprobó por un solo voto crearla en el Senado donde el PP con CC, Grupo Mixto, I.U. y con nosotros se había podido sacar adelante. Para algo pues parecía que servía el Senado.

Ante semejante iniciativa tuvimos una especie de merienda, Arzalluz y yo, mientras se discutían los presupuestos en el Congreso, con Narcis Serra, Alfredo Pérez Rubalcaba y Txiki Benegas en el reservado del restaurant “Errota Zar”, contiguo al Congreso. Nos venían a pedir que abortáramos aquella comisión. Les horrorizaba la entrada del presidente del Gobierno, Felipe González, con todas las televisiones españolas y europeas transmitiendo en directo dicha entrada. “Estamos de mierda hasta  el cuello y vosotros nos queréis meter la mierda en la boca” comentó airado Benegas. «Oye, será vuestra mierda, porque, ¿cuál es la razón por la que nos pedís ésto y qué obligación tenemos nosotros de ayudaros en este trance con el comportamiento que habéis tenido con nosotros, con el estatuto y con todo?”, le contestó el presidente del E.B.B. La explicación que nos daban es que si no lo hacíamos iba a llegar el P.P. al gobierno y eso sería peor para todos.

Nosotros les argumentamos además que si Felipe no tenía nada que temer tenía suficientes tablas para torear aquel Miura y que en el Senado norteamericano ese tipo de comparecencias estaban a la orden del día y no pasaba nada de no ser que todo el cuento que nos habían narrado de la modélica transición española fuera eso, un cuento chino. Pero aquello les horrorizaba.

Fue como se ve una muy dura reunión donde nosotros nos mantuvimos en nuestros trece. Había habido 28 asesinatos y nosotros queríamos establecer qué responsabilidades tenía el gobierno y todo el mando militar y policial, como así se hacía tras cada atentado de ETA en sede judicial. Pero como el PSOE tenía el agua al cuello, (prefiero esta alusión más metafórica que la cruda utilizada por Benegas), y ante aquella negativa nuestra decidió maniobrar y presionar cuando ya teníamos entregada una larga lista de solicitudes de comparecencias de militares, policías, guardias civiles, políticos de UCD y del PSOE, a los que ya les estaban llamando para que comparecieran.

Les dijimos que no íbamos a esa comisión con la navaja en la boca. «Vosotros no, pero el PP, si» contestaban. “Simplemente nos interesa establecer la responsabilidad de lo que sucedió y la del propio estado que ha utilizado unos aparatos de seguridad corruptos con el análisis simple de aplicar la ley del talión” les argumentamos. “Tú me la haces, yo te la hago, creyendo que podían resolver el tema vasco a tiros sin saber distinguir la fiebre, el termómetro y el enfermo. En lugar de ello trataron de matar al enfermo”.

Era claro que había tres estrategias. El PP e IU solo querían erosionar al gobierno socialista yendo a degüello. Por su parte el PSOE con el apoyo de CIU, solo querían que no se investigara políticamente nada. Y la tercera estrategia, la extraña, era la nuestra. Conocer los hechos y las personas implicadas en los delitos del Gal, reservando una segunda fase de la investigación a determinar las responsabilidades políticas de todo aquello, que curiosamente nunca había sido denunciado por el rey en sus discursos de la Pascua Militar. Combatir un terrorismo con otro terrorismo, esta vez de estado, al parecer nunca mereció una investigación política, moral o ética. Pero sin embargo, nos decían que la transición había sido modélica.

“Es un gran triunfo para la democracia, para el Estado de derecho y, sin duda, un éxito para la transparencia”.  Así celebraba José María Aznar, entonces en la oposición, la Comisión de Investigación de los GAL en el Senado sacada adelante tras aquella  larga lucha parlamentaria. Era octubre de 1995 pero ya en diciembre del mismo año los populares habían cambiado de idea. Una reunión del entonces miembro de la Ejecutiva del PP y ex ministro de Interior de UCD, Rodolfo Martín Villa, y el teniente general José Antonio Sáenz de Santamaría, les hizo recular. Dos días después del encuentro, el grupo popular liquidó la Comisión. “Lo que ocurrió es que un general del Ejército que había desempeñado tareas de Gobierno, anunció que tenía documentación sobre cuarenta casos de terrorismo de Estado ocurridos en la etapa de UCD”, expliqué públicamente como la causa de aquel cierre.

Al final ¿qué ocurrió?. Que se juntaron el aceite con el agua y el hambre con las ganas de comer y el PP con el PSOE, y cerraron la Comisión del Senado con dos generales comparecientes llamados por nosotros a la puerta de la sala. El presidente de la Comisión, el canario Victoriano Ríos, respiró. El hombre había recibido presiones insoportables. Posteriormente siempre que me veía, me decía: “Tú eres el culpable de que perdiera cuatro kilos en una semana”.

Cena de los vascos de Washington con el Lehendakari Ardanza

Viernes 19 de junio de 2020

Lehendakari Ardanza saludando a un antiguo gudari de Durango, Carmelo Saavedra, con la escolta de los jóvenes; Kathleen y Robert Clark, dos de nuestros hijos.

Mari Clark es Mirentxu Amezaga, hija de D. Vicente Amezaga y Mercedes Iribarren nacida en Paris en el exilio de sus aitas. Casada con el profesor e historiador Robert Clark, vive en Washington habiendo sido presidenta del Centro Vasco de esta capital.

Ayer leyó lo que escribí a cuenta de la fotografía del Lehendakari Ardanza en su visita al presidente Reagan y sobre el monumento al pastor vasco y me manda estas interesantes líneas. De que vivimos un mundo globalizado, es evidente. Basta la respuesta y la inmediatez que existe y que nos conecta a todos los lugares del mundo. Cuando hace un mes hablábamos del Lehendakari Agirre nos añadió la interesante información de como habían recalado en las Bahamas donde los servicios de inteligencia  tomaban nota de quienes iban en los barcos durante la guerra.

La nota de Mirentxu es ésta:

“Con el recuerdo de lo que tú escribes hoy en Facebook sobre el Pastor Vasco, y los centros vascos del Oeste de Estados Unidos, quiero agregar algo sobre un pequeño  y efímero Centro Vasco que existió en el este de este hemisferio norteamericano y que agasajó al Lehendakari Ardanza y su esposa Gloria Urteaga. Lo resumo.

El 20 de marzo de 1988, nuestro Centro Vasco  de Washington, “Euskalerria” ofreció una cena de gala en honor a la llegada del Lehendakari José Antonio Ardanza, quien oficialmente visitaba a Estados Unidos, y fue recibido al día siguiente de estar con nosotros en la Casa Blanca por el Presidente Ronald Reagan.

En antelación a este acontecimiento nos visitó Jon Azua con varios otros encargados de la preparación de la visita del Lehendakari. Entablamos conversación sobre lo que nosotros pensábamos hacer y él nos aseguró que era perfecto, y así salió.

Contratamos el servicio de Marina Grut, directora de ballet y autora de varios libros, y sus “dantzaris”. Ella consiguió que uno de los músicos de su grupo  aprendiera a tocar el txistu en tiempo limitado y lo logró.

La cena fue preparada por uno de nuestros miembros, un cocinero bilbaino de primera. Alquilamos una limousina  y fuimos a recibirlo al aeropuerto.

Momentos antes de llegar la limousina al edificio, todos salimos a esperarlo y ante Ardanza y sus acompañantes, los “dantzaris” bailaron el aurresku y la espata dantza. 

En los suburbios de Washington aquella tarde se oía por vez primera las notas dulces y penetrantes de este antiguo instrumento musical vasco.

En esta cena estuvimos  setenta y ocho personas, con el consejero de Cultura Joseba Arregui  así como la escolta del Lehendakari, miembros de ETB, guarda espaldas, y algunos políticos vascos que le acompañaban. El salón lucía radiante, con multitud de mesas perfectamente decoradas, y con una  comida magnifica esperando. Todo estaba listo para nuestros distinguidos visitantes.

Cantamos el Himno vasco “Gora ta Gora” y algunos de nosotros dijimos algunas palabras. En nombre del Centro Vasco le obsequiamos  al Lehendakari  con recuerdo de su visita; un pequeño globo terráqueo de cristal con piedras semipreciosas incrustadas en los puntos indicados de Washington y Euzkadi, simbolizando la unión entre Euzkadi y los vascos de Washington.

Fue una noche emocionante y fabulosa. Nuestro pequeño Centro Vasco se convirtió en un gigante aquel día.

Vista del comedor

      

Mirentxu entrega al matrimonio Ardanza el globo terráqueo

                                        

                                                                                                                                

¿Quién consiguió esta difícil fotografía?.

Jueves 18 de junio de 2020

Me da que cuando algunos superprogres de la IA vean esta foto del matrimonio Ardanza con el presidente de los Estados Unidos se escandalizarán por haber sido Reagan un presidente del partido republicano y muy de derechas. No más que Donald Trump a quien los de Bildu le enviaron un telegrama de felicitación cuando le ganó las elecciones a Hillary Clinton. Empate.

El hecho de que al Lehendakari le recibiera el presidente de los Estados Unidos no es algo baladí y más de uno hubiera asesinado a su señora madre por algo parecido pero el mérito de esa instantánea se debe fundamentalmente a una colectividad como la vasca que siendo escasísima en número siempre tiene personas influyentes que serán lo que sean pero no olvidan sus orígenes.

Y traigo esto a colación ante la petición de información sobre lo que publiqué ayer en relación con el monumento al Pastor Vasco cuya estatua con su perro se encuentra ahora en la Universidad de Nevada y que fue una iniciativa de John Ascuaga ante la interpretación que hizo Néstor Basterretxea de esta figura tan importante en el Oeste norteamericano. Muchos pastores no se vieron representados por el arte de Basterretxea y así se lo manifestaron. ”Hases cosas en abstracto, pero cobras en concreto y además sin perro” llegaron a decirle.

Pero vayamos a la historia de los vascos en USA.

Cuando el nuevo territorio fue abierto a la colonización, dominaban la marina mercante llevando en sus bodegas toda serie de artículos para las nuevas colonias.

En el momento en que la noticia del descubri­miento del oro en Cali­fornia (1849) se conoció, los vascos afincados en Chile, Argentina y Méxi­co no tardaron en acudir en busca del tesoro.

Vascos como Juan Ordoqui llegaban con la idea de hacerse ricos y regresar triunfantes a ca­sa, y así lo hizo, casándo­se poco después y adqui­riendo una caserío en su pueblo , pero su ambición le hizo regresar y compró un rancho. Para hacer frente a los problemas de llevar un ancho al estilo norteamericano (con mucho trabajo y pocos trabaja­dores) se buscaba ayuda en el pueblo natal. Así la oportunidad de trabajar en América atrajo a otros muchos que como Ordoqui habían llegado con la pretensión de trabajar un par de años y volver. Los recién llegados co­menzaban a trabajar para sus familias. Al cabo de dos o tres años tenían su propio ganado, y más adelante, con dólares en el banco, vendían el ganado y se marchaban con todos sus ahorros.

Esta actitud de no integración causaba la ira de los norteamericanos porque gran parte de los vascos no compraban tierras y eludían pagar im­puestos.

Pocos años más tarde el gobierno endureció  su postura exigiendo per­misos de trabajo y resi­dencia, o posesión de tierras. Muchos de ellos volvían desilusionados pero los que pudieron compraron tierras o se emplearon en empresas norteamericanas. Entre los que se marcharon se encontraba Jean Esponda, pionero de la comunidad vasca en Buffalo (Wyoming), pero como Ordoqui el continente americano se había convertido en una nueva patria y volvió. Conoció al dueño del rancho más grande de Wyoming y le contrató como pas­tor. Diez años más tarde  construiría otro rancho todavía más grande que el que había dejado.

Treinta y cuatro de las treinta y nueve familia que vivían en Buffalo pueden encontrar a sus antepasados entre los an­tiguos pastores de Esponda.

Las tradiciones vascas

El conservadurismo que manifiestan los vas­cos en áreas como la política se demuestra también en la defensa de sus tradiciones. Esta tra­dición festiva de los vas­cos no se ha perdido. Cada verano cuando se baja el ganado de las montañas para presentar­lo en el mercado, se celebran fiestas en luga­res como Elko, Ely, Winnemucca y Reno, en Nevada; Boise, en ldaho, Buffalo, en Wyoming; o Chino Valley, Bakersfield, los Baños y San Francisco, en California. Están abiertas al público y se organizan partidos, conciertos, concursos de levantamiento de pesos y cortadores de troncos, etc.Este año tocaba en Idaho y se ha pospuesto al año que viene.

Las fiestas son organi­zadas por los clubs vascos de cada pueblo que están dirigidos por los descen­dientes de aquellos  emigrantes y coordinados por la «North American Basque Organization» (NABO). Es­ta organización se fundó en 1973 para facilitar la comunicación entre las diseminadas comunida­des vascas del oeste y frente a la  dispersión cultural.

Sucedía que descen­dientes de vascos, aunque se reconocieran como ta­les, no sabían exactamen­te la definición de la palabra. Los padres, para garantizar al máximo, las posibilidades de integra­ción en la sociedad ame­ricana, enseñaban a sus hijos inglés antes que euskera  y, faltando la tradición literaria, no te­nían los medios de ins­truirles en la historia de la civilización vasca. Hoy en día a través de viajes a Euzkadi, becas, y su esfuerzo organizador, la NABO, la Universidad de Nevada, los trabajos de William Douglas, de Xabier Irujo, y aún más los clubs de Boise, San Francisco y Reno ayudan a la divulgación de la cultura vasca entre las generaciones norteaamericanas y el público en general. La pujanza de la situación actual, tanto económica, como social ha cambiado considerablemente y hoy es una realidad en alza.

Apellidos vascos

John Ascuaga, era un empresario que de Reno, Nevada, construyó  un casino de treinta y siete pisos y cientos de metros cuadrados, en buena parte, con dinero prestado por bancos estadounidenses gracias a su nombre vasco.

«Mis recuerdos favori­tos son de Navidad —decía  Ascuaga—. Mi madre preparaba una comida espe­cial mientras mi padre recogía a todos los pastores y los llevaba a casa. Aprendí euskera escuchando sus conversaciones, que duraban has­ta la madrugada».

John Ascuaga fue  miem­bro del partido Republi­cano. Y votaba  por Reagan. Al contrario que en La­tinoamérica, donde los refugiados políticos tradicionalmente han encontrado asilo y éxito en la vida profesional (debido en mayor parte a su educación universitaria y posición social) los pasto­res vascos en USA, la mayoría procedentes de zonas rurales con escasa escolaridad, sólo conocían  la necesidad, el trabajo y el dinero como recom­pensa, por lo tanto ésas son las ideas que defien­den. Había un poco de todo, como Jon Bilbao y otros intelectuales.

Relativamente pocos vascos norteame­ricanos entran en la vida política y, debido a sus condicionamientos la­borales y educativos, del lado conservador. Pero también del demócrata como el hasta hace poco alcalde de Boise D avid Bieter y otros representantes, como John Garamendi premio Sabino Arana.

Pete Cenarrusa fue el secretario de Estado de ldaho, y conservó el rancho de sus padres —pastores bizkainos. Las oficinas del Departamen­to de Estado estaban  deco­radas con una curiosa mezcla de banderas del Athletic de Bilbao, fotos de Pete con Reagan y una escultura de un vasco encadenado con mordaza hecha por EGI en Caracas. Pete tuvo un papel fundamental en la denuncia a Franco por el juicio de Burgos trabajando mano a mano con el Delegado  del Gobierno Vasco, Periko Beitia.

Paul Laxalt, senador por Nevada, fue quien tuvo el importante encargo de nombrar a Reagan como candidato a la reelección para la presidencia en la convención republicana celebrada en momentos de gran poderío republicano. Sus padres llegaron a Idaho desde Iparralde y tenían hotel en Carson City, Nevada, en­frente del Capitolio del Estado. Fue en el restau­rante del hotel donde conoció a los políticos y llegó a senador y a dirigir la campaña de Reagan. Su hermano Robert escribió la historial familiar y visitó varias veces Euzkadi.

Bueno, pues ya está este breve apunte sobre la foto del pastor Vasco y de esta foto.