Lunes 18 de junio de 2018
Ramón Jauregui se prodigaba el domingo en varias entrevistas que le hicieron en periódicos españoles donde nos ponía deberes. Concretamente en el Correo Español, nos decía que no podemos poner una vela a Dios y otra al Diablo y, en el Mundo, algo parecido. Va por la vida diciendo a los demás lo que hacer por lo que le sugiero aguante que los demás le recordemos que sus consejos valen poco ya que él, cuando pudo, debería haber hecho cosas que no hizo por mera pusilanimidad.
El donostiarra era ministro de la presidencia con Zapatero y como tal encargado, entre otras cosas, de llevar a cabo los acuerdos de la Memoria Histórica que dormía el sueño de los justos .Le dijimos que pusiera en práctica todos sus puntos sobre todo en el apartado de sacar del Valle de los Caídos a un no caído como Franco, ya que eso era una ignominia democrática. Un mausoleo es para rendir homenaje a alguien que lo merece y no a un dictador sanguinario que había tratado a horca y cuchillo a la mitad de la población del estado español, entre ellos a los socialistas.
Nos respondió que había que consensuarlo con el PP. Le dijimos que eso era como decir que no iba a hacer nada y además condenar a la sociedad a que el Valle ,con Franco dentro, siguiera allí siendo homenajeado. No hizo nada, como tampoco hizo nada con el aniversario de la República, como tampoco se enteró de que el Gal funcionaba cuando él era el Delegado del Gobierno y tampoco hizo nada con Euzkadi a la que le había declarado amor eterno pero a la primera de cambio se fue a Madrid a hacer una política de grandes horizontes que el corralito vasco no le dejaba.
Y viene ahora el gobierno socialista y nos pone encima de la mesa el tema de Franco en el Valle, cosa que irrita a la carcundia que dice histérica que hay que mirar al futuro y no al pasado, que se empieza por Franco, se continúa con la cruz y se termina con la monarquía y que “¡no pasarán!”. Ya tenemos pues una guerra mediática que se debía haber dilucidado en los tiempos de Felipe González si éste hubiera sido respetuoso tan solo con la historia de su partido, o con Ramón Jauregui si las piernas no le hubieran temblado como un flan.
Sí, ya sé que nunca es tarde si la dicha es buena y ojalá esta sea la vencida. Métase usted en Googlehttps://www.youtube.com/watch?v=b7-nDIuFqQI y verá intervenciones mías en el Congreso y Senado sobre este asunto de hace décadas y, una de ellas, con una querella de los guardianes del Valle que quisieron multarme por decir que si sigue así la cosa, lo mejor es volar semejante armatroste, propio de dictaduras primitivas. Lo dije en una pregunta oral en pleno y a pesar de eso quisieron empapelarme. Y Ramón Jauregui escuchando desde su escaño de Ministro.
Por todo lo anterior Ramón Jauregui haría bien en no darnos lecciones sobre política democrática a nadie, mucho menos con ese pasado de pasteleo e inanidad que tan bien hace.
Gudaris en Artxanda.
Como todos los años, desde cuando éramos cuatro gatos en ésto y vivía Otxoa de Txintxetru, se recordó el domingo a gudaris y milicianos que lucharon en Artxanda. Buen tiempo, mucha gente, algo impensable en el pasado y con milicianos con buzo azul homenajeando a sus mayores. Y, como siempre, las palabras del gudari Moreno quien con sus 99 años, sigue recordando a sus compañeros de lucha. Moreno cumplirá en primavera cien años y eso habrá que celebrarlo. Quedan muy pocos ya que de la contienda han pasado 82 años y solo nos quedan los que sin edad militar se apuntaron de voluntarios.
Me gustó el discurso de la joven socialista que leyó un texto consensuado por las Fundaciones y en el que solicitaban al gobierno vasco una ley de Memoria Histórica que creo es fácil poner en práctica. Basta que el gobierno o cualquier partido tome la iniciativa y en el transcurso de la discusión parlamentaria se mejore el texto. No sé a qué esperan.
El acto fue festivo y florido, musical, convivencial entre generaciones e ideologías, con ofrenda floral, fotografías, irrintzis y el canto del Himno Nacional seguido por el de la Internacional con Ares y Pastor levantando el puño y luego el Eusko Gudariak.
Pero sigue pareciéndome La Huella un monumento que, estando bien, le falta la personificación de esos gudaris y milicianos en un monumento cónsono con la batalla que allí se dio y que entre otras cosas, además de los cientos de muertos, destruyó el Casino de Bilbao diseñado por el arquitecto Pedro Guimón. Un magnífico palacio que deberíamos reconstruir y que fue hecho piedra por los bombardeos del fascismo que llegó a Bilbao, hará mañana 82 años.
