La aprobación del reconocimiento del derecho de autodeterminación en el Parlamento Vasco en su día fue todo un escándalo político que puso en alerta a más de uno. La misma fue aprobada ésta semana en el parlamento catalán, con apoyo de CIU, pero casi ha pasado desapercibido. Hay otros intereses y entre ellos no descalificar a CIU a la que el PSOE y el PP cortejan. Como se ve, todo es relativo.
De todas formas y aunque, de momento, estas cosas no tengan mucho eco, van creando opinión y van quitándole pólvora a la palabra y haciendo normal lo que es normal en democracia: apelar a la voluntad popular. No está mal. Otra cosa será si en algún momento a CIU se le ocurra que el derecho aprobado se quiera ejercitar. Y eso si pondría en alerta al Cuartel General del Ejército y a las cúpulas del PP y PSOE. Pero de momento se va pian pianito.
Ocurrió esta semana en el Parlamento catalán que proclamó el jueves 10 de marzo que el derecho a la autodeterminación es «irrenunciable» para Cataluña. Fue una moción que aprobaron Convergencia i Unió, Esquerra y Solidaritat Catalana per la Independencia y que sirvió para apoyar la consulta soberanista de Barcelona que se celebrará el 10 de abril. PSC y PP votaron en contra. ICV se abstuvo al considerar que las consultas se han utilizado como un «juego político». Pese al triunfalismo que exhibió el diputado Uriel Bertran, de Solidaritat -que presentó la moción-, la declaración aprobada no aporta más que las otras tres que el Parlament votó con anterioridad
Pero Bertran quiso ver en el texto un acercamiento de CIU, el grupo mayoritario, a la independencia. La diputada Dolors Batalla (CiU) enfrió sus ánimos: «La moción dice lo que dice, no la interprete. Ha dicho que CiU camina a la independencia; no nos haga decir lo que no decimos y que no pensamos». La federación nacionalista aprobó el texto tras rebajarlo sustancialmente. Aún así, optó en el debate por un perfil bajo. No habló ninguno de sus máximos representantes.
Con sinceridad hay que decir que CiU votó por la autodeterminación porque no va más allá de una simple declaración. Por el mismo motivo se suma a los referendos sin validez legal. Pero el grupo parlamentario ya ha aclarado que no apoyará la ley para proclamar la independencia que está pendiente de votarse en el Parlament. El propio Josep Antoni Duran i Lleida, líder de Unió, afeó hace dos semanas a su socio de federación que apoyara la independencia en la calle pero se achicara en la Cámara. Oriol Pujol, presidente del grupo parlamentario de CiU, justificó en una entrevista a Catalunya Radio el miércoles esta ambigüedad. Aseguró que, pese a que la mayoría de diputados de CIU aspiran a la independencia, su grupo prefiere optar por las «cartas ganadoras».
Lo llamativo es que aquí, al pobre Juan José Ibarretxe le machacaron por algo menos contundente. Veremos si Sortu es legalizada, y ETA desaparece. Esto se va a animar.