Si no nos mata la pandemia, lo hará una sobredosis de cifras. Todas requeteverídicas y, al mismo tiempo, falsas como un billete de siete euros. Y que levante la mano el que este libre del pecado de espolvorearlas como si fueran la revelación del cuarto secreto de Fátima. Yo me acuso, contrito y arrodillado ante ustedes, mis sufridos y espero que indulgentes lectores y oyentes, de participar en la ceremonia de la confusión diaria a base de números y tantos por ciento al peso en los informativos que maldirijo en Onda Vasca. No sé cuántos contagios en las últimas 24 horas, equis más (o menos) que ayer, con una positividad de jota al cuadrado partido de la raíz cúbica de omega. ¿Entienden algo? De eso se trata, de que la audiencia se quede con la música pero no con la letra.
Seguiré obrando así, pero ahora que estamos en confianza, les aconsejaré que se pongan mascarilla en el cerebro y se apliquen gel hidroalcohólico mental a discreción cuando desde los medios les bañemos de datos sin desbastar. Piensen, por poner un ejemplo muy simple, que no es lo mismo cien contagios sobre quinientas PCR o sobre 5.000. O que también cambia el resultado si una parte importante de los test se hace conscientemente donde se sabe que no se va a encontrar bicho o en lo que se ha constatado como foco galopante.
En mitad de la primera oleada, simplemente no existía capacidad para hacer PCRs. Las pocas que se podían hacer, se hacían a casos con síntomas claros o, incluso, a cadáveres.
Así que es normal que no se detectaran asintomáticos y que el número de casos que no llegaron a diagnosticarse fuera tremendo.
Ahora tenemos una visión mucho más clara, pero también sufrimos el desgaste psicológico. Es como la gente bajo asedio, aunque la imagen clásica es que las plazas se rinden por hambre o sed, muchas veces era que los sitiados querían terminar con ello. Así que seguimos con nuestra vida. Total, solo se mueren unos pocos.
Ahora bien, como en el fin de un asedio, hay riesgos. Tenemos el riesgo de que una mutación del virus pase de «algo que mata poquito y reinfecta poco» a «algo que reinfecta bastante». Porque entonces, incluso una tasa muy pequeña de mortalidad sería suficiente para matar a muchísimos, dado que tendría más oportunidades. Y ni siquiera es el peor escenario, podría pasar a reinfectar «y» ser más mortífero, porque produce una tormenta de citoquinas, por ejemplo.
Las probabilidades son pequeñas, pero no son taaaan pequeñas. Menuna mierda, en una palabra.
Los yankees, que en esto de manipulación de cifras y estadísticas saben algo, por algo son los “padres de la criatura” lo definen muy clarito: “existen las mentiras, las Maldivas mentiras, y LAS ESTADÍSTICAS”. Cámbiese estadísticas por abstrusos índices o algoritmos y el resultado es el mismo.
la para mi excesiva información sobre la pandemia con datos cada día más confusos nos está secando el cerebro
Me parece que la mejor manera de transmitir algo es de forma corta y concisa
Lo que nos toca hacer a la población ya que es lo único que está en nuestras manos es la única información importante para que la gente entienda que lo que hay que hacer es menos vida social más gel y mascarillas y más responsabilidad
Es a mi entender con lo único que tenían que machacar como un martillo y no con datos y morbo para llenar espacio televisivo
o de información en general y engorde le politicuchos varios con sus propios intereses y guerras .
Hace falta pedagogía y menos marear al
personal .