Déjenme que ejerza de adivino. En lo sucesivo, cada vez que un portavoz de la autoproclamada izquierda soberanista tire del sobadísimo repertorio para despotricar del Tren de Alta Velocidad, alguien del PNV le recordará con media sonrisa que EH Bildu respaldó en el Congreso de los Diputados una inversión de una porrada de millones para el supuestamente malvado ingenio. Valdría también la vaina, por cierto, para los aquí aguerridos ecocínicos de Elkarrekin Podemos, cuyos mayores en Madriz han dado carta de naturaleza al mismo pastizal para el TAV, al no impuesto al diésel y, ya si nos ponemos, a las partidas destinadas a sufragar el caspuriento ejército español, la Corona borbonesa, el CNI, las cloacas de Interior y me llevo una.
“¡Igual que los de Sabin Etxea!”, estarán clamando ahora algunos de mis más biliosos odiadores. Y no diré lo contrario. Mencionaré tan solo que hasta la fecha no recuerdo a ninguno de los representantes jeltzales que han propiciado la aprobación de los presupuestos de diversos gobiernos españoles justificando sus votos en nombre de la futura república vasca o de la destrucción del régimen. Menudas risas, si Anasagasti, Erkoreka o el propio Esteban hubieran salido por semejante petenera en lugar de explicar lisa y llanamente que esto de la política va de negociar. Sin más.
Es que para hacer lo que dices en el último párrafo hace falta una o dos cosas (mejor las dos) humildad y/o inteligencia.
La política es negociar y hacer el camino andando.
Los de Sabin Etxea con paso firme unas veces, e intermitente otras, tienen su ruta marcada y esta les lleva al final del camino donde se negocia, de allí se vuelve con el zurrón cargado, o medio cargado, y vuelta a empezar.
Bildu lleva años en un cruce sin saber que ruta tomar, algunas veces se decide a probar para acabar siempre tropezando, sin nueces, y protestando.
Podemos Elkarrekin, como sucursal tiene el «problema» en su camino, le marcan una ruta desde Madriz y acaba siempre en el descampado.
Aquí llevamos ya 40 años con la incoherencia de la izquierda abertzale y sabemos de qué va esto, de la «izquierda» hispanistani mejor no hablar, pasan de parias a casta y de ciudadano Felipe a Su Majestad, en cuanto su líder sectario se coloca la cartera de piel y posa llorando.
Pues yo veo que están simplemente fuera de juego en Gasteiz, sin la posibilidad de hacer más que teatrillo en el Parlamento vascongado (ellos lo han llamado así).
Dada esa situación, podrían ponerse a acordar algo y mantener las líneas maestras más o menos. O podían seguir con el histrionismo y tirar por la borda buena parte de las líneas ideológicas.
Pero bueno, si seguimos defendiendo recibir como héroes a asesinos confesos y que no se arrepienten de nada en la misma frase que hablamos de derechos humanos; obviamente no es ningún problema justificar el dar el voto gratis et amore al TAV, la casa real y todo lo demás, ¿No?
Los mejores «negociando» en España son los militares. Les dicen a su mayores que escriban unas cartitas a los reyes y rellenen unos chats y acojonan a todos.
Como bien estáis diciendo, «hacer política es negociar». Por supuesto, negociando de forma coherente con lo que se dice y predica. Faltaría más.
Pero es que, la propia democracia, tiene en su ejercicio, en su esencia y en su razon de ser, la negociación. Y es que de no ser así, no sería democracia, sería dictadura, de uno u otro signo, pero dictadura.