Sonrío con resignación al escuchar una y otra vez la eterna martingala de los dos bloques perfectamente definidos en Catalunya. El propio desarrollo de los acontecimientos en los últimos meses y, más concretamente, la foto post electoral del domingo debería servir para desmentir el falso mito del independentismo y el unionismo, o en su versión alternativa, del soberanismo y el constitucionalismo. Empezando por estos últimos, quizá hubo un tiempo en que cabía considerar como amalgama más o menos compacta a todos los que se dejaron ver en francachelas rojigualdas como las que se convocaban en Colón o Urquinaona. Hoy es evidente que el PSC —por lo menos, hasta nueva orden— no compartiría esa foto y por lo tanto, queda fuera de la imaginaria suma españolista del supuesto 50 por ciento.
En cuanto a los que aspiran a tener una nación propia, quizá sí podamos encontrar cierta homogeneidad. Otra cosa es que su unidad de acción sea fruto de la necesidad y tenga que sortear cada vez más serios y profundos desencuentros. Con todo, la inercia y la certeza de saber que por separado se iría al carajo el objetivo mantienen a ERC y Junts (la CUP es otra historia) en una alianza que no termina de quebrarse. Y la prueba es que, pese a todo lo que se tienen dicho y hecho, parecen dispuestos a seguir de la mano.
No hay que olvidar a un presunto tercer bloque que es el del sistema judicial español.
La fiscalía veta el tercer grado para los presos políticos catalanes después de haber autorizado su presencia en la campaña electoral.
Un estado que mantiene preso a un líder político como Junqueras, por citar a uno, es un estado muy enfermo.
Un estado en el que determinado sector político maneja los hilos justicieros está más muerto que vivo. Democráticamente hablando.
Coincido en el análisis de los independentistas. Con el del PSC no tanto. Si al nacionalismo Español le hubieran dado los números Illa sería presidente fijo, como lo fue LóPPez en Euskadi, con los voto la abstención o lo que hiciera falta de VOX incluido. Al PSC se la soplaría todo con tal de gobernar Cataluña, y en España, Sánchez el primero, todos encantados de la vida. El «dialogo» que Illa ofrece al 50% de la población catalana se limita a la renuncia a sus aspiraciones al circunscribirlas a una ley Española que no las hace posibles y así, todos contentos;vuestras ideas dividen, las nuestras, unen. La una grande y libre. No nos engañemos.
Quien diría que el poder judicial es un agente político mas introduciendo crispación y radicalismo, que desestabilice el gobierno de España, y se produzca una reacción también radical del electorado español para dar vuelta a la tortilla, quizá sea ese el cebo puesto al independentismo catalán que no debería, en todo caso caer en provocaciones.
Me temo que hay cierto demoscopismo en el bloque independentista, por ejemplo cuando Puisdemont se echó atrás en su día de las recomendaciones del lehendakari ante el temor que le tacharan de traidor y cagón.
Ahora, después de anunciar la independencia, y discursos bruscos, no exentos de motivos, pero claro, si no forman el bloque independentista tienen miedo a lo mismo que tuvo miedo Puigdemont, pero el objetivo, los pasos y el camino hay que tenerlo claro, y como es el enemigo, porque no tiene otra palabra, también.
A las grandes montañas, como es el objetivo independentista, se sube por campos, no se sube de una tirada, y de un piso a otro se sube por la escaleras no trepando por la fachada, y para pasar de una orilla a la otra hace falta un puente, llamado derecho a decidir reconocido, porque hacerlo a nado, con las corrientes, avenidas, cocodrilos, pirañas, que de todo hay pues es jugársela a una carta, cuando hasta ese hipotético momento de jugársela a una carta hay opciones menos riesgosas y que yo creo que afianzan al indepentismo ante la comunidad internacional y el pueblo español( cuya radicalización perjudica al independetismo y cuidado con su reacción electoral) como transversales y moderados que lo único que quieren es solucionar un problema.
Cuidado con entrar como un elefante en una cacharrería.
En definitiva posibilidades de ganar por una parte ( pocas, creo) posibilidades de un desastre por otra( muchas). El bloque independetista es contraproducente, ahora, es una opinión.
Es como lo de viajar, lo importante es llegar, no dentro de media hora a riesgo de pegártela.
Illa y el PSOE sí son del bloque unionista, clarísimamente. Si incluso los de VOX dijeron que votarían a Illa para que saliera elegido, si los números les sonreían. Hay distintas formas de ver España, unos son federalistas, otros centralistas. Todos son unionistas y se eligen unos a otros como mal menor. Y si Illa necesitara los votos de VOX, no los rechazaría, aunque no podremos comprobarlo. Con esto se ve que hasta los de VOX son más listos que algunos de aquí, y no me refiero a ningún bando en concreto, que nadie se de por aludido o, si lo prefieren, todo lo contrario, que todo el mundo se de por aludido. Los catalanes, tanto independentistas como unionistas, están unidos en el tema nacional, aunque estén divididos en otras cosas.
Cada vez que hay elecciones se ve la diversidad de opciones para ejercer el voto, y de muestra que la sociedad esta muy requetedividida, por cada voto que recibe una opcion hay una division.
Siempre que se forma un gobierno siempre se generan bloques, los de los que gobiernan y los de los que no gobiernan.
Luego ponganse los apellidos que queramos a esos resultados, que hasta ahora y cada vez menos creia que eran todos democraticos.
Porzierto sabe alguno si cuando termine la pandemia nos van a dar subvenciones a los jubilados para poder viajar a paises exoticos en hoteles 5 u 6 estrellas a todo trapo para quitar este stress que nos han generado los gobiernos, sindicatos, huelguistas y todo ese pupurri de » y de lo mio que», que parece que lo va a pagar el genio de la lampara maravillosa.
¿Alguien me podría explicar cómo se hace eso de rechazar los votos de alguien?¿cómo se lleva a la práctica?
¿Y algún ejemplo real? ¿Alguien puede poner un ejemplo de alguna vez que haya ocurrido eso?
Porque lo contrario lo he visto cientos de veces. Acusaciones de unos a otros de gobernar o sacar adelante esta o aquella ley con los votos del maligno de turno (para unos los malignos son unos y para otros…otros), acusaciones de que el voto haya coincidido con el de los malvados. Esas acusaciones las he escuchado cientos de veces, casi miles, en todas las direcciones, de trinchera a trinchera. Pero, admitiendo que me puede fallar la memoria, no recuerdo un solo caso, de nadie, que haya «rechazado» unos votos.
Por no hablar del refuerzo adicional que ello supondría para la fuerza maligna en cuestión. Sería como otorgarles una sobrerepresentación, super poderes, la poción mágica. La llave de todo. Para cerrar, no para abrir, pero llave al fin y al cabo. El derecho de veto, mucho más allá de su representación real. Y teniendo en cuenta que a los malignos lo que les mola es destruir, pararlo todo, mucho más que aportar y construir, estarían encantados. Su Sí sería el No definitivo.
No me parece muy inteligente, la verdad. Por eso, supongo, no ha pasado nunca y en realidad todos han «aceptado» cuando a tocado votos de de todos.