Margarita Robles nos ha regalado su propio obituario político. Cuando Sánchez se la fumigue, lo que hará en cuanto necesite soltar unos kilos más de lastre, podremos proclamar que no la ha destituido sino que la ha sustituido por la/el material humano fungible que toque. Con esa expresión, la que ella misma gastó ayer para referirse a la laminación de Paz Esteban como jefa de los espías hispanistaníes. Ni el olvidado Iván Redondo habría llegado a semejante nivel de desfachatez para decir lo que hasta el que reparte los refrescos sabe que solo es la decapitación ritual de una chiva expiatoria menor, a ver si hay suerte y los diosecillos cabreados por la indignidad aberrante del espionaje se aplacan un tantín y permiten a su sanchidad seguir durmiendo en el famoso colchón de Moncloa que cambió al día siguiente de desalojar a Eme Punto Rajoy.
Está por ver que el sacrificio de la pieza menor, fácilmente recambiable por otra cuyos méritos ni se han preocupado en glosar porque todos sabemos de qué va la vaina, acabe surtiendo los efectos anhelados. De momento, Esquerra, que es a quien nos estamos refiriendo, puesto que el resto, incluidas las formaciones cercanas geográficamente a nosotros, son apenas atrezzo, ha dicho que bien, que vale, pero que no es suficiente. El tributo de sangre deberá ser mayor. Que caiga la arriba mentada Robles, y a partir de ahí, ya veremos. Claro que también todo puede ser, como suele ser habitual, de boquilla. De hecho, si yo fuera el desafiado Sánchez Castejón, me plantaría y dejaría que los portavoceados por Rufián se arriesgan a poner de vicepresidente a Abascal.
¿Y por qué nadie se mete con el sátrapa marroquí que al parecer disfruta tocando sus reales gónadas a su primo Felipe?
Si quitan a Margarita pondrán algo igual o peor así que mejor dejarle, porque al fin y al cabo está al servicio de los milicos. Y con ésos, ojito.
Se suele decir que la política es «el arte de lo posible». Y también, como consecuencia, que es la búsqueda del mal menor. Y en ello estamos, en que siga Pedro Sánchez, para evitar que llegue Santiago Abascal. Ósea, para que lo entendamos: es la extrema derecha la que está haciendo posible un gobierno de izquierdas. Caramba, pues qué cosas tiene la política. Será por eso que una gran parte de la ciudadanía dice que «la política no hay quien la entienda».
Bueno, algunos sí la entienden: los que viven de ella, porque no tienen otra forma de ganarse el cocido.
Insuficiente, pero necesaria.
La caída de la directora de la TIA hispanistaní, quiero decir.
No sé si era la misma que cuando los atentados de Barcelona de agosto de 2017 no lo vio venir.
En aquella ocasión, y si pasamos de largo por la teoría conspiranoica, (que hablaba de connivencia del CNI con el Iman de Ripoll) lo que tuvimos en aquella ocasión fue una incompetencia suma y una dejadez de funciones que acabó en tragedia.
Tragedia que hubiera sido mayor si los zoquetes asesinos que preparaban una salvajada aún más grande no hubieran hecho explotar accidentalmente las bombonas de butano.
A nivel público no se ha sabido de ningún cese por aquellos hechos, aunque Mariano punto R tampoco era mucho de «sustituir» a sus subordinados por incompetencia.