Diario del covid-19 (31)

Cómo se conoce uno a sus clásicos. Un minuto después de enviar la que debería haber sido esta columna, poniendo de vuelta y media al gobierno español por lo que pretendía hacer con las criaturas para el desconfinamiento, corrí a Twitter a dejar por escrito mis sospechas de que habría donde-dije-digo-digo-Diego… y tendría que volver a teclear otro puñado de líneas. Pues aquí me tienen, con el párpado a medio asta de quien se levanta a las cinco de la mañana, cumpliendo mi autoprofecía.

Y sí, se sabe uno lo de la sabiduría de la rectificación, pero también llevo las suficientes renovaciones de carné para discernir cuándo una enmienda es, en realidad, un grosero bandazo más de quien se maneja a golpe de puñetera ocurrencia. Por lo demás, me parece de cine que haya imperado la cordura y, en efecto, se vaya a permitir que los churumbeles den paseos en lugar de la soplagaitez de acompañar a sus progenitores a esa guerra en que se ha convertido la compra. Lo que ni es de recibo ni cuela es que haya habido nueve horas de diferencia entre el pomposo anuncio inicial y el giro de 180 grados. Anoto que es la segunda vez en diez días en que el ministro Illa, un tipo que tengo por muy serio, sale a desmentir al cien por ciento a la portavoz de su gobierno. Uno de los dos está de más, salvo que sea estrategia.

8 comentarios en «Diario del covid-19 (31)»

  1. Javier es mas sencillo que todo eso, decir una cosa y la contraria da la impresion de que es una estrategia del gobierno, y seguro que venia en su programa electoral.
    Para mi lo que no es entendible es que un filosofo, que no tiene ni pu. idea de lo que es una aspirina (salvo que quita el dolor de cabeza) se le ponga de ministro y ademas de sanidad pues que quieres que te diga.
    Yo ya se que los politicos son la otia, la reotia y el padre laburu pero ministro de sanidad?
    Pues que quieres que te diga es un francisco lopez alvarez en toda regla explicando el principio de Arquimedes o un corcuera dandonos clases de derecho, y mas que no voy a seguir poniendo por eso de la vergüenza ajena.

  2. ¡En fin! A mí la sensación que me queda es preguntarme: ¿hay alguien normal en este gobierno? Porque claro, que entre las veintidos “personas” más un presidente que componen el Consejo de Ministros nadie sepa lo que es un niño y cuales son sus necesidades es para echar cohetes.
    No sé, la verdad, me queda la cosa de que estamos en manos de psicopatas, a los que su ideología obnubila y no deja ver la realidad.
    ¡La que nos espera!

  3. He escuchado a un socialista de postín decir que éste es un gobierno que sabe escuchar y por eso rectifica.
    Pues igual es verdad, pero es mejor escuchar antes de hacer.
    Los figurines que sufren ataques de solemne verborrea cuando les escuchan millones de personas no deberían hablar en público.
    Me consuela algo saber que si estuviera al mando la Banda del Trifachito todo sería muchonpeor.
    Triste consuelo, pero es lo que hay.

  4. Lo que se ha perdido Luis Garcia Berlanga por marcharse.
    Yo a algunos de los uniformados les veo cara de «Saza».

  5. Acabo de oír en Teleberri que estos días pasados se han contagiado 64 sanitarios de Osakidetza a causa de usar mascarillas defectuosas de un lote enviado por el Gobierno Central. Al hilo de una pequeña polémica habida en este “blog” en días pasados: ¿se pueden exigir responsabilidades por este hecho? ¿No va dar cuenta de ello Osakidetza a la fiscalía? ¿No hay responsables POLÍTICOS? o si somos “INTELIGENTES” (sic)¿debemos esperar a que “pase la crisis” o sea “ad calendas graecas” para poder protestar”?.
    Desde hace unos días estoy realmente enfadado, lo dicho, no hay gente MÍNIMAMENTE NORMAL en este gobierno.

  6. Simplemente decir que si alguien que va en un barco cree que no yiene posibilidad de hundirse o caerse a la mar, aunque lleve todas las medidas de seguridad habidas y por haber, que me lo diga.

  7. Esta bien el símil del barco: si uno va en un barco, ve que se acerca la galerna y ve que el capitán se niega a arriar el velamen y se empeña en introducir el barco entre los escollos ¿qué debe hacer?
    a)Esperar que pase la “crisis”y, una vez completado el naufragio, si hay suerte y alguien se salva, preguntar, educadamente, eso sí, a ver si el capitán estaba en sus cabales.
    b)Procurar que se tomen las medidas correctas, criticando incluso al capitán, en aras a evitar el naufragio (el cine tiene excelentes películas al respecto, de la “Bounty” al “Maine”).
    Y de todas formas, eso de “aunque lleve todas las medidas de seguridad habidas y por haber”, suena a cachondeito, vista la “previsión” de este gobierno. ¡Que sé lo digan a los miles de sanitarios infectados (y unos cuantos muertos) por falta de eso mismo, unas mínimas medidas de seguridad!

  8. Perdón, quería decir “la Bounty y EL CAINE” no el Maine. Lo del Maine fue otra historia, interesante, pero otra.

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