Que nada, que ya queda poco, que casi está… Pero ha terminado el 18 de julio, el número 82 después del primero, y Pedro Sánchez ha dejado pasar el día perfecto para desahuciar a la momia de Franco de su plácido sepulcro en el Valle de los Caídos. Otra vez será. No le urgiremos. Ocurrirá cuando toque, pero mientras, desde estas humildes líneas le animo a reparar en la tremenda bofetada a la por él tan cacareada Memoria que se le atizó ayer en la radio pública española, esa misma, sí, que junto con el resto de medios de titularidad estatal sigue a la deriva por culpa del trilerismo partidista.
De paso, aprovecho para contárselo a ustedes, que seguro ni sospechan que a estas alturas del tercer milenio en la emisora pagada a escote se mantiene un espacio diario llamado Alborada en el que varios sacerdotes se dedican por turno a impartir doctrina nacionalcatólica. Con sacarina, si quieren, pero no muy distinta a la del Cardenal Gomá y sus mariachis.
El que ayer estaba al mando del micrófono, un tal Alberto Argüello, a la sazón rector del Seminario de Valladolid, disimuló lo justo. Tituló su homilía “Memoria benevolente”, lo que ya le pone a uno en guardia. Después de hablar del 18 de julio como fiesta que rememoraba un alzamiento, afeó “el uso politizado de la memoria”, y abonó (con estiércol verbal, claro) la tesis de los dos bandos cometiendo el mismo número de injusticias. No contento, el trabucaire exhortó a recordar “los 6 años anteriores y cómo funcionó aquella república que terminó en un guerra y los 6 años posteriores ya a la victoria y cómo se gestionó a la hora de ver el cuidado de los perdedores”. Como lo leen.