El PSOE de Sánchez tiene la extraordinaria habilidad de vender la torre Eiffel o el desierto del Gobi al mismo pardillo varias veces. Cabría la crítica acerada al timador, y de algún modo esta columna pretende algo de eso, pero lo cierto es que, como sostiene el adagio, a partir de la segunda ocasión en que te la meten doblada la culpa es tuya. Es lo que les ha vuelto a ocurrir a EH Bildu y sus jaleadores en medios y redes. Uno no olvida el bullicio ante la promesa arrancada al partido que gobierna en España de promover la derogación de la Reforma Laboral del PP a cambio de dejar pasar una de las prórrogas del estado de alarma. Pasando por alto que la cuestión estaba más que comprometida en el pacto con Unidas Podemos, ni dos horas tardó Ferraz en salir a matizar que lo firmado era un bueno, ya si eso, se verá lo que se hace.
Ante la trapacería, Otegi mandó poner dientes, tiró del manido y mil veces desmentido latinajo Pacta sunt servanda y, en fin, arreó patada a seguir. Unas semanas después de aquello, la claque de la multicoalición aplaudió a rabiar que el grupo socialista hubiera votado a favor de la tal derogación en ese brindis al sol llamado Comisión para La Reconstrucción. Seguían los vítores cuando el partido de Sánchez trampeó una nueva votación y cambió el sí por el no. Sin ruborizarse