España, política basura

El navarro Santos Cerdán, con amplísima bibliografía presentada en materia de enjuagues politiqueros, echaba las muelas contra los diputados murcianos de Ciudadanos que impedirán que triunfe la moción de censura al gobierno local del PP. Tirando de rostro de alabastro, bramaba que pasarán a la Historia como traidores y les acusaba de haberse vendido por un plato de lentejas. Se le olvidaba al fontanero de Sánchez que apenas 24 horas antes de la presunta felonía de los naranjas cambiados de bando, él mismo se había presentado en la capital pimentonera armado de una chequera. Lo que ocurrió fue que pagó un precio demasiado bajo. Al día siguiente se presentó el emisario de Casado, Teodoro García Egea, con unos billetes más y revertió el trato.

Tanto ofreces, tanto consigues. Por desgracia, ese sigue siendo el gran fundamento de la política española, que hace mucho dejó de ir de principios o ideologías. Y más, si por medio hay formaciones como Ciudadanos, supuestamente creadas en nombre de nobilísimos ideales, pero que en cuanto entran en descomposición, como es el caso, demuestran que atienden a lo más primario: salvar el culo y llenar el buche mientras se pueda. Lo acabamos de ver en Murcia, lo olemos en Madrid, y el espectáculo seguirá en cada gobierno pactado con el PP. ¡Más palomitas!

Entre Murcia y Madrid

La de ayer parecía una mañana la mar de tranquila. Quedaba algún resto de serie del levantamiento de la inmunidad a Puigdemont y se tejían perezosamente los mensajes de aluvión de un nuevo aniversario del 11-M. Pero en esto cayó el gobierno de Murcia como efecto de un tiro en el pie del PP gobernate y de una patada a la desesperada de esa nada que atiende por Ciudadanos en comandita con un PSOE que está al plato y a las tajadas. Ni una hora nos duró el entretenimiento a los plumíferos ávidos de cualquier novedad, la que sea. La eternamente minusvalorada Isabel Díaz Ayuso y su Rasputín de cabecera, Miguel Ángel Rodriguez, vieron el momento de echar el órdago. Al carajo el molesto socio naranja, el aguado Aguado —valga la redundancia, como gusta decir a los opinadores del ultramonte—, y vamos a elecciones adelantadas con aroma a mayoría absoluta de la neolideresa. Parece que las mociones de censura a la desesperada de Más Madrid y PSOE llegaron tarde.

Todo eso, claro, esperando el efecto de las ondas sísmicas en los no pocos lugares donde Ciudadanos sostiene, generalmente junto a Vox, gobiernos autonómicos o municipales. Andalucía y Castilla y León aseguran que, de momento, aguantan. Se antoja difícil que lo hagan mucho tiempo. Pedro Sánchez e Iván Redondo sonríen mientras acarician un gato.