Me perdonarán la estrafalaria asociación de ideas. Supongo que, influido por la flatulenta moción de censura de Vox, he recordado aquellos tiempos del desarrolismo franquista en tecnicolor aguachirlado, cuando se celebraba con toda la fanfarria la llegada del turista un millón. Esta vez, los no-dos recauchutados vocean el contagio por covid un millón en Hispanistán. Obviamente, hablamos de la contabilidad oficial. Sin ser epidemiólogo ni virólogo, cualquiera intuye que en este punto y hora han debido de ser muchos más los positivos, del mismo modo que sabemos con atroz seguridad que a los treinta y pico mil muertos del balance gubernamental hay que sumarles, como poco, otros veinte mil.
Y aquí estamos, en plena segunda ola, dando palos de ciego y cambiando de criterio a golpe de informe sanitario y de circunstancias concurrentes. No me jodan que el confinamiento de Navarra tiene que esperar al paso de una etapa de la Vuelta ciclista. O qué decirles, en la demarcación autonómica, de las medidas anunciadas el sábado pasado y que, para cuando las valide (o no) la sacrosanta Justicia, se habrán quedado viejas, porque ya nos adelantan que hoy mismo habrá que decretar otra vuelta de tuerca. Un saludo afectuoso, por cierto, a los que pontificaban que las elecciones vascas deberían haber sido en otoño.