El miércoles por la noche estuve en los estudios Buñuel grabando el programa de opinión 59″. Se llama así porque tienes solo 59″ para hablar. Si te pasas, el micrófono se baja y te quedas sin voz. Es una buena idea. Hace ágil el programa.
Lo dirige una vasca, Itziar Bernaola y lo conduce María Casado, una buena profesional. Y los invitados fueron Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, secretarios generales de UGT y CC.OO. Había firmado por la mañana en La Moncloa, el acuerdo sobre pensiones con el gobierno y la patronal. Los partidos políticos, no fueron. En la tertulia estuvieron los periodistas Fernando Onega, José M. Calleja, Margarita Sáenz Diez y el director de La Razón, Francisco Maruenda. Previamente hablamos de lo habitual. De la prohibición de fumar, de dietas, de Fraga. Méndez es persona cordial. Onega hablaba gallego con Carod Rovira, invitado por primera vez como yo. La grabación empezó a las 6:30 y terminó a las 8:15. Lógicamente empezó el programa hablando del acuerdo suscrito. Todos coincidían que nada tenía que ver con los Pactos de La Moncloa, en su contexto histórico y en su gestación. Esto es otra cosa. Yo les pregunté el por qué no cuentan con los sindicatos vascos. Me dijeron que «qué más nos gustaría». Les dije que habían convocado una huelga que no fue general, pero que en Euzkadi hay la mitad de paro que en el estado. Tras este capítulo, el segundo fue más polémico. Se trataron las declaraciones de Aznar diciendo que Europa se debilita si en España cada Autonomía quiere convertirse en un mini estado. Lo aparecido en Faes era mucho más fuerte. En mi turno pregunté si Aznar hablaba en nombre del PP o de su resentimiento, al no poder blandir ahora la bandera contra ETA porque el PP había presentado en el Senado una Moción que nada tenía que ver con lo que decía Aznar. Recordé cómo estuvo en su tiempo contra la Constitución, a la que no votó, y que Bono había recordado hacía una semana como el ejército condicionó el estado autonómico para no dar la suficiente importancia a las Comunidades Históricas, Galicia, Euzkadi y Catalunya con aquel café para todos que solo fue una achicoria para todos. Nadie iba a pensar en 1977 que Madrid iba a ser una autonomía con bandera e himno y que ahora Madrid si es la que quiere ser una ciudad estado. Comenté como Aznar es un jarrón chino, imagen de Eduardo Frei que utilizaba Caldera y que yo traje aquí y que ahora Felipe González se ha apoderado de ella. Los jarrones chinos son muy valiosos pero nadie sabe dónde colocarlos. Hice la observación sobre el hecho de que nosotros los nacionalistas somos partidarios de más Europa pero que a ello se oponen los estados europeos actuales y quien está frenando la potente organización europea con su nacionalismo chauvinista son los estados miembros de la Unión. Maruenda discrepó y dijo que solo buscábamos la independencia y convertirnos en mini estados. Carod dijo que sí. A mí me preguntaron. «Nada de miniestados, maxiestados». Había que cogerlo por ese lado ante la obsesión de la derecha a la que le sacamos allí su falta de respeto en relación con las lenguas cooficiales en el Senado. El tercer apartado fue el de la situación del Magreb tras las revueltas en Túnez y Egipto. Acudió un analista de la Fundación El Cano muy competente. Le preguntamos el por qué nadie se enteró de lo que estaba pasando y recordé a los kreminólogos que fueron los últimos en enterarse de la caída del Muro y aquí todos los Moratinos expertos en Oriente Medio y los países árabes ni se enteraron de nada porque estaban muy cómodos validando una situación de hecho fundada en la conculcación de los derechos humanos, la tortura y la falta de libertad. Nos dijo que la mecha había sido la situación económica y una juventud que sigue lo que pasa en el mundo pero que ya no aguanta dictadores corruptos y clientelares. Quieren separación de poderes y una economía saneada que cree empleo. Fue muy interesante lo que dijo y lo bien que lo dijo. Yo andaba urgido para ir al aeropuerto. María Casado nos preguntó a Carod y a mí si volveríamos y si habíamos estado a gusto.»¡Por supuesto!». |
Ni Méndez ni Toxo tienen la menor credibilidad. UGT y CC.OO. han pasado a formar parte del aparato del Estado en el que se integran como nuevas versiones de «sindicatos verticales». Han sido los principales opositores a la transferencia de la formación contínua porque no querían renunciar a manejar el pastel en la CAV pese a ser sindicatos minoritarios. El Estado les tiene comprados y firman lo que sea con tal de seguir manejando presupuesto. Es una vergüenza que UGT intente hacer ver su oposición a determinadas medidas de zapatero con un día de huelga ( o jornada lúdico festiva) cuando si realmente está en contra de las mismas no tenía mas que haber exigido a los parlamentarios afiliados de la UGT que votasen en contra. Tampoco hay que olvidar el intento de acercamiento de CC.OO. a Aznar cuando este accedió al poder, claro que semejante pretensión contra natura nunca pudo dar el menor fruto. Los sindicatos como CC.OO. y UGT se han convertido en uno de los instrumentos de control social, junto con al gran mayoría de los medios de comunicación y determinadas estrategias económicas, como la de dar hipotecas a todo el mundo de manera que la mayoría de la población no pueda ni moverse por el miedo a perderlo todo. Los neocons van ganando la partida también en España, pero antes o despues surgirá la respuesta, como ha surgido en los países árabes donde también se creía tener todo bien atado. Los contendientes políticos de la época de la restauración monárquica (liberales y conservadores) forman hoy una unidad (el PP), y por el camino que va el PSOE (que desde 1978 es el autor de las principales restricciones de derechos sociales, empezando ya con Felipe González), es previsible una futura confluencia. Lo que queda por ver es por dónde vendrá la respuesta cuando este modelo se vea como un gran engaño por la mayoría de los ciudadanos. Pero eso es algo que no se verá hasta la quiebra del modelo bipartidista y centralista en el que tanto PP como PSOE están trabajando desde hace tiempo.
Senetari lagungarria,
Debe de estar mal informado, porque los nacionalistas, en Europa, todos quieren tener un Estado y que su Estado mantenga el máximo de soberaría.
El PNV es la excepción entre los nacionalistas, sí que no pluralice. O no se llame nacionalista.
No haga caso, señor Anasagasti. Desde el PNV siempre hemos defendido un Estado soberano euskériko, aunque desde la transición española decidimos hacerlo lentamente, sin meter, mucha prisa, para que no nos asociaran demasiado con nuestros hermanos de ETA. Ahora que éstos parecen decididos a dejar la lucha armada, podemos unirnos todos los nacionalistas para constituir un Estado propio, dentro de la Unión Europea. Sería gracioso que la nación europea más antigua no pudiera estar dentro de la UE, sobre todo teniendo en cuenta hechos históricos como que Carlo Magno era vasco.