Javier González de Durana, exdirector del Artium, será el primer responsable del Museo Balenciaga, el espacio dedicado al gran modisto en su localidad natal.
El Patronato de la Fundación Balenciaga se reunió en Getaria y nombró director del museo al exprofesor de Historia Contemporánea de la UPV.
Se desconoce si González de Durana posee algún vínculo con el mundo de la moda pero no hay duda de que es un experto en maniobras varias.
González de Durana, que entre 1992 y 2001 también dirigió la sala de exposiciones Rekalde de Bilbao, integró la comisión asesora de compras de la colección artística del Museo Guggenheim y fue miembro de su Consejo de Administración entre 1993 y 1998. Sus informes se usaron en el Parlamento para cuestionar el criterio «fortuito» en ciertas adquisiciones y acusó de que se había pagado por algunas obras un precio, superior al mercado. López de Durana aconsejó la compra de una obra de Rotko. Cuando estuvo ante ella pidió una silla para verla mejor y porque le producía tal emoción aquel lienzo, que prefería verlo sentado. Los allí presentes pensaron que se trataba de un snob.
De su trayectoria en Artium fue aplaudida la vocación internacional que imprimió al museo gasteiztarra y la apuesta por exposiciones de corte arriesgado; en su contra, figura que no se preocupó por establecer conexiones con el ámbito de la cultura alavesa. Poca cosa para él. En 2007, tras seis años en Artium, empezó a buscar un nuevo reto, y presentó su candidatura a dirigir el Reina Sofía. No salió.
Durana es amigo de Antonio Rivera, el viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco, que es quien manda. Los ramos de flores los entrega Blanca Urgell, pero a los mandos del Departamento está Rivera y su campaña contra Juan Ignacio Bidarte. De momento no ha logrado que González de Durana dirija el museo bilbaíno, su gran aspiración. Y lo de Getaria es un apeadero momentáneo. Veremos, porque si algo es González de Durana un hombre constante y ambicioso. Y, como Rivera, antinacionalista.
Quieres decir antinacionalista vasco, nacionalista español.
No tenemos derecho a llamar esnob a alguien cada vez que no entendemos por qué hace algo que nosostros no presuntamente haríamos.
Así es muy fácil. «Bah, es un esnob!». Pues no.