Ganó la chica que siempre está esperando la saquen a bailar

Miércoles 29 de febrero de 2012

A raíz del estreno de la película sobre la llamada Dama de Hierro, conté aquí la visita que nos hizo la Sra. Thatcher al Congreso en su visita oficial. Normalmente los que visitan el Parlamento suelen ser los jefes de estado pero no los jefes de gobierno. Sin embargo ella quiso estar con nosotros y a tal efecto todos los portavoces nos reunimos con ella en la sala del Gobierno del Congreso.

La historia de aquel encuentro ya la conté pero como me ha aparecido la fotografía del mismo la reproduzco hoy en la oportunidad de que Meryl Streep ha ganado el Oscar a la mejor actriz.

Y es bueno comentar este hecho pues pasó por el Festival de Cine de Donostia-San Sebastian y dejó el recuerdo de una señora normal, aguda, simpática y sin caprichos de diva. Y una frase que se me quedó: “Soy la chica que siempre está esperando la saquen a bailar”.

Colin Firth, ganador del Oscar el año pasado por El discurso del rey, anunció las candidatas a mejor actriz. Y la ganadora fue, por fin, Meryl Streep, la actriz más nominada en la historia de los premios, que fue reconocida como la mejor intérprete por La dama de hierro, 29 años después de haberlo recibido anteriormente.

Competía con Glenn Close, Michelle Williams, Rooney Mara y Viola Davis. Streep interpreta a la ex primera ministra británica Margaret Thatcher. En sus más de 60 películas, Meryl Streep ha encarnado a todo tipo de mujeres: una mujer obsesio­nada por la juventud eterna, un ama de casa que se debate por un amor clandestino, la exigente editora de una revis­ta de moda, una adorable coci­nera de TV, una severa monja a cargo de un colegio religioso… Si bien es la actriz más nomi­nada en la historia del Oscar (17 veces) no lo ganaba desde 1983, cuan­do lo obtuvo por su papel protago­nista en La decisión de Sophie.

Su interpretación de Margaret Thatcher en La dama de hierro, de Phyllida LJoyd, le ha valido su tercer Oscar (el primero fue en 1980 como actriz de reparto por Kramer vs Kramer). Ya consiguió el Globo de Oro a la mejor actriz dramática y el Bafta por su dama de hierro.

¡Zorionak Meryl!

Yo me bajo

Todos los comentarios de estos días giran alrededor de lo dicho por la Izquierda Abertzale el domingo en el Kursaal sobre la imagen de insensibilidad frente al dolor causado por las accionas de ETA. A unos les parece tardío y sin fuste, a otros un paso decisivo.

A mí me parece que van muy lentamente. Este parece un striptease en cámara lenta, sobre todo porque ya hubo en el pasado gentes que se enfrentaron, desde las propias filas de HB, a las brutales acciones de ETA. Y recuerdo una toma de postura muy clara hecha en 1993.

Traigo a colación lo que escribió el parlamentario de HB, Joxe Agustín Arrieta el 8 de diciembre de 1993 tras el asesinato del sargento mayor de la Ertzaina Joseba Goikoetxea. Era una carta privada enviada a sus compañeros de Mesa Nacional de HB que se encontraba en la sede de Donostia.

Arrieta había sido hasta 1992 el responsable del Área del Euskera en la Mesa Nacional cuando fue sustituido por Joseba Álvarez el hijo de Txillardegi. En el parlamento vasco fue el portavoz del área municipal de HB, tarea que posteriormente siguió Begoña Garmendia. Cuando escribió la carta era el responsable del servicio de euskera de la Kutxa y es un reconocido traductor.

Han pasado casi veinte años y la IA sigue dando solamente pasitos. Por eso conviene recordar que ya hace veinte años, gentes de ese mundo protestaban por lo que estaba ocurriendo. ¿No van pues demasiado lentamente?.

He aquí el escrito de Joxe Agustín Garmendia:

Texto íntegro de la carta de Joxe Agustín Arrieta difundido en su edición del 8 de diciembre de 1993 por un diario donostiarra:

“Aunque sea del tren en marcha. Me retiro, o ese es mi deseo, al menos. Porque también puede suceder que me rompa la crisma en este apeaje forzado. No sería ni el primero ni la primera vez. Me resultaría tremendamente duro soportarme a mis mismo “fuera de”. Las contradicciones internas, políticas y vivenciales probablemente me destrozarían. No es el miedo al qué dirán, a las miradas frías y despectivas de mis compañeros lo que me atenazará. Será, como siempre, en armonía con mi yo más profundo, el sentimiento de auto-culpabilidad, las dudas, la angustia cotidiana de no poder identificarme (apaciguarme) con ninguna referencia colectiva, lo que probablemente me llevará al auto-aniquilamiento.

Pero debo preguntarme ¿puedo pretender estar cuerdo en un país de locos?. A quién se le ocurre… Nos pasamos años y años insistiendo en que debemos evitar el enfrentamiento civil entre vascos, por pura y elemental pedagogía política, a fin de que quede bien claro que la contradicción fundamental estriba en la negación de nuestra soberanía por parte del Estado, y ahora va ETA y se carga a un ertzaina que, por muy lo que sea que sea, no es más que un agente estatutario. En pura lógica, si estamos en guerra también con el PNV y todo Ajuria Enea deberíamos atentar también contra sus jefes ¿no?.

¿Qué diablos pretendemos extendiendo el conflicto a ese nivel interno, civil?. En un proceso de liberación nacional debe preverse también una fase de enfrentamiento civil, pero estamos rematadamente locos si pensamos que podemos permitirnos el lujo, con la actual correlación de fuerzas, de empezar ya, como si fuéramos partisanos en vísperas de la liberación, dedicándonos a la purga de “colaboracionistas”: ¿Estamos locos o qué?. (Aparte de que mi juicio, incluso en esa fase avanzada, habría que hacer lo posible y lo imposible para evitar revanchismos y purgas que a la larga no hacen más que agotar y calcinar la frescura de todo movimiento revolucionario, provocando terrores y odios traumáticos la mayoría de las veces irreversibles).

Si ya el secuestro de Julio Iglesias fue sumamente discutible por cuanto suponía un “tour de forcé” peligrosísimo ante la sociedad, este atentado a un ertzaina (no miembro del ejército español, como otras veces), supone clarísimamente y exactamente eso de lo que nos suelen acusar nuestros adversarios políticos más lúcidos: “Una huida hacia adelante”.

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