Cuando Irujo vivía en Caldetas en plena guerra

Sábado 26 de enero de 2013

Barcelona, 29 de Julio de 1.938

Excmo. Sr. D. Francisco Méndez Aspe

Ministro de Hacienda

Mi querido amigo:

En alguna ocasión he hablado con Vd. y he tratado en Consejo, sobre las actividades del Cuerpo de Carabineros. Creo obligado reiterar aquellas informaciones con hechos que merecen ser conocidos de Vd. tanto más cuanto que será difícil evitar el que sobre ellos tenga que tratarse en Consejo.

Yo vivo en Caldetas. Tengo arrendada al ayuntamiento una casa, con un campo de tenis. Un día se presentaron los Carabineros en pocas horas arrojaron de las dos torres más cercanas al campo de tenis a las cuatro familias que las ocupaban en virtud de arrendamiento estipulado con el ayuntamiento, cuyas rentas venían satisfaciendo. Las cuatro familias tienen hombres en el frente de combate.

A continuación de extraer de las casas estas familias con sus muebles, llevaron a aquellas y a estos a la casa que en las proximidades tiene el general Asensio. Como la hermana de éste se opusiera a que de modo violento se abriera la puerta de su casa imponiendo la entrada de aquellas personas y sus muebles, dieron un empujón a dicha señora, la colocaron un fusil sobre el pecho, forzaron con una palanqueta la puerta de su casa y a viva fuerza introdujeron dentro de ella a las cuatro familias mencionadas.

La misma tarde en que esto sucedía ignorándolo yo, fui a jugar al tenis al campo arrendado, de donde me echaron los Carabineros, Me quejé al Director, el cual me contestó por carta que pongo a su disposición que, se trataba de órdenes emanadas del Sr. Delgado de Torres. Le luce saber a este amigo, el cual me dio un carro de explicaciones. En virtud de las mismas un carpintero a mi servicio se presentó al día siguiente en el campo de tenis, de donde tuvo que salir porque un Carabinero le amenazó con que, si volvía, corría el peligro de que disparara contra él. Esto me molestó. Lo dije así personalmente al amigo D. Demetrio. No pensaba haberme vuelto a ocupar de este asunto, como tampoco pienso arrimarme a aquel campo. Lo relato aquí para que los hechos sucedidos se relacionen en esta carta.

En Caldetas había una Colonia infantil donde los chicos, creo que un centenar escaso, recibían atenciones y alimentos. Un día se presentó un Jefe de Carabineros, toma posesión de la casa, arroja de la misma a la Colonia Infantil y pone sus trastos en la calle. Hace ya algunos días que los chicos deambulan, habiéndose suspendido las comidas porque no hay donde condimentarlas. Esta última relación la conozco por el Alcalde.

Sin salir del área en que yo vivo, a mi vista, ciencia y paciencia, en el corto intervalo de unos días, puedo concretar estos tres hechos.

Yo le ruego, mi querido amigo, que piense si no merece la pena corregir esas demasías que tan poco dicen del orden y del concierto con que deben funcionar los organismos del Estado.

Un abrazo,

Firmado Manuel de Irujo

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