1996: CÓMO NEGOCIAMOS LA PRIMERA INVESTIDURA DE AZNAR HACE 20 AÑOS (5).

Domingo 8 de febrero de 2016

NEGOCIACIÓN EN MAJADAHONDA

Hotel MajadahondaEl miércoles 10 inicié el día con un desayuno en la rotonda del hotel Palace con el director de Europa Press, Jesús González Mateo. Quería saber el feeling de la negociación y si estábamos dispuestos de verdad a pactar con el PP. Le dije que ésa era la intención si el acuerdo valía la pena. Jesús me comentó que Romay Beccaría le había dicho a Fraga que deseaba ir a Madrid de ministro, como así fue. Esto trastocaba los planes del hijo de don Torcuato, Enrique Fernández Miranda, que quería el Ministerio de Sanidad. De ahí que Aznar le propusiera a éste que eligiera o la Mesa del Congreso o ser Secretario de Estado. Eligió la Mesa. Me comentó también que Fraga quería sacar a Cuiña de circulación y que Pujol quería la neutralidad del PSOE en la negociación. Al salir me encontré con el diputado castellano Fernández Moltó. Me dijo que quería recibir a Arzalluz en Toledo.

Pero la negociación no sólo iba renqueando con los vascos sino también con los canarios y con los catalanes. José Carlos Mauricio me decía ese día que tenían problemas y que si las cosas seguían así no firmarían ningún acuerdo con el PP. Se les había ocurrido presentarles un documento de 47 folios y, en el PP, les habían dicho que si eso hacían, los vascos iban a presentarles uno de cien y que eso no podía ser. Molins, el portavoz de CiU, por su parte, también me dijo que las cosas no les iban bien. Sabían que las fechas iban cayendo pero para ellos la negociación no avanzaba porque hasta entonces los planteamientos que les hacían eran miserables. Del Inem y de las políticas activas de empleo, nada. Del Forcem, menos. Lo mismo que en lo relativo a Puertos, Tráfico, delegación de funciones, autopistas a pagar y el IVA. Nada. Todo iba mal.

Los socialistas, por su parte, seguían muy atentos la negociación o como aquello pudiera llamarse. Alfredo Pérez Rubalcaba me mantenía en un continuo mareaje. Ese día me volvió a llamar de forma melosa: “Ya no llamas. Ya no nos quieres. ¿Cómo va lo del Cupo?” Le dije que teníamos que llegar hasta el fondo para esclarecer lo del GAL. Casi se desmaya. “No vamos de peseteros”, le dije. Alfredo, por su parte, me aseguró que tenían por criterio no meterse con futuros aliados. “Nunca hemos hablado mal de Arzalluz, ni de ti; al contrario, ayer tuvimos una cena y nos la hemos pasado hablando de vosotros”. Y para redondear el incensario me pidió el documento de Coalición Canaria.

Otro socialista que me llamó fue Juan Alberto Belloch. Pero para una cosa tan rupestre como para saber cuándo sería la Investidura porque se quería ir de vacaciones. Aproveché la llamada para hablarle de los refugiados en Venezuela ya que el embajador de este país en Madrid estaba interesado en dicho asunto.

Ese miércoles llegaron a Madrid, Ibarretxe, Egibar y Olabarría. Nos fuimos a comer a la terraza del Currito. A Olabarria le dije que ya tenía el visto bueno de los socialistas para que fuera miembro del Consejo General del Poder Judicial. Ibarretxe, con su habitual frugalidad, pidió una ensalada y un filetito. “¿Cómo puedes negociar bien con semejante menú?”, le dijimos.

Por la tarde tuvimos una reunión negociadora en el hotel Majadahonda. Por parte del PP aparecieron Rato, Rajoy, Mayor Oreja, Montero y Salmones. Por el PNV estuvimos Ibarretxe, Egibar, Ollora, Olabarría y yo. Aquélla fue una reunión más. Sin concreción alguna. Solo generalidades. Y eso que fueron cuatro horas de sentada. Era día de partido de fútbol. Rajoy, cada cierto tiempo se levantaba y se iba con su puro a ver el partido, lo que nos indicaba que aquélla era una reunión de trámite. No se habían leído los papeles que habían estado dando vueltas. Y no había manera de concretar nada en lo singular. Sólo en lo genérico. Bien es verdad que hablamos de política e incluso avanzamos en lo que requeríamos para apoyar un pacto de legislatura, en un pacto de estabilidad parlamentaria o un pacto de gobierno. Pero todo se remitía a una reunión entre Arzalluz y Aznar. Lo único que nos dijeron con claridad era que nos olvidáramos de la transferencia de la Seguridad Social. Los sindicatos se oponían frontalmente. Rajoy se fumó un puro por hora. Rato tenía la mirada perdida. Montoro estuvo silente. Mayor Oreja era el más interesado en llegar a acuerdos. Pero allí no había ninguna apuesta por la singularidad del Estatuto vasco. Y de ese hecho crecía nuestra duda. A medida que pasaba el tiempo tenían una mayor presión mediática. Y fáctica. A más de uno, el pacto con los nacionalistas, le parecía algo demoníaco. Y eso hacía que el PP no se atreviera a asumirlo totalmente. Pesaba en ellos el qué dirán. La famosa “venta de España” les martilleaba. Y sin embargo querían que estuviéramos en la foto final. Pero nosotros, a piñón fijo: “El Estatuto, pero todo el Estatuto. Con su singularidad, con sus especificidades”. Pero eso no les gustaba. Les gustaba la palabra “estatuto” pero no lo que contenía. Decían que les abría el melón. Aquella semana se había producido una reunión entre Suárez, González y Aznar. ¿Hablarían del Estatuto vasco?

Volvimos a Euzkadi con la moral por los suelos. Paramos en Segovia en el restaurante de Ismael, un antiguo amigo de Modesto Fraile. Analizamos lo vivido y concluimos que no se habían leído los papeles y eso que se los habíamos enviado dos veces, y que en la reunión lo único que habían hecho era improvisar.

Al día siguiente hablé con Arzalluz en su despacho y le resumí la discusión de las cuatro horas. Le dije que el PP prefería no perturbar a los sindicatos que apostar en serio por nosotros. “Pues que los apoyen los sindicatos”, me contestó.

Estaba analizando qué hacer cuando llamó Aznar. Arzalluz en ese momento estaba hablando con el alcalde de Amorebieta y, en el ínterin, atendí al presidente del PP. Me volvió a decir que lo del Aberri Eguna había ido muy bien. Le dije que me gustaba oírle decir eso pues también lo habíamos celebrado en Iparralde. Me contestó que esa semana habían tenido en La Moncloa una reunión secreta entre González, Suárez y él, que luego se había hecho pública, y que Felipe González le preguntó sobre lo que nos había dado ya que había sido el Aberri Eguna más tranquilo de los últimos quince años. Le comenté que la reunión de la víspera no había ido bien. Amablemente me contestó que tenían sus limitaciones y que comprendía que estuviéramos escarmentados de la relación con los socialistas pero que él no era igual. Posteriormente habló con Arzalluz y quedaron en verse para desatascar la negociación.

Llamé a Molins. Le conté nuestra última reunión negociadora. Ellos se encontraban de forma parecida. Me dijo que se llevaba bien con Josep Antoni Duran, de nuestro partido amigo. Y me llamó Benegas. Estaba preocupado por la salida profesional de la gente de TVE. Muy enfático me dijo que ya era hora de que de una vez se abordaran los dos hechos diferenciales de verdad, el catalán y el vasco. “A los demás, una cierta compensación porque de lo contrario no habría posibilidad de arreglo alguno”. Me dijo que el problema del PP era que tenía una gran inexperiencia.

Comenzaba a cundir una cierta inquietud en los cuarteles del PP. Al día siguiente me llamó Mayor Oreja. Se le notaba preocupado. Me comentó que la negociación con los canarios iba muy mal y que Rodrigo Rato estaba también preocupado con la negociación con los catalanes y que él me aseguraba que Aznar quería un acuerdo con el PNV. “Tenemos que seguir hablando y seguir manteniéndonos en contacto. Sé que José María ha hablado con Xabier y eso es clave. De hecho podemos decir que va a haber acuerdo en lo del Concierto y lo podemos presentar como apuesta. Hay zonas en que el acuerdo es difícil pero yo te digo que la sociedad vasca quiere ese acuerdo. Tenemos voluntad de hablar y de pactar y quizá lo que tenemos que hacer es estudiar cómo lo vendemos a nuestras respectivas opiniones porque tenemos que estar en ese acuerdo como vascos”. Le dije que todo eso me parecía muy bien y que la prueba era que nosotros estábamos a tope, pero veíamos que a las reuniones no iban con papeles estudiados y que todo eran evasiones ya que parecía que tenían miedo a los funcionarios.

VISITA CANARIA

El viernes 12 de abril se produjo la tan solicitada reunión de Coalición Canaria con el PNV. Vinieron a Bilbao, Victoriano Ríos y José Carlos Mauricio. Los atendimos Arzalluz y yo con una buena comida en Sabin Etxea. Coalición Canaria había tenido que unir islas y partidos y aquella coalición les había dado nada menos que cuatro diputados que querían hacer valer. Mauricio nos decía y repetía que si sumábamos sus cuatro diputados con los cinco nuestros teníamos una plataforma negociadora tan importante como la de los catalanes de CiU. De hecho nosotros habíamos propiciado que tuvieran grupo parlamentario, mientras Garaikoetxea nos acusaba de propiciar la “España Una, Grande y Libre”.

Nosotros repetíamos en aquel momento que sólo los catalanes no eran suficientes. Si por lo que fuera se nos cruzaban los cables y los canarios y los del PNV nos íbamos con el PSOE e IU le hacíamos a Aznar un hijo de madera y eso había que saber negociarlo. Por otra parte, el PNV estaba con CC en el Parlamento Europeo en una plataforma denominada Coalición Nacionalista. Es decir, había experiencia de trabajo conjunto.

Mauricio nos comentó en la comida que uno de los negociadores del PP le había dicho que lo que proponíamos en la negociación los del PNV con relación al Estatuto de Gernika era lógico y justo porque eso era lo que decía el Estatuto y por tanto teníamos razón pero que eso no era el meollo del asunto sino el que los negociadores de UCD en 1979 y Suárez estuvieron locos al haber aprobado semejante texto estatutario que era demasiado bueno para los vascos y malo para España.

Y no sabemos si por aquel viaje canario a Bilbao o porque las fechas comenzaban a caer, el caso es que después de tantas carantoñas por parte de Mauricio, el 14 de abril, aniversario de la República, se anunciaba el acuerdo entre CC y el PP. Comenzamos a desasosegarnos.

El 15 de abril fue el funeral del antiguo portavoz en el Senado del PNV, Carmelo Renobales. Hombre muy respetado y de una pieza, su fallecimiento fue muy sentido. En el funeral, Arzalluz me dijo que Mayor Oreja me buscaba. Al llegar a casa tenía su llamada. Querían saber si al día siguiente Arzalluz podía entrevistarse con Aznar en Madrid. Hice la gestión. Arzalluz me dijo que preferiría que la solicitada reunión se produjera después de otro encuentro negociador para ir con conocimiento de causa sobre los puntos de discrepancia. Llamé a Mayor Oreja y le dije que el lunes, tras la reunión del Euzkadi Buru Batzar, se lo confirmaría.

Sin embargo estaban realmente urgidos y por fin concertamos la comida que se produjo el 16 y a la que acudieron Ibarretxe y Arzalluz por parte del PNV y Aznar y Mayor Oreja por el PP.

En la reunión del EBB, el lehendakari Ardanza comentó que le había llamado Mayor Oreja diciéndole que el PP quería que entráramos en el gobierno. A raíz de este comentario se produjo una reflexión sobre lo que había que hacer. Yo tomé postura en el sentido de decir sí a la Investidura y luego tener libertad de movimientos. Pero en ese momento aquella Mesa no se fiaba nada del PP y quería un acuerdo concreto. Ardanza era partidario de la abstención y que la entrevista de Arzalluz e Ibarretxe con Aznar nos ilustrara sobre las verdaderas intenciones del PP. El PP tenía casi el acuerdo de Investidura con CiU y ya con CC y nuestro margen de presión se había reducido al tener Aznar asegurada la legislatura aunque nuestros votos eran necesarios para aprobar leyes orgánicas y para no incomodar a una CiU que nos quería en el acuerdo como fuera con objeto de cubrir su flanco nacionalista.

Un comentario en «1996: CÓMO NEGOCIAMOS LA PRIMERA INVESTIDURA DE AZNAR HACE 20 AÑOS (5).»

  1. Es algo que me ronda por la cabeza por lo reiterativo en las entradas. ¿Quién paga las comidas?
    Pone a Ibarretxe (en mi opinión el mejor Lehendakari que he conocido) como rarito por pedir una ensalada y un filete, como si hubiera que comer pantagruélicamente antes de una negociación. Parece que todo se negocia, se discute, se habla, comiendo. Pero nunca se dice quien paga la factura. ¿El Partido? ¿El Gobierno? ¿Dietas? ¿Alguien saca la cartera? En mi trabajo nadie me paga la comida.

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