Lunes 25 de julio de 2016
Conocí a José Luis Rodríguez Zapatero, diputado por León, al inicio de la III Legislatura. Formó parte de la Mesa de edad del Congreso, tenía 26 años, siendo presidente de aquella sesión el de mayor edad, un veterano socialista, Máximo Rodríguez Valverde. Ebanista de profesión, formó parte del Batallón Largo Caballero durante la guerra y le tocó leer las 350 papeletas en las que mayoritariamente se votaba por el mallorquín Félix Pons, que en los labios de Máximo, al final de la sesión, era “Felipón”.
En aquellos años de diputado ZP era un hombre cordial, reservado, tranquilo que cuando subía al bar que está detrás del hemiciclo se paraba a hablar con nosotros o nos invitaba a un café para preguntarnos cosas de Euzkadi y, en los tiempos de Aznar el furibundo, nos decía que a él le tocaba en ese momento cerrar puertas para abrir ventanas cuando fuera presidente. ¡Y vaya que cerró puertas!. Lo hizo con la ley de Partidos, el Estatuto catalán, lo hizo con Ibarretxe en el hemiciclo, y elegido presidente jamás recabó nuestra ayuda, salvo cuando, con el agua al cuello tras la deserción catalana, tocó nuestra puerta y aquello logró desatascar el estatuto de Gernika.
Desatada la crisis creyó estúpidamente que la conjuraba no pronunciando la palabra “crisis” hasta que llamado a capítulo por Obama y Merkel anunció el 3 de febrero de 2012 que no sería ya secretario general. Tiraba la toalla. Las clases particulares de economía en dos sesiones que le prestó Jordi Sevilla no le habían servido de mucho. Xabier Arzalluz tiene una expresión para calificar a personas como Zapatero: ”Gentes sin columna vertebral”.
Tras la renuncia de Almunia, lo que tenía que haber sido un cambio estratégico del PSOE fue una estrategia de puro marketing. Sobre todo falló su forma mesiánica de dirigir al partido, exigiendo fe ciega en lugar de formar equipos con los mejores.
Es verdad que también ganó dos elecciones y que tuvo al PSOE en un puño, gracias al inefable Pepiño, y tras cargarse de muy mala manera a la generación anterior, con el complejo de que nadie le podía hacer sombra, nadie quedó vivo para contarlo salvo Pérez Rubalcaba, que también acabó mal con un ZP, al que le gustaba ser conocido por su ceja. Anunciada su despedida nos dijo lo que iba a hacer: ”El mejor destino es el de supervisor de nubes acostado en una hamaca”.
La última vez que le vi fue en mayo en Barcelona. Amigos de Josep Duran, le organizaron una despedida y allí hubo mucha gente de todo pelaje y como al ex líder de Unió le conocía desde 1975, allí fui, tocándome Zapatero en la misma mesa. En los postres nos tocó hablar y sus palabras fueron un patético grito de soledad. Se sentía solo y destacaba el hecho de que Durán de vez en cuando le invitaba a comer.
Durante la cena quise hablarle de Venezuela. En diciembre había habido elecciones a diputados a la Asamblea Nacional, habiendo ganado la oposición al chavismo por goleada. Surgió una nueva Asamblea democrática, que mandó al pistolero Diosdado Cabello a la oposición desde su cargo de presidente, pero que fue inmediatamente neutralizada por Maduro al pervertir el funcionamiento del estado. Ley que aprueba la Asamblea, ley que es recurrida por el Tribunal Supremo lleno de chavistas que las echaban atrás. El Poder Judicial en Venezuela es una impúdica correa de transmisión del ejecutivo. Como en Corea del Norte.
Se vio con el juicio del opositor Leopoldo López. Le acusaron falsamente de incitar a la violencia la noche electoral presidencial, elección ganada por Henrique Capriles y no por Maduro, en un juicio propio de los de Santoña tras la guerra. Y ahí está, en una prisión militar pudriéndose, condenado a veinte años de cárcel. Y el fiscal que le acusó huyó a Estados Unidos diciendo que todas las pruebas y acusaciones que había utilizado eran falsas y que actuó así para salvar su pellejo. Bueno, pues y con eso Leopoldo López y otros 75 jóvenes venezolanos siguen encarcelados. Curioso aquel país que diciéndose democrático tiene presos políticos, negados por Maduro diciendo que no son presos políticos sino políticos presos.
A ellos quisimos visitarles hace un año cuatro senadores del PP, PSOE, CIU y PNV en prisión. Tras tres horas en la puerta bajo un sol de justicia, en el Helicoide y en Ramo Verde, nos negaron ese derecho. Solo pudimos hacerlo con el alcalde de Caracas, en prisión domiciliaria. Un encarcelamiento arbitrario y propio de una dictadura.
Y de eso quise hablar con Zapatero pues mientras a nosotros se nos negaba la entrada a Venezuela a las elecciones, Zapatero de la mano de Maduro se desplazó con toda la logística del régimen a su servicio, avalando unas elecciones que todavía la víspera decía que las iba a ganar los candidatos de Maduro. Tremenda pituitaria.
A todo ésto y muy tarde, Felipe González ha entrado en liza para defender a López como letrado mientras denuncia la falta de libertades de un régimen corrupto, que está matando al país y ha hecho que millón y medio de venezolanos esté fuera y que acogió en 1939 al exilio vasco y es que Venezuela siempre ha sido tierra de asilo y no de emigración. Pues ahora, los amigos de Zapatero han logrado lo más difícil todavía: que la gente huya y que cuando se abran las fronteras con Colombia corran a las tiendas a comprar comida y medicamentos, lo jamás pensado en un país petrolero, rico y relativamente poco poblado. Felipe González es persona non grata en Venezuela y Zapatero usa el avión de Maduro para sus desplazamientos.
Y Zapatero ha sido repudiado por la oposición por intentar blanquear al régimen e impedir el revocatorio. Para negociar hay que ser admitido por las dos partes. Lo curioso es que no se siga esta dualidad del PSOE en el estado español, cuando en campaña dijeron que Venezuela no debía ser objeto de reproche entre partidos .Por cierto .¿Y los siete mil vascos que habiendo cotizado durante toda su vida a la Seguridad Social llevan en Euzkadi siete meses sin cobrar su pensión?. ¿Es o no un problema vasco lo que ocurre en Venezuela sin contar que la mayoría de los dirigentes de aquel exilio están enterrados en aquella tierra que les acogió?.
Yo a la oposición venezolana,tras la negativa aquella noche de que Zapatero hablara de Venezuela,les dije que no confiaran en un personaje como éste,repudiado mayoritariamente en España como el peor presidente de la democracia,a pesar de sus apuestas “progres”para sectores concretos como aquella ley de dependencia a la que no puso ningún medio para financiarla. Les recordé como había tenido al frente de Exteriores a un Moratinos que jamás nos escuchó y menos el presidente, y había nombrado embajador en Caracas a Raúl Morodo, un auténtico tipejo que como hacía negocios con el chavismo, jamás hizo nada por los expropiados del estado Yaracuy ni por poner firme a un Chávez que los insultaba un día si y otro también. El mismo Hugo Chávez que en su golpe de estado de 1992 mató al hijo del delegado del Gobierno Vasco en Venezuela, Gaizka Etxearte.
Es curioso que no se haya hablado de los estragos democráticos que está haciendo ahora Zapatero en Venezuela. Si a nosotros Maduro nos negó la posibilidad de visitar a Leopoldo Léopez, a Zapatero no solo le ha permitido visitarlo en su celda de Ramo Verde sino que tuvo la indecencia de proponerle, en nombre de Maduro, salir de aquel agujero si posponían el revocatorio presidencial. Leopoldo López con gran dignidad, le dijo que él no negociaba su salida de esta manera y se mantenía en que el revocatorio tiene que ser convocado para desatascar la situación y mandar a Maduro fuera del gobierno para comenzar a enrumbar la vida de una Venezuela insegura, caótica, desertizándose, con la inteligencia cubana metida hasta en los taxis, con un ejército corrupto y en cuyas manos ahora el presidente ha dejado la búsqueda de la situación de avituallar un país en el que, si siembras un calcetín, te crece una planta de calcetines, habida cuenta de la fertilidad de su suelo, expropiado y malbaratado.
El pasado 15 de julio, la oposición venezolana nucleada en la Mesa de la Unidad y donde hay desde comunistas a socialdemócratas, democristianos, antiguos guerrilleros y gente de derecha puso dos condiciones para asistir a una primera reunión de diálogo: la participación del Vaticano y la garantía de un referendo revocatorio este año contra el presidente Maduro. Es decir, una salida democrática, como se hizo con Pinochet en Chile.
La reunión terminó por no celebrarse y actualmente no existe fecha para iniciar el diálogo. ”Hay un antagonismo tremendo-señaló Zapatero-estamos casi en un proceso de paz preventivo”. Y se quedó tan ancho.
En Venezuela hubo un político, ya fallecido, al que llamaban “el pollito”, porque cada pasito era una cagadita. Ese papel lo ocupa hoy, José Luis Rodríguez Zapatero que haría mejor en cumplir lo que prometió de contar nubes desde una hamaca y no manchar su curriculum con una actuación antidemocrática de libro.
Bueno, el C.V. ya lo tiene bastante sucio…¡ Que desastre de hombre!