Despedida a Unai

Sábado 24 de noviembre de 2018

En la Iglesia San Vicente, este viernes, con la iglesia llena, despedimos a Unai Artetxe, persona de bien. Este año había fallecido su esposa Juli Panera. Previamente el sacerdote leyó un escrito de la familia precioso que hizo llorar a todos por su cuidada redacción, sencillez, respeto y enunciados positivos. Y allí estaban hermanos, hijos y nietos en este año duro para la familia Artetxe. Pertenecía a una de esas sagas nacionalistas del PNV represaliadas por la guerra pero que habían rehecho su visa gracias a su trabajo y espíritu emprendedor.

Lucio Artetxe fue su tío, el burukide que con Juan de Ajuriaguerra negoció con los italianos el Pacto de Santoña y fue condenado a muerte. Su hermano Aurelio logra llegar a Bélgica donde trabaja en una empresa electrotecnia y lo aprende todo. Llega la guerra y han de vivir un nuevo exilio esta vez a Venezuela donde es parte activa de aquella colectividad y donde nace su hija Keltze. En la revista Euzkadi aparece Unai ganando un concurso de redacción. Pasan siete años y en diciembre de 1946, D. Aurelio vuelve a Euzkadi y funda una empresa en Mungia con sus hermanos empresa que este mes cumple 72 años y es una referencia en electrotécnica con sus transformadores, relés y demás productos de esta especialidad. La preside en la actualidad el hijo de D. Aurelio, José Javier. Unai era el presidente de Honor del Grupo Arteche.

Unai trabajó en ella, pero fue asimismo Viceconsejero de Industria del Gobierno Vasco así como hombre inquieto y preocupado por el deporte y la cultura. Vinculado a Bakio, este domingo a las doce será la misa de salida.

Fuimos vecinos en Bilbao. Ellos vivían con sus hijos Jokin, Alex, Xabier, Itziar en el quinto izquierda, nosotros en el derecha. Recuerdo como en Navidades cuando traía de Caracas calendarios y propaganda clandestina, los primeros destinatarios eran ellos. Mi hermano Koldo les dio clases de inglés a sus hijos.

Un matrimonio de bien se ha ido este año dejando desolada a una familia unida. Lo sentimos de veras.

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