¿Para qué sirve la Asociación y el Colegio Vasco de Periodistas?

Lunes 17 de diciembre de 2018

Manuel de Irujo siempre nos decía: ”todas las libertades son solidarias”. Y nosotros le replicábamos: ”D. Manuel, deberían ser solidarias”. Y él insistía: ”son solidarias”.

Digo ésto porque desconozco para qué sirve y qué hace la Asociación Vasca de Periodistas y el Colegio de Periodistas –Kazetarien Elkartea que deben tener oficina en la Alameda Mazarredo de Bilbao. Me imagino que están para defender a los periodistas y a la libertad de expresión, que hay que insistir no es solo un derecho de los vascos y no privativa de Euzkadi. Me imagino que algo habrán dicho cuando un periodista como Kashogui entra en un consulado y lo trituran, o cuando en México el narcotráfico se carga periodistas como por un tubo o en Palma de Mallorca unos jueces retiran a unos periodistas y les obligan a citar sus fuentes, pero creo yo, algo deberían decir en relación también con lo que pasa en Venezuela que según Pablo Iglesias es un desastre. Y lo es. Ya han cerrado 26 diarios.

Y digo ésto porque un vasco como Xabier Coscojuela, vasco de Astigarraga, ha tenido que pasar su periódico de papel a digital porque el régimen le hace la vida imposible y le niega hasta el papel.

O como lo ocurrido esta semana, que el diario más leído de los vascos y uno de los decanos de la prensa libre en América como es El Nacional y donde lo maqueteó durante cuarenta años Karmele Leizaola, sobrina del Lehendakari y ganadora de premios por ello, ha tenido que pasar a la vía digital porque el régimen de Maduro también les hace la vida imposible.

Para esta Asociación de periodistas vascos ¿todas las libertades son solidarias o solo algunas?.

Y describo el hecho porque esta gente al parecer no se entera de nada.

La presidenta de la SIP (Sociedad Interamericana de prensa), María Elvira Domínguez, se solidarizó en nombre de la organización «con El Nacional, su presidente editor Miguel Henrique Otero, y con todos los periodistas y trabajadores, quienes sufren este nuevo y grave atentado».

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) expresó que el cese de la versión impresa del diario El Nacional de Venezuela» es un ataque y una regresión más a la libertad de prensa con un régimen que sigue destruyendo los derechos de sus ciudadanos, el país y la democracia».

Roberto Rock, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, agregó que «esta grave noticia para la libertad de prensa no es más que la evolución de la censura que venimos destacando desde hace décadas y en la que el gobierno utiliza todos los mecanismos a su alcance para asfixiar y atacar las expresiones independientes».

«Tenemos la esperanza que sean estos los últimos actos de censura y anti democracia en Venezuela», subrayó Rock, director del portal de noticias La Silla Rota, de Ciudad de México, México.

En su reciente informe sobre Venezuela, la SIP denunció que los últimos meses han sido unos de los más duros para los medios de comunicación y los periodistas independientes.

En agosto pasado El Nacional se había sumado a un largo listado de periódicos al reducir su circulación a solo cinco días, como medida para ahorrar papel, cuya distribución es controlada por el gobierno a través del oficialista Complejo Editorial Alfredo Maneiro (Ceam). En 2018 han dejado de circular 26 diarios, 20 de ellos cerraron definitivamente y desde 2013 han desaparecido 55 periódicos, según el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) de Venezuela.

La SIP está compuesta por más de 1.300 publicaciones del hemisferio occidental.

Al parecer todo esto no sensibiliza en nada, a la SIP vasca que sinceramente no sé qué hace ni para qué sirve.

No estaría más se den cuenta que “todas las libertades son solidarias”. Hasta para ellos.

Un sombrero nuevo para volver del exilio

Domingo 16 de diciembre de 2018

Allí estaba, con su sombrero nuevo, comprado expresamente para volver del exilio. Todo en él era simbólico desde que en 1960, en el cementerio de Donibane Lohitzun, juró su cargo bajo un paraguas y ante el féretro del Lehendakari Aguirre. Su sola presencia infundía respeto. Aquel elegante sombrero proyectaba la imagen de un caballero que volvía de otro tiempo. Un halo de elegancia y placidez, lo envolvía todo.

Me tocó en nombre del EBB ir a buscarlo a Paris y acompañarlo en su regreso. Fletamos un avión para que lo hiciera con el fin de que llegara de los cielos aquel símbolo institucional del primer estatuto, de la guerra, el exilio y la represión. No quisimos jugara el papel de Tarradellas presidiendo una cáscara vacía y solo admitimos su vuelta, cuando logramos un estatuto superior al de 1936. Y aquel 15 de diciembre de 1979, ayer 39 años, el Lehendakari volvió a Sondika y fue recibido por sus gudaris.

«Lo primero que diría al pueblo de Euzkadi es que los violentos renuncien de una vez a la violencia y los pacíficos continúen con su apoyo a los elegidos para sacar entre todos a Euzkadi de la noche a la luz del día” fue el mensaje que el Lehendakari Leizaola quiso enviar a los vascos cuando la víspera en París comenzaba su última jor­nada de un exilio de 43 años. Una jornada que fue de trabajo, como todas las de ese tiempo y comenzó, también como siempre, con la salida, a las ocho y cuarto de la mañana, de su domicilio de Boulevard Arago para dirigirse a la sede del Gobierno vasco en el nº 52 de la Rue Singer del Distrito XVI de París.

En el portal, su nieta -Nathalie Duhart Leizaola se despidió con un beso apresurado para no llegar tarde al Liceo. Corno otros muchos miles de parisinos el Lehendakari com­pró «Le Fígaro» en su kiosko habitual y se dirigió al Metro. «Esta vez — dijo — sólo he comprado un abono para diez días. Normalmente son tar­jetas mensuales pero ahora, con mi regreso, así me ha salido más barato». El Lehendakari conocía bien las 18 es­taciones y los transbordos que sepa­raban su casa de la sede del Gobierno vasco: Des Les Gobelins a la Muette, le contó al periodista J.M.Otegui.»¿Miedo al avión? No, en absoluto. Yo me encargué de recibir el Negus», el avión que compró el Go­bierno vasco. En aquel primer vuelo se cargó el aparato de la misma ma­nera que el viejo y para sobrevolar el hangar nos vimos obligados a mar­char rápidamente a la cola del mismo para aligerar el peso de la proa. Además aterrizar en Sondika me produce una gran satisfacción, ya que este aero­puerto se puso en marcha en la gue­rra bajo el Gobierno vasco.

Al Lehendakar con su regreso a Donostia le gustaría volver al Jolas-Toki de Herrera donde jugaba al fút­bol de medio izquierdo «Mi pareja en la línea era el doctor Usandizaga, el hermano del compositor».

Antes de entrar en la sede de la Delegación, siempre se tomaba un café.El camarero emigrado desde las Landas se enteró ese día de que el anciano del sombrero que ocupaba habitualmente la mesa del rincón era el presidente del Gobierno vasco. «En­tré aquí de aprendiz y le he servido todos los, días durante muchos años. ¿De verdad es e! presidente del Go­bierno vasco?».

Cuando el Lehendakari llegó a la sede del Gobierno vasco ya se en­contraban en ella Antoñica, José Mari Azpiazu y Basurde. Son los que siem­pre estuvieron con él. Antes también le acompañaron otros, Antolín Alberdi, Andrés Prieto, Luis Ibarra, Andoni Urrestarazu, el doctor Lasa, Neguri, el mismo Irujo…

Con gesto mecánico el presidente también colgó su gabardina y el sombrero en la percha del despacho. Después abrió la correspondencia.

Antoñica había atendido también a la familia del lehendakari Aguirre. Acompañó a la familia Irujo por su exilio en Ingla­terra y Francia «¿Dar trabajo don Jesús? —continuó—, si hasta se va a buscar él mismo los billetes del tren». José Mari Azpiazu su secretario, sí está nervioso. Entra y sale del despa­cho del Lehendakari con numerosos papeles. El presidente Leizaola va a dedicar la mañana a preparar sus dis­cursos de San Mames y Gernika «si me deja el teléfono». Azpiazu se en­cargó de tamizar convenientemente el aluvión de llamadas.

Mientras tanto «Basurde» (Faustino Pastor) vigila para que todo en la sede esté en orden, y en un mo­mento de descanso baja al sótano para mostrar parte de las instalacio­nes de Radio Euzkadi y la imprenta donde se tiraban los ejemplares del boletín de la Oficina de Prensa de Euzkadi, el difundido OPE. También los informes de escucha de Radio Euzkadi que transmitía desde Venezuela.

La llegada del consejero del PNV en el Gobierno vasco. Mikel Isasi le dio la información del ambiente que se vivía en Euzkadi. Además de Isasi los Consejeros eran Nardiz (ANV) y Jesús Ausin (IR). Juanito Iglesias (PSE) había dejado el Gobierno y pasado al Consejo General Vasco. E! presidente advirtió su empeño en cerrar las cuentas de la actuación económica del Gobierno vasco y firmar las mismas con fecha de 16 de diciembre.

Ángel Ruiz de Azua le saca una foto histórica rodeado de cajas junto al busto de Aguirre. Pero también estaba preparada la do­cumentación para el caso de que se tomara la decisión de reclamar la sede del Gobierno vasco en la avenida Marceau, comprada con dinero de los vascos y qué tras diferentes avatares durante la ocupación alemana y des­pués de la II guerra mundial hoy ,vergonzosamente sigue siendo Embajada española en París.

A las doce y media como todos los días el Lehendakari salió de su despa­cho con la gabardina puesta y el som­brero en la mano. Ese día no comió en casa, como él prefería, pero eso le ahorró dos de los viajes de 45 minu­tos de Metro. Almorzó con nosotros. Tenía el Lehendakari buen apetito y no despreciaba nunca una copita de Ar­mañac al concluir el menú.

Después de comer, el trabajo conti­nuó por la tarde. Algunas visitas no pudieron ser eludidas y otras se reci­bieron con satisfacción, como la del presidente de la Liga Internacional de Amigos de los Vascos que acudió a despedirse. La Liga había tenido también su sede en las oficinas del Gobierno. También le fue pasada la llamada de una de las tres hijas que viven en París. Otras dos se encontraban en Bruselas y Koldo —el único hijo va­rón— en Caracas.

Pero el Lehendakari continuaba en­cerrado en su despacho. La jornada de trabajo no pudo desarrollarse como él quería. Tampoco el jueves, ni ninguno de los días de aquella semana.

Sin embargo, cuando salió a las cinco para encontrarse con los perio­distas parecía satisfecho. Los discursos habían quedado ultimados y las cuentas concluían con superávit por aquel dinero que siempre había sido enviado por los vascos, tanto del inte­rior como del exterior, en especial de Venezuela.

Leizaola desgranó recuerdos: «Pro­bablemente uno de los momentos his­tóricos más felices que he vivido en París fue el fin de la II guerra mun­dial, pero también otros muchos que me llegaban del País Vasco que quizás no fueron tan clamorosos pero sí igual de hondos. Indultos, liberacio­nes, la apertura del proceso democrá­tico. Con pleno convencimiento —aña­dió— la muerte de Franco no fue un hecho alegre sino un hecho físico. Y prefirió hablar de Ajuriaguerra y de sus charlas cuando el Lehendakari le esperaba en un pequeño café al lado de la estación de Austerlitz y con muy pocas palabras tomaban decisio­nes “apuntadas en esas notas que tengo ahí en mi cajón».

El presidente añadió que siempre había esperado que llegara el mo­mento en que los vascos recuperaran sus instituciones y comentó que «mi exilio ha sido un largo y laborioso pa­réntesis».

El jueves le habían despedido los vascos de París que le regalaron una makila, como símbolo de su autoridad, y el Lehendakari nos dijo “que esa makila llegará a Euzkadi con la firma de todos los presentes será tras­pasada a todo el Pueblo Vasco que es en quien recae, esa autoridad. Nuestro deber es rendir cuentas”

A las siete el Lehendakari anunció su regreso a casa. Siempre lo hizo a la misma hora y aquella víspera, a pesar de los periodistas, a pe­sar de la importancia del momento, a pesar de las emociones, no había por qué cambiar. Además, en casa, estaba programada una cena familiar.

El trayecto de regreso también fue el mismo: la Muette, transbordos de Michel Ange-Auteuil y Jussieu para concluir en Les Gobelins. Al día siguiente, el 15, Jesús María Leizaola, presidente del Go­bierno de Euzkadi, no tomaría el Me­tro. Jesús María de Leizaola, dio fin en Sondika a 43 años de exi­lio.

No debemos olvidarnos del Lehendakari Leizaola. Desgraciadamente su estatua, esculpida para estar en el Paseo de la Zurriola, sigue incomprensiblemente dentro de los muros de la Diputación de Gipuzkoa. Y a él, lo que le gustaba, era ver el mar. Y ser un hombre de bien.

 

 

Casanova, miente y miente

Sábado 15 de diciembre de 2018

Comentaban de Tarradellas que decía tantas mentiras que cuando decía una verdad se ruborizaba. Me da que es el caso de Iker Casanova, parlamentario de Bildu, al que no le importa mentir, y manipular la realidad. Su ideología marxista leninista se lo permite. Se ha vuelto a comprobar hoy de nuevo en Radio Euzkadi en el Parlamento de las Ondas. Han estado discutiendo Josune Gorospe, Julen Bollain, José Antonio Pastor, Antón Danborenea y este sujeto que en relación con el fracaso negociador presupuestario no ha hecho más que mentir de la cruz a la raya.

Se lo ha dicho reiteradamente la parlamentaria Josune Gorospe que ha estado en el meollo de la negociación. ”Lo que dices es falso, falso, y falso” pero Casanova con su voz metálica seguía mintiendo y presentándose como el adalid de los pensionistas cuando si alguien ha logrado algo en relación a este asunto fue la subida de las pensiones con el IPC en la negociación de Montoro con el PNV. Pero el tipo seguía mintiendo e interrumpiendo a Gorospe y así es muy difícil argumentar nada, porque es tu verdad contra la mía. Y la de él, un impresentable de diseño al que no le importó nada dirigir grupos violentos y mucho menos mentir ¿qué diablos puedes discutir con un mentiroso que cuando dice una verdad se ruboriza?.

Y distingo en Bildu a Aralar y a Ea. Sortu es otra cosa. Son los de las basuras de Gipuzkoa, los del fin justificando cualquier tipo de medio. Creo en el abertzalismo de Aralar y de EA pero no en el de los dirigentes de Sortu. No es así en su base militante del abertzalismo, pero si en los capos. Lo utilizan como cebo y ellos como disfraz. Y por eso, como éste Casanova, son extremadamente peligrosos. Mienten, mienten y mienten. Y no les importa hacerlo. No hay más que ver su trayectoria.

Ni que decir que sus comentarios sobre el dimitido jefe de la ertzaintza Aldekoa son inaceptables. El jefe de la Ertzaintza ha tenido un gesto positivo con su dimisión, cosa que no tuvo Ares, pero Casanova quiere ir mucho más lejos. Quiere hacer un auto de fe con todo el cuerpo policial que en el caso Cabacas falló estrepitosamente, pero de forma mayoritaria existen y aciertan y están ahí para proteger a la ciudadanía vasca y, entiendo, que a Casanova no le gusten un pelo pues fue los que le detuvieron. Y por eso arremete contra todos ellos. Si la sociedad hubiera tenido con él el mismo comportamiento por sus hazañas como jefe de Jarrai, no estaría dando clases de ética por las ondas. Todavía se comenta el documento que se le incautó sobre la seguridad que debían tener sus cachorros ante las acciones de violencia callejera y sus instrucciones sobre cómo permanecer callados en los interrogatorios.

Finalmente, no voy a reiterar los argumentos del Gobierno Vasco en relación con la fracasada negociación presupuestaria, solo destacar que quien se mete a la cama con niños ya se sabe lo que le ocurre. Estaba cantado a pesar del optimismo en un momento determinado de Erkoreka cuando dijo que de diez, el creía que el acuerdo estaba en 8. Le sorprendieron en su buena fe y eso que conoce el paño. Reitero. El acuerdo pudo llegar, pero cuando fue posible llegó el comandante y mandó parar. Son marxistas leninistas y van a lo suyo y con esta gente no se puede ir ni a heredar. El abertzalismo en ellos es solo un disfraz. No hay más que escucharle a Casanova para darnos cuenta de qué va la cosa en este país.

Josune Gorospe ha estado clara, dando datos, argumentando y defendiendo lo hecho con profesionalidad y acierto. Ha estado en su sitio. Su vehemencia transmitía credibilidad. Espero aprenda la lección y sepa de una vez que con los Casanovas que tiene en el Parlamento no se puede uno fiar ni cuando te dan la hora.

Nuestro comentarista Silber lo decía hoy con contundencia:

“Lizarralde lo dice bien alto y bien claro. Retrata perfectamente la idiosincrasia de esa gente. Gente que se cree en posesión de la verdad y la justicia. Gente a la que no le importa matar personas que a su entender, sin ningún juicio justo, lo merecen. Gente que se arroga la representatividad de todo un pueblo cuando nadie se la ha otorgado. Gente que usa métodos mafiosos, fascistas y nazis, con el uso del terror como método de sometimiento. Se han creído, se creen y se creerán unos «illuminati», tocados por una inteligencia suprema que debe de dictar el destino de las personas. Pero su error es ese, creerse superiores a los demás y que los demás somos tontos, que no nos damos cuenta de lo que pasa.”