Lunes 20 de mayo de 2019
Invitados por Juan Carlos Ramírez Escudero fuimos con María Esther, Emilio Olabarria y yo a Valdegovia este domingo. Querían estuviéramos en la charla jamonera uno de esos inventos chirene que logran llenar una sala, habilitada al lado de la biblioteca, como una de las dependencias públicas del ayuntamiento Valdegovia con un Juan Carlos, alcalde y parlamentario vasco, con mando en plaza y que lleva doce años dándole la vuelta a una localidad viejo feudo de la derecha alavesa.
En la campaña electoral que están haciendo él se niega a que pongan carteles con su foto. Habla del equipo del EAJ-PNV como lo hacía Ajuriaguerra al que le molestaban las figuras únicas en la cartelería. Todo un detalle, que Claudio Rodríguez, del Araba, le reprochaba sonriendo. ”Eso está muy bien, pero tú eres nuestra marca y la mejor marca”. Y es verdad. Contó lo que habían hecho y no es extraño los resultados que obtienen. La lluvia fina constante del trabajo de hormiga día a día en todo.
Tras presentarnos Emilio y yo les contamos vivencias de Madrid, de ayuntamientos, de cosas de la Villa y Corte. Olabarria además ha sido miembro del Consejo General del Poder Judicial y en él estuvo con la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena. Atesora miles de vivencias y conocimientos y lo mismo te habla de Garoña que del derecho romano o del juicio del Procés.
Yo le sorprendí sacándole un recorte del ABC que había encontrado de una entrevista que Isabel San Sebastian le hizo al ex ministro de Gobernación Rodolfo Martin Villa en 1992 En una de las preguntas la periodista le preguntaba por “la tempestuosa comparecencia de José Luis Corcuera” y éste le había contestado.
“Yo nunca pateo y nunca aplaudo-decía Martin Villa-, como no sea en ocasiones muy excepcionales. Ese día por ejemplo pateé por segunda vez en mi vida, pero fue ante la impresentable intervención del señor Olabarria”.
Le preguntamos por ello y le felicitamos por el éxito de haber logrado semejante actuación de un personaje tan tortuoso como Martin Villa. Y yo les conté como se organizaban las campañas electorales aquellos primeros años y de cómo en Alemania nos recomendaron la creación de una “cocina de veneno” para contrarrestar los abusos de los oponentes. A algunos les gustó la idea.
Había en la sala unas 53 personas que serían en Bilbao más de 500 que tras aplaudir pasaron rápidas a la sala contigua donde un maestro jamonero cortaba una buena pata de jamón y ponía las ronchitas en platos con palitos de pan, txakoli y vino de la Rioja. Fue el momento de las conversaciones y comentarios para pasar de allí al Batzoki donde una salerosa Aintzane hizo los honores de su cocina.
En la barra del bar había una pizarra con la recomendación que publico que seguramente los viejos jelkides no aprobarían pero los tiempos han cambiado lo suficiente para que esa casa abierta que es un batzoki siga atrayendo al personal.
Vimos gentes animadas, ilusionadas, contentas y esperanzadas de los resultados del domingo haciendo especial hincapié en la alubiada organizada en una cena en Espejo del próximo viernes donde quieren llegar a más de 130 comensales con asistencia de los candidatos y de Ramiro González.
Y es que nos podrán quitar los fueros, el concierto, y la independencia pero lo que es el hambre y la sed no nos la quitan nadie.
Hacer «autopsias» a los cerdos ibéricos, es una buena manera de descubrir la esencia nativa peninsular, pre invasora colonial, y diferenciar de los que ahora son grandes enjambres de piaras, con patas rojigualdas, cual abejas velutinas toxicas con ansias de poder absoluto, en su epicentro de Madrid, para desplazar, y saquear la cuna de los genuinos vernáculos.
Es un actividad científica de alto costo, salvo que sea por generosa invitación.