Sábado 14 de marzo de 2020
Voy a hablar del motivo del encuentro con Revilla en Santander en esta segunda parte Y comentar el por qué estuvo el lehendakari Aguirre casi dos meses en esta ciudad tras la caída de Bilbao.
La casa está en la avenida del Faro en su número 22. En una parcela de 6.404 metros cuadrados, que consta de dos construcciones, una principal, otra accesoria con garaje. Esta edificación se remonta al 3 de octubre de 1933, cuando un ciudadano en nombre y representación de José Rosales (1867-1950) presentó ante el ayuntamiento de Santander una solicitud para construir una casa de campo u hotel de familia en terrenos de Cabo Mayor, próximo a la playa de Mataleña. El edificio principal constaría de dos cuerpos unidos por otro de enlace y con dos plantas generales, más una de ático para las habitaciones de la servidumbre y otra de sótano para la caldera de calefacción y lavaderos. En la planta baja, hall comedor, despacho, office, cocina y tocadores, en el piso superior dormitorios y cuarto de costura, de niños y ropero.
El Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, nombre del órgano político que administraba tanto la entonces provincia de Santander como algunas fracciones de Palencia y Burgos ,que habían quedado bajo control republicano tras la sublevación militar del 18 de julio de 1936 ,dispuso (posiblemente tras incautarse de ella) que acogiera al Gobierno Vasco.
Y son de aquí estas tres fotos que publico y en las que se ve al Lehendakari Aguirre ante la puerta de la casa con los Consejeros Aznar, Nardiz y Monzón .La segunda y tercera foto es de la visita y del lugar donde se obtuvo la foto del Lehendakari y la vista actual de la gran casona cubierta de enredaderas y maleza.
A esta casa llegamos el jueves con el presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla y allí nos esperaban el concejal de cultura y equipamiento del ayuntamiento de Santander del PP, un alto funcionario de dicho ayuntamiento, un vasco de Erandio que lleva 38 años trabajando en esta institución y la persona que hace de guardés de la casona y que ha evitado que los quince años que lleva la finca abandonada haya sido ocupada.
En un informe que nos entregaron de Gala Mendioroz y Antonio Santoveña, se dice lo siguiente:
SEDE DEL GOBIERNO VASCO EN EL VERANO DE 1937
En este contexto de adversidad extrema, las máximas autoridades de nuestra provincia, encabezadas por el socialista Juan Ruiz Olazarán (1901-1999), consideraron un deber ineludible facilitar en lo posible el acomodo a los numerosísimos ciudadanos vascos que habían venido y, por supuesto, proporcionar a su Gobierno un lugar digno donde poder establecerse. A pesar de la intensa campaña informativa que impulsó el Consejo Interprovincial en el territorio de su responsabilidad a través del único periódico que por entonces se editaba debido a la escasez de papel (el diario República) y a la también única emisora radiofónica existente (EAJ 32-Radio Santander) animando a la población a que recibiera fraternalmente a los recién llegados, y de la puesta a disposición de sus dirigentes políticos de la finca y casa situadas en la carretera de acceso al faro de Cabo Mayor, lo cierto es que la convivencia entre los miembros de las comunidades montañesa y vasca iba a ser muy difícil y, en algunos aspectos, conflictiva.
Varios factores contribuyeron a ello. Primero, la gran magnitud del contingente humano desplazado a la provincia de Santander en muy pocos días; y es que, en un momento en que esta contaba con unos 400.000 habitantes, se estima que la cifra de refugiados pudo ser de unas 180.000 personas. Ello comportaba, en segundo término, graves problemas de alojamiento para semejante gentío, dado que, si bien una parte del mismo logró acomodo en edificios de gran capacidad (colegios, conventos…) y en domicilios particulares (de familiares, amigos o personas solidarias), una fracción muy amplia no tuvo tanta suerte, habiendo de ubicarse en lugares que carecían de las condiciones más elementales para residir (cobertizos, inmuebles ruinosos, portales…) o vagar sin rumbo
Un tercer problema vino dado por la escasez de víveres y artículos de primera necesidad debido al desabastecimiento que originaba el propio curso de la guerra, en general, y el bloqueo a que estaba sometida la provincia por tierra y por mar, en particular; de esta forma, la irrupción de multitud de refugiados supuso un agravamiento de las insuficiencias que ya se venían sufriendo, a la vez que una competencia cada vez más dura para conseguir lo que se necesitaba.
Una cuarta circunstancia, asociada a las anteriores, fue el disgusto y la preocupación crecientes que producía entre los santanderinos la gran cantidad de desperdicios de toda índole que se acumulaban por doquier a causa de la falta de acomodo físico de muchísimos recién llegados; en estas condiciones, a partir de cierto instante comenzaron a advertirse problemas de insalubridad pública. Y, como remate al cuadro descrito, es preciso señalar las apreciables diferencias de idiosincrasia y costumbres que había entre los autóctonos y los forasteros; estas diferencias tuvieron su principal elemento de discordia en el uso habitual por parte de numerosos vascos de su lengua vernácula en presencia de santanderinos, lo que molestaba profundamente a estos, ya que consideraban que esa manera de proceder, además de ser una descortesía, podía estar sirviendo para ocultar propósitos innobles.
Como era de suponer, todos estos factores no iban a pasar inadvertidos a José Antonio Aguirre, ni a sus colaboradores directos. Más aún, el sentimiento de todos ellos, una vez transcurridos los momentos iniciales de gratitud hacia las autoridades locales por permitirles instalarse en la que, de hecho, consideraban sede del Gobierno Vasco en el exilio, comenzó a ser de malestar, primero, y de enfado, después.
A ello coadyuvó, curiosamente, la propia residencia que le había sido proporcionada al lendakari, llamada «Villa Bohío». El motivo de ese enojo era la proximidad de dicha mansión a la batería de costa de Cabo Mayor, razón por la cual esa zona constituía un objetivo militar preferente para el bando enemigo, que lo atacaba de vez en cuando por medio de la Legión Cóndor. Así se lo hizo saber el propio Aguirre a Manuel Azaña Díaz (1880-1940), presidente de la Segunda República, durante una entrevista personal celebrada el 19 de julio de 1937 en Valencia, ciudad a la que se había desplazado aquel en el avión «Negus», propiedad del Gobierno Vasco. El contenido de la conversación que mantuvieron ambos lo conocemos gracias a Azaña, quien lo recogió en su diario del modo siguiente:
“Aguirre se queja de que el Gobierno vasco, refugiado en Santander, padece vejaciones y desprecios. No sé bien si entre ellos se cuenta el hecho de que los hayan alojado en una casa próxima a una batería de la costa, lo que les ha valido ya algún bombardeo”.
La casa está hecha un asco. Si pertenece al Ayuntamiento, podrían dedicarla a algún empeño. Pienso en lo que pasa ahora y en las circunstancias de la guerra y no puedo evitar compararlo. La gente de entonces padeció física y mentalmente una situación muy dura. No es raro que hubiera roces. No se puede llegar nunca más a esas absurdas y trágicas situaciones. Las guerras de hoy deben ser de otro tipo, y sobre todo tener otros enemigos. Bastantes problemas hay ya: virus, cambio climático, cambios sociales y tecnológicos… Por cierto, me place la mención al Consejo interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, verdadero antecesor del modelo autonómico actual. No se conoce mucho, pero debería difundirse más su existencia.
Impresiona imaginarse aquellos momentos.
Mi aita que estaba por allí tuvo toda su vida un recuerdo nefasto del trato de los santanderinos.
Siempre repetia que los fascistas italianos eran más correctos devtrato que los golpistas santanderino.
Caustico,te extraña el trato dado por los Santanderinos,cuando ellos dejaron la industria intacta a Franco.
Pasaron el cinturon de hierro,en hora y media,por la cobardia de los vascos.
Encima hay q añadir,la traicion de estos con el pacto de Santoña,negociando con los fascistas.
Abandono del frente,dejando muchos huecos,para los rebeldes.
Y una nota más,muchos vascos,murieron fusilados cerca de ahí,en Cueto.
E incluso,un acompañante destacado del lehendalari,fue ajusticiado en esa finca.
No creo que la toma de Bilbao haya que achacarla a «la cobardía de los vascos» como dices, sino a la cobardía del Gobierno Vasco de entonces, con el señor Aguirre a la cabeza huyendo como ratas y traicionando a los valientes que dieron la vida por Euskadi y, de paso, por el resto de España.
Marisol.Una guerra no se gana sin balas,armas,aviones y cañones que la República en ningún momento suministró.Y con un Comité de No Intervención que hacía la vista gorda a las ayudas fascistas.
Gracias Iñaki. Mi comentario iba dirigido a José Vega, que insulta a TODOS los vascos de entonces llamándolos cobardes. Mis padres vivieron aquella guerra y me contaron muchas cosas, por ejemplo cómo lloraban los gudaris al tener que «abandonar el frente» , como dice José, para exiliarse donde y como pudieron y, al parecer, no ser muy bien tratados. Muy triste.
Por cierto, me ha gustado mucho tu articulo que, ahora me fijo, es de hace dos años pero a mí me llegó ayer.
Este Teran debe ser de esa raza española de valientes, única en el mundo, que no retrocede ante la superioridad numérica…, detrás de un teclado. La hora y media debió alargarse un poco, ya que el 18 de junio todavía se combatía encarnizadamente en el casino de Artxanda (a menos de 10 km en línea recta), y las bajas del bando «nacional» eran cuantiosas. Eso sí, hay que reconocer que entre los cobardes que, estos sí, abandonaron corriendo sus posiciones sin volar los puentes que dejaban atrás, había apellidos tan vascos como Nanetti y algún ruso mandado desde Madrid. Todo el resto de Euskadi, tras una retirada bastante ordenada para lo que se estilaba en el bando republicano en el resto de la pen´ínsula, cayo el 1 de julio. La hora y media se ha convertido en mes y medio para un avance de una profundidad de unos 50 km., sin obstáculos naturales dignos de mención (la ría no lo era en términos estratégicos) con todo lujo de apoyo de artillería y aviación y dirigido por mandos profesionales. Tan relámpago no debió ser cuando hasta a sus amigos nazis (Richtoffen y demás) les pareció tan lento… Eso como colofón a un año de resistencia sin tener de lejos los medios que tuvo la República en el resto de la península.
Respecto a la «traición» de Santoña… A la República se le «traicionó» tanto como ella ayudó a Euskadi. Lo que oí siempre a mis próximos que lucharon en aquella guerra, y algunos cayeron prisioneros allí, es que la guerra ya no tenía ningún sentido moral, estratégico ni táctico, para gudaris y muchos milicianos tras la caída de Euskadi. Y yo estoy de acuerdo con ellos. Otra cosa hubiera sido si la retirada hubiera podido hacerse sin tener el mar a la espalda y rodeados de territorio enemigo, con posibilidades de aprovisionamiento o de ayuda por las democracias occidentales, pero ese no era el caso. Los gudaris lucharon valientemente e hicieron lo que pudieron, teniendo en cuenta su carencia de medios pesados y aéreos y que la inmensa mayoría de sus mandos solo eran civiles de uniforme.
Gracias Martiartu, lo has explicado mucho mejor que yo. Bilbao se tomó el 19 de junio (durante la dictadura se celebró todos los años «el día de la liberación» con desfile militar, fuegos artificiales y corrida de toros) Los puentes en Bilbao sí se volaron porque mi madre contaba la anécdota de que volvia a casa con mi tía y tuvieron que pedir a los soldados que las dejaran pasar antes. No sé en el resto de Euskadi. También contaba mi madre que, al día siguiente, no se les ocurrió nada mejor a mi abuelo y a ella que subir a Artxanda (vivían en Begoña) para ver «como estaba aquello» y lo encontraron sembrado de cadáveres. Supongo que de vascos cobardes. Lo que hace falta es que nunca se repitan hechos así.
Cierto es que los batallones CNTistas resplandecieron por actos cobardes tremendos. Ni qué decir tiene de los asaltos a las cárceles vascas para asesinar a alzados presos. ¿Se puede ser más cobarde? Y muy valientes asesinando en la retaguardia.
Nos rendimos porque nos teníamos que rendir. No tenía mas sentido seguir en nuestra tierra. Y todos a sus casas a trabajar para la familia.
Y lo que nos critican, lo hicieron ellos poco después en Santander y en todo el frente del norte. Unos pocos días después.
Son ratas los que actuaron cobardemente y los que nos siguen insultando por aquello que ellos mismos hicieron tambien. Dan asco.
El escaso o nulo compromiso del Gobierno Vasco con la Republica o con sus compañeros visicitudes en la guerra se vio en Santoña perfectamente. No me vale la excusa de que todo estaba perdido, dado que el resto de las posiciones se mantuvieron. La cobardía de los Gudaris Vascos y de su propio Gobierno, privó a la Republica de unos meses que quizás y solo quizás hubiesen desembocado en una internacionalización del conflicto y evitarnos 40 años de dictadura.