PSE. Andueza no será Aznar, será de los Toyos

Miércoles 22 de septiembre de 2021.

Idoia Mendia anunció ayer que no se presentaría a la reelección como Secretaria General. Ha cumplido su misión. Alumna de ikastola, euskaldun, sensible a la historia republicana, tiene su lugar en el palmarés socialista vasco. Pero no desaparece. Es Vicelehendakari y trabajo tiene.
Es la fórmula EAJ-PNV. Buena fórmula.
No he visto análisis muy finos tras la noticia. La historia vasca reciente se desconoce totalmente. Se obvia que en 1940 hubo una crisis en el Gobierno Vasco. El PNV presentó la necesidad de una «obediencia vasca» a los Consejeros socialistas, crisis que se interrumpió por la entrada de los alemanes en París.
El Gobierno Vasco tenía tres Consejeros socialistas, Aznar, Toyos y Gracia, falleciendo éste tras la invasión nazi. Salió andando con su mujer Áurea, pero no resistió ya que estaba enfermo. Está enterrado en París. Olvidado. Hizo un trabajo magnífico organizando la evacuación, tras la pérdida de la guerra.
La crisis se reprodujo en México en 1943. Prieto quiso acabar con las instituciones republicanas en el exilio, por su enfrentamiento con Negrin y pidió a los dos Consejeros socialistas que dimitieran. Aznar se negó pero Toyos, nacido en Barakaldo, pero eibarrés de activismo socialista (¿les suena el dato?), entre Prieto y Agirre se quedó con Prieto. A Santiago Aznar, que optó por mantener el Gobierno Vasco en el exilio y por Agirre, le obligaron a dimitir en 1946 por querer ser un socialista vasco y reconocer el derecho de autodeterminación. ¿Les suena?.
Bueno pues esta historia existió. Antesdeayer. Y ahí sigue como el volcán de Palma.
Andueza fue claro en el debate de la semana pasada. Nada de aventuras sobre el «derecho a decidir», nada de obediencia vasca existiendo Ferraz, y, dirigiéndose a Bildu, les pidió condenaran la violencia. Misión imposible. En un debate con Iker Casanova, condenó con claridad al Gal y le pidió al de Sortu que hiciera lo mismo con ETA cosa que el antiguo Jarraitxu se negó a hacerlo. Nada extraño en este personaje.
Andueza, de 42 años, marcará el terreno del PSE, venderá la gestión de los suyos en el Gobierno Vasco,
protestará con Itxaso picajosamente contra el PNV para que no les llamen monaguillos, estará más en los medios, pero ante la torpeza antidemocrática de Sortu, seguirá con el actual pacto haciendo un discurso más social, pero poco más. Lo de la Obediencia Vasca quedará para más adelante. O para nunca.
Andueza no será Santiago Aznar. Será Juan de los Toyos aquel eibarrés de Barakaldo, enterrado en México que prefirió a Indalecio Prieto. Nihili novum sub solem.

Reina, que algo queda.

Martes 21 de septiembre de 2021.

Gabriel Otalora escribió en Deia un interesante y distinto artículo sobre la monarquía española. Le agradezco reconociera al final del mismo que esta batalla empezó hace tiempo y que no todos de los actuales críticos estaban en esa sintonía sino en la del total vasallaje, cosa que le daba alas a un rey extraordinariamente corrupto.
El Anacronismo monárquico se basa en su carácter hereditario y vitalicio, así como en la inviolabilidad que garantiza la irresponsabilidad penal del Rey en el desempeño del cargo. Tampoco parece lo más democrático que cualquiera no puede postularse para ser Rey o Reina mientras que sí puede hacerlo para dirigir un partido político y presidir el gobierno.

Los intentos de tumbar la monarquía española parten de que representa un sistema arcaico. Las dinastías son vestigios del pasado, con sus miembros reducidos con frecuencia al papel de floreros. En teoría es posible cambiar de modelo en España, pero los redactores de la Constitución diseñaron un proceso lo suficientemente complejo como para que nunca fuera puesto en marcha. En realidad, el meollo de la Corona española es que está vista como la piedra angular de la unidad estatal y nacionalista (patriotismo constitucional le llaman ahora), lo cual dificulta todavía más cualquier propuesta de modelo republicano. Aun así, sería bueno conocer el apoyo real -nunca mejor dicho- que tiene hoy esta monarquía, sobre todo porque se dejó de preguntar en 2015 después de que los escándalos de Juan Carlos I hundieran su popularidad.
Si la institución tiene sus defensores a) por motivos simbólicos (está dentro del orden constitucional democráticamente votado), b) emocionales (el recuerdo -sesgado- de que la anterior República fue un desastre; y c) por motivos operativos (es una institución muy barata), hay razones en contra que no es posible soslayar:
a). La monarquía española forma parte de la Constitución de 1978 ante el riesgo evidente de que el resultado de la votación entre monarquía y república hubiese sido a favor de la segunda. Adolfo Suárez estuvo listo hurtando esta posibilidad sabiendo lo que decían las encuestas contra el modelo monárquico atado por Franco. El referéndum constitucional se centró entonces entre democracia sí o democracia no. Ojalá que la monarquía se hubiese votado aparte.
b). En cuanto a que la anterior república española fue un desastre, hay que tener en cuenta la presión antidemocrática que le vino encima, sin que esto oculte sus puntos negros. Porque con este mismo criterio, solo acordarnos de Fernando VII ya sería suficiente para invalidar para siempre a la institución monárquica.
c). La Casa Real tiene un presupuesto de 8,4 millones de euros en 2021, siendo teóricamente la jefatura del Estado más barata de la Unión Europea. Pero no es verdad, ya que varios ministerios (Hacienda, Presidencia, Defensa, Interior€) manejan cantidades para gastos de la Corona. Un ejemplo: la Guardia Real al completo se presupuesta en la partida del Ministerio de Defensa. Además de la mínima transparencia sobre cómo se utilizan los dineros asignados a la Corona, esos 8,4 millones. A todo lo anterior hay que añadir otras razones de peso que apremian al cambio de modelo:
d). El anacronismo monárquico se basa en su carácter hereditario y vitalicio, así como en la inviolabilidad que garantiza la irresponsabilidad penal del rey en el desempeño del cargo. Tampoco parece lo más democrático que cualquiera no puede postularse para ser rey o reina mientras que sí puede hacerlo para dirigir un partido político y presidir el gobierno. Con razón Pablo Iglesias, exlíder de Unidas Podemos, describe a la monarquía como el «acceso a la jefatura del Estado por fecundación»; aquí no somos iguales ante la ley.
e.) La razón principal para defender a la monarquía española es que la han convertido en el escudo patrio de la unidad, incluso bastantes políticos y ciudadanos de a pie cuya opción electoral es el PSOE. Todo lo demás es accesorio y prescindible, también las urnas, para medir su legitimidad y la cada vez más evidente -presunta- corrupción entre sus miembros.
f.) Esto de la corrupción regia abrasa lo suyo, aunque casi todos los partidos estatales se esfuercen en poner paños calientes encima del pus dejando a la vista una crisis de confianza respecto a la institución real. Todo gira en torno a Juan Carlos, incluso lo que ocurrió en torno a Iñaki Urdangarin y su esposa, que sigue en la línea sucesoria de la Casa Real. Aquel es el máximo exponente de opacidad, privilegios y abusos que pueden convertirse en delitos tras las investigaciones del fiscal del Tribunal Supremo sobre cohecho, tráfico de influencias, delito fiscal y blanqueo de capitales. La guinda rosa la puso la princesa y amante Corinna Larsen cuando aseguró que Juan Carlos I cobró comisiones ilegales en el extranjero, y que a ella le «traspasó» cien millones de dólares.
Lejos quedan los días en los que la monarquía española vivía un idilio con la ciudadanía, cuando la prensa ocultaba sus excesos, los políticos miraban para el otro lado -excepto Iñaki Anasagasti- y la élite económica le agasajaba en busca de otros privilegios e influencias. Ahora Juan Carlos sigue dañando a la maltrecha Corona de Felipe VI mientras vive como un califa para demostrarnos que la monarquía española está fuera de este tiempo y del necesario control.

NO, una bandera no es trapo.

Lunes 20 de septiembre de 2021.

Seguramente habrán escuchado este comentario de seudo apátridas, seudo intelectuales, seudolistos, que están por encima de estas pequeñeces: ”Para mí una bandera es un trapo”. Para ti. Para mucha gente no. Y si la gente está, incluso dispuesta a morir por ese trapo, lo mínimo que se puede exigir es respeto.
Lo estamos viendo en Afganistán. Tenían su bandera oficial. Con ella iban a las Olimpiadas y ornaba su silla en la ONU. Con ella vivieron y se presentaron ante el mundo. Es tricolor, negra, roja y verde. Pero han llegado los talibanes y han impuesto la suya, blanca y negra con la inscripción de “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”. Y la han impuesto a pesar de que miles de afganos al principio se manifestaban, riesgo incluido, con su tricolor. Veíamos también a un chaval como se la quitaban de la moto. La han impuesto. Fuera la tricolor. De eso sabemos algo por aquí.
La ikurriña fue bandera oficial por acuerdo del democrático gobierno vasco de 1936. Llegaron los militares franquistas y la quitaron y persiguieron. Fraga dijo que había que pasar por encima de su cadáver antes de que la enarbolásemos. Y ahí está libre y airosa. Es lo que deseamos a los afganos.
El dibujo es de El Roto en El País del 24 de febrero de 2007. Es expresivo. Ahora en Afganistán la bandera es de quien la agita. Se multa, encarcela y mata a quien enarbola otra. Pero vendrán tiempos mejores. La tricolor afgana volverá.
Conclusión. La bandera no es un trapo, es un símbolo. Y los símbolos encierran resúmenes de muchas cosas. De vida, de historia, de afectos, de gentes buenas, de un paisaje y de una actitud. Ojalá la veamos de nuevo pronto aunque los imbéciles de turno sigan diciendo que una bandera es tan solo un trapo.