Sábado 20 de marzo de 2021
Esta semana, el pasado martes 16, se cumplieron 32 años del fallecimiento en Donostia del Lehendakari D. Jesús María de Leizaola. Me enteré de la triste noticia estando en el batzoki de Eibar dando una charla y allí nos avisaron. Y lo lamentamos mucho. Se había ido un referente importantísimo de la reciente historia vasca.
La foto es de cuando fuimos en diciembre de 1979 a acompañarle en su regreso del exilio desde Paris al aeropuerto de Sondika. No sé lo que le estaba diciendo pero está en una de sus actitudes características como era la de escuchar. Elegante, digno, representativo era una biblioteca andante. Lo sabía todo e incluso había escrito un libro sobre poesía vasca, otro sobre economía, y cientos de reflexiones de todo tipo. Le encantaba la historia y nos decía que la política no era una partida de ajedrez sino un partido de fútbol: equipo, estrategia, entrenamiento, dribling, sufrimiento y siempre chutar a gol.
Esos 10 años en los que vivió desde su vuelta a casa, acompañado por el eibarrés Iñaki Larreategi, lo curioseó todo. Tenía una inmensa curiosidad por conocer, por estar, por escuchar por reflexionar sobre todo lo que acontecía y que el exilio le había impedido conocer. Le acompañé en varias de sus excusiones e incursiones y una de las cosas que pedía era volver por camino distinto para conocer más cosas. En uno de esos viajes a Madrid se nos paró el coche en la Castellana y era de vernos al lehendakari y a mi empujar el armatoste en la capital de las Españas. Pena de foto.
Sus casi cuarenta años de exilio, con la sola presencia en Gernika en el Aberri Eguna de 1974, los resarció estando en todas las inauguraciones de batzokis, conferencias, asambleas e incluso en el Parlamento Vasco ya que fue cabeza de lista por Bizkaia en 1980. Su presencia era requerida y agradecida. Había en aquellos tiempos más respeto a los mayores y a la historia.
Lamento que en Donosti en la casa donde nació no haya una placa que identifique el hecho, como hay en Bilbao con Agirre y en la calle no tenga una estatua. Europa tiene todos sus lugares públicos llenos de referentes de su historia o por agradecimiento o por modelo de conducta. Y Leizaola requiere ese mínimo reconocimiento al haber sustituido al Lehendakari Agirre con tanta dignidad y haber sido toda su vida un compendio de lo que es ser un buen ciudadano vasco comprometido con su pueblo.
Esa foto es de la época en la que se escuchaba a los «viejos» y en la que se aprendía mucho de ellos.
El alcalde de Donostia prefiere otro tipo de placas. La historia propia como que no le importa demasiado. Pertenece a esa juventud madura que sólo mira al futuro y valora únicamente lo presente.
Caustico.Tienes toda la razón.Carecen de esa vibración emocional mínima.Casi todo es marketing.Llevo muy mal que el segundo Lehendakari en la ciudad de mi ama no tenga más que una mención en la Zurriola.El fue también víctima del terrorismo.
Esa estatua está dentro de la Diputación de Gipuzkoa.
Quizá debería estar en los jardines de la plaza para que la gente pudiera contemplarla y así conocer su persona y su historia.
Esa estatua está dentro de la Diputación de Gipuzkoa.l
Quizá debería estar en los jardines de la plaza para que la gente pudiera contemplarla y así conocer su persona y su historia.
Con su placa donde pone
Lehendakari zaharra
Angel.Lo quee escribes es lo lógico.Se encargó para que estuviera en la calle mirando al mar.Agirre en Bilbao está en la calle .Lo ilógico es lo que se está haciendo aunque el ex alcalde Albistur me comentó que el alcalde Goia era partidario .Pero la Diputación se debe negar.Es una pena. que Leizaola no reciba el reconocimiento público que merece en su ciudad donde la familia Leizaola vivió y fue un gran referente cultural y donde Leizaola fue incluso funcionario de la Diputación de Gipuzkoa,del Ayuntamiento de Bilbao y como Consejero creo la Universidad Vasca.Es incomprensible pero asi es este pais.
Aunque ya no era del PNV, más bien de la Izquierda Abertzale, estuve de jóven con Aita en el recibimiento en San Mamés, y posteriormente fue muy digno su pésame ante el féretro de Shanti Brouard en el Udaletxe de Bilbao
Isuntza.Yo le acompañé a esa capilla ardiente en el ayuntamiento de Bilbao.Los ánimos estaban exaltados.Y subimos aquellas escaleras repletas.Yo iba pegadito a él.Pensé que podía pasar cualquier cosa.No ocurrió nada.Hubo respeto.
La reacción de Bilbao al asesinato de Santi Brouard fue sobrecogedora. En silencio, con respeto y en demanda de verdad, justicia y reparación, algo que sigue en el debe de España.
La presencia de Leizaola lógica por ser ambos vascos íntegros, cada uno con sus ideas.Era otra cultura política.