Sábado 26 de junio de 2021
He encontrado este suelto de la revista Cambio 16, en aquellos años la gran referencia informativa sobre la personalidad de Juan de Ajuriaguerra, que optaba a la Presidencia del Consejo General Vasco. El PNV tenía el mejor derecho pues había ganado las elecciones, pero se pusieron de acuerdo el PSOE con UCD y el presidente fue Ramón Rubial. Ajuriaguerra falleció en agosto de ese año. Encajó el golpe y siguió trabajando porque consideraba que el país, que estaba en el suelo, había que ponerlo en pie.
La reseña de Cambio 16 decía lo siguiente:
“A Juan Ajuriaguerra, 74 años hombre enérgico y duro, a veces áspero y cortante, continúan considerándole hoy como el personaje autoritario y fuerte del Partido Nacionalista Vasco. Sus largos años de cárcel, sentenciado a muerte durante 800 días, marcaron el carácter del que serla durante cerca de cuarenta años jefe indiscutible del partido en el interior.
«Axpe»
Criticado por muchos de sus anti¬guos compañeros, pero siempre respetado «axpe» -nombre de guerra que utilizó en la etapa clandestina- ha sido también temido por sus enemigos. Su pequeña estatura y su complexitud fibrosa esconden una energía y un nervio insospechados. Refiriéndose a aquellas reuniones anecdóticas con varios dirigentes del partido en el exilio, algunos de éstos le calificaron de «dictadora y «cascarrabias». Sin embargo, todos reconocían sus dotes organizativas y políticas y su valentía como luchador antifranquista y nacionalista vasco.
Ante la pugna que mantendrán los estados mayores políticos durante los próximos días para el puesto de presidente del Consejo Vasco. Ajuriaguerra apoya la postura de su partido, considerando que el cargo debe recaer, por experiencia y tradición en las instituciones vascas, en un nacio¬nalista: «El presidente debe ser un nacionalista, pues le dará al Consejo mayor especificidad al cargo en la medida que el PNV está circunscrito sólo al ámbito de Euzkadi», declaró el dirigente peneuvista.
Sobre la función del Consejo y la labor de su presidente, el diputado vizcaíno añadió: «EI Consejo es un instrumento de trabajo para empezar a hacer cosas. Es un organismo administrativo para conseguir los conciertos económicos y preparar la futura autonomía con el estatuto. La prensa ha dado demasiada importancia a esta fase preautonómica y, desgraciadamente, esta supervaloración política se inició con el proceso catalán. En cuanto a la función del presidente, éste va a ser uno más entre los otros componentes del Consejo. Será una institución colegiada. Sin embargo, alguien tiene que representar de cara al exterior al Consejo y cumplir las funciones de mediador. Será distinto al proceso catalán; Tarradellas tiene función ejecutiva presidencial y ha sido nombrado por decreto, el nuestro será elegido por todos los consejeros designados por los partidos. Desde el comienzo de la negociación nos opusimos a que el Gobierno realizara este nombramiento por real decreto”.
(Cambio 16 – Nº 319)
Todo es relativo .Rubial era un autoritario quemya apuntaba hacia lo que fue el comportamiento del PSOE en Euzkadi. Mamporrero de la derecha en Navarra y baluarte de la unidad de España en la CAV.
De ahí a justificar al GAL le quedaba aún camino que recorrer.
Ajuriaguerra seria un tipo brusco en las formas pero iba siempre de cara.
Para el que se siente humanista y abertzale, Ajuriagerra siempre será un faro. Persona decente aunque a algunos les pareciera duro, pero el líder predica con el ejemplo. Esto era Juan de Ajuriagerra, un lider.
Quizá se haga política ficción al decir esto, pero es muy llamativo como muchas historias de la Transición coinciden en que si Ajuriaguerra no hubiera fallecido poco antes de la aprobación de la Constitución de 1978, el PNV habría aceptado la misma al eliminar las reservas a su disposición adicional 1a (la del amparo y respeto de los derechos históricos de los territorios forales), y tantas y tantas cosas –la existencia de 850 muertos e innumerables heridos y amenazados– no habrían sucedido (brega política sin duda que habría existido, aún más intensa que la que hubo entonces –políticamente hablando siempre–, pero sin matarse). Y todo ello sin necesidad de que ni Ajuriaguerra ni nadie abjurara de sus convicciones-.
Por cierto que algún día alguien podría escribir un libro sobre los avatares de esa disposición adicional 1a, de sus borradores, de cómo los tuvo Chus Viana y acabaron finalmente en manos de Alfonso Guerra, la «rebelión» de Olarra; de los textos exactos que se manejaban; del triste resultado final que supuso que el PNV no la aceptase, etc. Cuando leo y releo notas al efecto a veces me parece, por cierto, que es como si también hubiese un plazo pendiendo sobre las cabezas de todos los constituyentes para que antes de que acabase el año la nueva Carta Magna estuviera redactada.
Y quién sabe si por unos pocos días o poquitas semanas no se alcanzó un acuerdo que habría ahorrado mucho dolor…
¿Política-ficción? Algo más que eso, creo.