Tienen apellidos vascos pero les repele lo vasco y no hacen nada por normalizar su situación siendo el euskera la Lingua Navarrorun. Lo más lógico sería que castellanizaran sus bonitos apellidos. Pero para eso haría falta ser mínimamente coherente.
Y digo esto pues sus declaraciones en relación con el acto del domingo en Castejón solo son malas justificaciones de una ausencia incomprensible, habiendo sido, hace 130 años la Gamazada, una protesta cívica transversal defendiendo la foralidad navarra y su derecho a que desde Madrid, ningún ministro, por muy Gamazo que fuera, les laminara su Convenio y Ley Paccionada. De ahí la estatua de los Fueros.
Hace 130 años estuvieron en Castejón, pero el domingo no solo no estuvieron sino que critican lo que se hizo con mucho esfuerzo y entusiasmo y soportando condiciones abusivas. No se pudo poner la placa en la estación de Castejon a cuenta del euskera (si hubiera sido en inglés o en árabe el permiso hubiera estado asegurado), no aprobaron una declaración institucional en el Parlamento navarro como anteriormente se había hecho y encima han tenido el tupé de proyectar sobre los organizadores un manto de descalificación y sospecha.
Para que conste, con líneas de plomo, como una más de la historia de esa ignominia que tiene a Navarra dividida en bantustanes, he aquí sus penosas declaraciones:
Al término de la Mesa y Junta de Portavoces del Parlamento de Navarra, el portavoz de UPN, Javier Esparza, afirmó con toda su cara dura, que es mucha, que «con la ikurriña y la bandera de Navarra, pero la que utiliza Bildu, no se defiende el régimen foral y no se defiende esta tierra, que es lo que hicieron Geroa Bai y Bildu». «Se quieren apropiar de la Gamazada, ya no se puede ir más allá», indicó este ponedor de palos en las ruedas de todo lo que signifique foralidad. La verdadera, no la sumisa de él.
Esparza aseguró asustado que las formaciones nacionalistas «quieren una Navarra que sea anexionada por la Comunidad Autónoma Vasca, esto es lo que están buscando». «Que se quieran apropiar la Gamazada, me parece inaceptable”. Este señor que nos ha dicho en base a que no puede ser presidente porque no hay nadie quien le vote, salvo la carcundia de UPN, que es poco menos que delito pretender una anexión cuando este aspecto está contemplado en esa Constitución española que tanto enaltecen. La pregunta es si son o no demócratas, porque si ese puede, se puede, y no es delito alguno.
Por su parte, el portavoz del PSN, Ramón Alzórriz al que es difícil distinguir de Esparza en su fobia antivasca, es decir, anti suya, consideró que el acto del domingo fue una «nueva utilización del nacionalismo vasco para interferir en cuestiones que solo son navarras, es lo que suelen hacer los nacionalistas, confiar en cuentos y leyendas para tergiversar la realidad de nuestra tierra».
Otro que no se ha enterado que en la UE hay libre circulación de personas, capitales e ideas y que desde Bilbao se puede ir a Castejón sin pedirle permiso a él, como hace 130 años lo hizo Sabino Arana y el Diputado General de Bizkaia, Fidel de Sagarminaga con 40 bizkaitarras.
Por parte de EH Bildu, Adolfo Araiz, que estuvo en el acto, ha señalado que las ausencias que hubo en el acto fueron «llamativas». «Los defensores de la foralidad, los que seguramente en su día hubieran estado acompañando a la Diputación foral, el domingo no estuvieron. No se trataba de acompañar a ninguna Diputación foral, pero evidentemente se trataba de rememorar una fecha en la que la unión del pueblo navarro, nunca mejor dicho, puso de manifiesto que cuando a Navarra se le intenta no ya quitar en su totalidad sus fueros, sino los restos de los fueros que quedaron tras la ley de 1841, fue capaz de reaccionar, fue capaz de aparecer a aplaudir a quienes se enfrentaron al Estado central en ese momento», indicó.
Araiz añadió con claridad que hay muchos Gamazos sueltos y tendremos que estar atentos a cualquier intento, que los ha habido, los hay y los habrá, de eliminar esos restos de foralidad».
El portavoz de Geroa Bai, Pablo Azcona, indicó que su formación estuvo el domingo en «una reivindicación que ponemos en valor, porque socialmente tuvo mucho apoyo en el momento en que sucedió, en defensa de los valores de autogobierno, de la foralidad, algo que todavía desde Geroa Bai seguimos reivindicando, por ejemplo, el cumplimiento de la Lorafna». «Geroa Bai acompañó en esa celebración y seguimos acompañando en los retos políticos que llevan pendientes en ese sentido», indicó con contundencia.
Lo de Esparza y lo de Alzórriz, tal para cual, es una auténtica vergüenza y sería bueno castellanizaran su apellido ya que al parecer lo vasco no es algo esencial en Navarra.
Una placa, frente al ayuntamiento e inaugurada por el presidente del Parlamento, Unai Hualde, recordará que la defensa del foralismo y el vasquismo político vivieron aquí un episodio clave que ahora cumple 130 años.
Tuvo mérito Unai Hualde, presidente del Parlamento Navarro de no caerse de la escalera a la hora de develar la placa que recordaba como hacía 130 años, en Castejón, el pueblo navarro de la Ribera, eje ferroviario, junto gentes llegadas de otros territorios vascos y hasta catalanes y con la presencia de Sabino Arana, recibieron a los diputados navarros que se oponían a la cacicada del ministro German Gamazo de pagar impuestos “como todos los españoles” de forma unilateral y rompiendo el Pacto tras las guerra carlistas. Dijeron NO, y fue eso lo que quisimos se recordase y se recordó muy brillantemente. Fue un éxito total. Hay que agradecer al pueblo de Castejón y a la Asociación Laubide y a sus directivos Carmen, Oscar y Yaiza, gente joven con mucha militancia abertzale.
Unai Hualde tuvo un discurso resumen de todo aquello muy cabal, centrado y oportuno, así como los representantes de Nabarralde, Betiko Lagunak, Laubide y el editor de Txalaparta, Joxe Mari Esparza, que cantó una irónica jota, para posteriormente ya en la bodega Marqués de Montecierzo ver y escuchar actuaciones del folklore navarro y las intervenciones de las asociaciones Nabarralde (Iñigo Larramendi lo resumió en tres puntos certeros), Betiko Lagunak y Laubide, con la ayuda de la peña Beterri, la editorial Alttafaylla y el Ayuntamiento de Castejón, organizadores del acto que contó con la presencia, además, de la vicepresidenta segunda del Gobierno de Navarra, Ana Ollo, el consejero de Industria, Mikel Irujo, la expresidenta del Gobierno de Navarra y líder de Geroa Bai, Uxue Barkos, junto con los parlamentarios María Solana, Mikel Asiain y Blanca Regúlez, además del exparlamentario Rafa Eraso, de Ribaforada, entre otros. También están la portavoz parlamentaria de EH Bildu, Laura Aznal, acompañada por los también parlamentarios soberanistas Adolfo Araiz y Txomin González, además de la diputada Bel Pozueta. Asistieron asimismo la alcaldesa de Castejón, Noelia Guerra, y Juan Frommknecht, concejal regionalista; Joseba Egibar, parlamentario del PNV, María Eugenia Arrizabalaga, o Carlos Guzmán, portavoz de Contigo Navarra en el Parlamento, Jone Berriozabal, Diputada Foral de Araba. De Betiko Lagunak, varios de sus miembros tales como Ramón Sota, Iñaki Egurrola, Javier Larrea, David Salinas Armendariz, hijo de castejonés que tuvo un excelente y emotivo discurso en nombre de Betiko Lagunak, Izaskun Trabudua, Izaskun Santin, Carlos Laraudogoitia, Alberto Mostajo, Koldo Anasagasti, Xabier Goirigolzarri, Xabier de Hoz, Beloqui, Borja Irizar, Carlos Andrés, Sorkunde Arregi, Orcasitas, Iñaki Agirregomozkorta, Koro Lasarte, Joseba Garmendia, Gonzalo Sáez de Samaniego. ÁNGEL Rekalde, Ruper Ormaza, Txaber y varios más. Unos 40 bizkaitarras como en tiempos del Diputado general Fidel de Sagarmínaga que estuvo allí hace 130 años. Así como Sabino Arana en tiempos en los que no había apenas posibilidad de llegar más que en lentísimos trenes o en carro de caballos. En esta oportunidad hemos lamentado no estuviera la Diputada General de Bizkaia, algo muy comentado. Su sitio era ese día Castejón como lo fue para Fidel de Sagarminaga y de Sabino Arana, si es que tenemos un mínimo sentido de la historia.
Como comenta Irisarri, en Castejón en 1894 cantó el pueblo a la llegada de los diputados. Además, fue también aquí donde el vasquismo político moderno vivió un episodio de gran simbolismo histórico, como publicó en DIARIO DE NOTICIAS el editor y escritor José María Esparza Zabalegui: la exhibición, por parte de Sabino Arana, de boceto de estandarte que algunos dicen fue la ikurriña primigenia, enseña del incipiente partido político que fundaría meses después como el Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco.
«Hoy, 130 años después, vemos a nuestro alrededor laminadores que hablan de nuestros fueros como privilegios»
Fue Óscar Rodríguez, portavoz de la asociación local Laubide, el que presentó el acto y dio paso a la única intervención, la del presidente del Parlamento. Ha destacado que la Gamazada “representa como pocos” el movimiento de defensa de los fueros, de manera pacífica pero contundente, frente a los “intentos de supresión” por parte del “centralismo”, entonces representado por el ministro Germán Gamazo.
“La Gamazada representa y constituye un hito en la conformación de una identidad colectiva de todo un pueblo en la defensa de los fueros”, ha defendido, tarea en la que estaban apelados “otros territorios forales” con los que “nos unen esa necesidad de defender nuestras raíces y de guardar nuestras leyes”.
Castejón fue el lugar al que llegó la delegación fuerista, compuesta por diputados navarros y de otros territorios, que se había “negado en Madrid a firmar la anulación del reducto de foralidad que nos quedaba en Navarra con la Ley Paccionada”.
Fue una bienvenida alegre, llena de música e himnos –como los que sonaron ayer: el Gernikako Arbola, el Valientes Euskaldunes–, que sustanció en un acto institucional –con corporaciones, alcaldes y concejales– lo que ya era un movimiento popular de defensa de lo propio.
Queda para el debate histórico si fue solo la Gamazada la que trastocó los planes del Gobierno de turno, que ya estaba advertido (nada menos que por el general Martínez Campos) de qué podía pasar en caso de intervenir con violencia contra los territorios forales. Pero seguro que empujó –junto con la reactivación de la guerra de Cuba– a la salida del ministro Gamazo, lo que se vivió en Navarra como un “gran triunfo”.
Las enseñanzas de la Gamazada siguen hoy vigentes y ayudan a identificar quién es quién en el mapa, dijo Unai Hualde. De ahí que pidiera «aprender de nuestro pasado”.
“Hoy, 130 años después, seguimos viendo a nuestro alrededor de manera recurrente laminadores que se refieren a nuestros fueros o a nuestro sistema fiscal propio como privilegios”, recordó.
Otros titubean o tienen “resistencias a avanzar en el autogobierno reconocido para Navarra hace más de cuarenta años”, en velada mención a UPN y PSN.
“La Gamazada no deja de ser un ejemplo que viene de nuestro pasado y que pude también enseñarnos mensaje y camino para el futuro: por vías pacíficas, con la contundencia y tenacidad que nos caracteriza a las y los navarros, desde la unión de las instituciones y el pueblo al que estas representan defender nuestras raíces, defender nuestra historia, defender nuestro autogobierno, defender lo que es nuestro”, ha concluido.
El acto continuó con una visita a las bodegas Marqués de Montecierzo, antiguo penal, donde estuvieron recluidos dos batallones de gudaris, y donde tuvo lugar un acto popular.
La comida fue en la Casa de la Cultura y al final Bingen Amezaga, ante aquel buen ambiente pidió se instituyese el “Eusko Batasunaren Eguna”, con el lema de “Eusko batasunarekin dena egingarri da”. Fue muy aplaudido.
La historia de la sede vasca de la Av. Marceau en Paris es de novela. Tiene de todo. Una compra en agosto de 1936, tras la sublevación militar, ser sede del Gobierno Vasco en el exilio, haber sido testigo mudo de la desaparición del Lehendakari. Haber sido incautada por la Gestapo que ocasionó el fusilamiento de Luis de Alava por la información requisada, siniestra checa del policía Urraca y sus sicarios en tiempos de la ocupación alemana, venta al mejor postor sin que nadie pudiera optar a comprarla en 1942 en el Tribunal del Sena, recuperación cuando la brigada Leclerc entra en Paris y los alemanes huyen, vuelta a ser despacho del Lehendakari Agirre, nacimiento del Consejo Federal, hábitat de los Nei que dan entrada al partido de Adenauer, robo de la sede por parte franquista a cuenta de aquella venta fraudulenta, reclamación continua del PNV, negociación con Aznar en 1996 para su devolución, protesta enérgica ante el discurso de Felipe VI en su primer viaje a Paris como rey en la actual sede del Instituto Cervantes.
Con todo este “background” que el viernes 9, ETB no abriera sus informativos y no explicara este iceberg histórico con un gran reportaje ni se extendiera, aunque sea solo con la mitad de lo que informaron sobre los Goya, ni abriera con la noticia de la conmemoración del 75 aniversario de la creación del Consejo Federal del estado español del Movimiento Europeo en pleno exilio, estando presente el presidente del EBB, Andoni Ortuzar y José Manuel Albares, ministro español de Asuntos Exteriores en el gran salón de aquella casona preciosa y que Ortuzar les dijera a los presentes: ”Bienvenidos a casa”, es para santiguarse o para soltar alguna jaculatoria. Falta en el ente una valoración adecuada propia de una televisión vasca con una memoria emocional. No todo en la vida son huelgas y más huelgas, Goyas y más Goyas. Si ya sé que el viento y los entonces posibles premios Goya tenían su importancia, pero absolutamente nada, pero es que infinitamente nada comparable, con esta historia de país que al parecer desconocen.
Decía Chesterton que “el inconveniente de los hombres que no conocen el pasado es que no conocen el presente y no conocerán nunca el futuro”.
La Placa de Marceau
Cuando el Consejo Federal del estado español del Movimiento europeo cumplió cuarenta años, el Grupo Vasco en el Congreso planteó una proposición no de ley para ser discutida y aprobada en la Comisión de Asuntos Exteriores. Pedíamos se recordara la fecha y se pusiera una placa en el palacete de Marceau que recordara que en ese edificio se había fundado dicho Consejo, ya que España vivía bajo una dictadura. Logramos se aprobara y el diputado socialista, Miguel Ángel Martínez, dijo que aquella casa había sido “un templo de libertad”. Lo fue en la negrura del exilio. Nos comprometimos a darles el texto y lo hicimos con criterio de mera información. No se podía más. Se aprobó por unanimidad y nuestro texto para ser escrito en la placa fue “En este local se constituyó los días 8 y 9 de mayo de 1949 el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo”. Paris 28 de junio de 1991.
Me tocó negociar todo este asunto con un obsequioso catalán que era el Secretario General del Consejo Federal del Movimiento, Carloes de Montoliu, Barón de Albi y Señor de Montsonís, con castillo en Noguera, y ejerciente europeísta. A pesar de sus empalagosas buenas formas al final capituló ante las presiones del ministerio. Montoliu, que me dijo que todo iba bien, no nos lo contó todo porque, cuál no sería nuestra sorpresa cuando ese día fuimos una delegación vasca y otra catalana a París y al develar la placa vimos con estupor que el Ministerio le había añadido al texto pactado, lo siguiente: ”En recuerdo de este acto, el gobierno español mandó poner esta placa conmemorativa”. Nuestra contrariedad y en directo fue enorme, pero allí está la placa en el pasillo que da a la entrada. Era mentira que fuera el gobierno español quien mandara poner la placa, lo fue el parlamento y seguramente añadieron semejante morcilla, porque sabían que aquella casona había sido la sede del gobierno vasco en el exilio y ante eso había que cerrar la españolidad del inmueble diciendo que era el gobierno español quien ponía una placa en una de sus sedes. Cuando el palacete vuelva a manos vascas, habrá que quitar el intruso añadido.
De ahí que escucharle hace una semana a Ortuzar ante personeros del gobierno español recordar la propiedad de aquella casa, me pareció que de alguna manera también se borraba aquel añadido negociado por el Señor de Motoníu y que el acto, en la Delegación, que no en el Instituto Cervantes, era todo un puntazo, aunque informativamente en Euzkadi era tan solo una noticia más. El presidente de aquel Consejo en 1949 había sido Salvador de Madariaga y el segundo Manuel de Irujo. Y es que esa casa tiene mucha historia.
Cinco tipos cantando el “Gora ta Gora”
Un 14 de junio, seis tipos con traje y corbata, en el centro de París, delante de un bello edificio de 1883, declarado de interés cultural, entonaban una rara melodía. Por lo menos eso se lo debió parecer a los distintos parisinos que acostumbrados a presenciar espectáculos insólitos en su ciudad, no entendían cómo aquellos extraterrestres cantaran bajo el sol del mediodía y no pusieran un platillo para que los viandantes echaran sus monedas. Los cantantes éramos Zubia, Erkoreka, Beloki, Txueka y Anasagasti.
Sin embargo, cualquier vasco, medianamente informado, que hubiera pasado por allí se hubiera dado cuenta que entonaban el himno nacional vasco ‘‘Gora ta Gora’’. Lo raro es que lo hicieron bajo una bandera española que ondeaba en el centro del balcón de un palacete que decía Instituto Cervantes y estaba en el número 11 de Av. Marceau, cerca del Arco del Triunfo y de los Campos Elíseos. Aquellos cinco parlamentarios decían que aquel edificio fue adquirido por gentes del PNV, al frente de las cuales estaba Marino Gamboa y Patxo Belausteguigoitia. ¿Y por qué entonaban emocionados el ‘‘Gora ta Gora’’?
Solamente querían hacer justicia a una generación que en 1951, con los ojos llenos de lágrimas, se despedían de su edificio cantando religiosamente el himno vasco. Era lo único que podían hacer. Una decisión ignominiosa le quitaba al lehendakari Aguirre su centro de acción política al inicio de una década, los cincuenta, en la que los aliados decidieron apostar por Franco y su dictadura mientras bajaban una espesa cortina a todo lo que había significado una heroica y consecuente lucha.
A José Antonio Aguirre los franceses le habían ofrecido otro edificio pero había contestado que no. Y había hecho algo más. Había llamado a los vascos de Venezuela que en una semana le habían atendido y enviado la cantidad suficiente para comprar un chalecito en la Rue Singer, en el distrito XVI. A partir de ese día se iniciaba una reivindicación.
El lehendakari, en la puerta, dijo: «Sr. Comisario: permítame hacer una declaración como Presidente del gobierno vasco en el exilio y como ocupante ‘‘de facto’’ de una parte del inmueble, que la Liga Internacional de Amigos de los Vascos me facilitó. Salimos de este edificio expulsados por la fuerza pública, en ejecución de una sentencia que califica al Gobierno vasco de ‘‘ladrón’’, sentencia obtenida durante la ocupación alemana bajo la protección del enemigo. Yo protesto contra esta violencia y declaro que nuestro honor, nuestra buena conducta y nuestra tradición merecían un tratamiento muy distinto. Nuestra sangre ha sido derramada junto a la vuestra en la lucha contra el enemigo común, y ahora se nos expulsa de esta casa para entregarla en manos de los que durante toda la guerra pasada fueron aliados de nuestros y vuestros adversarios del Eje.
Protesto en nombre de nuestro pueblo, al que esta decisión causa el más profundo dolor sufrido en el exilio, sobre todo porque dicha decisión ha sido adoptada por los amigos con los que hemos compartido dolores y sacrificios comunes por la causa de la Libertad y de la Democracia, causa a la que permanecemos inalterablemente fieles».
La decisión la tomó Francois Mitterrand, ministro del Interior.
Vimos la Casa
Ese día tocamos la puerta del director y acompañados por él, vimos lo que hoy es el Instituto Cervantes, nuestra Delegación. Jiménez nos enseñó de arriba abajo y con amabilidad el inmenso caserón al que se veía no habían querido hacer más que obras menores, no fuera a ser que estos vascos se queden con el santo y la limosna. El despacho del lehendakari, el salón de los espejos, la vistosa escalera, las distintas dependencias, el pequeño patio, la fuente, las caballerizas utilizadas por una extensión de la UNED por arbitraria decisión de Jon Juaristi, las mansardas del tercer piso, el sótano con una pasadizo entre la embajada española y el once de la Av. Marceau. Y pensar que allí tuvo su primer despacho como delegado D. Rafael Picabea, ex senador, ex diputado y editor de periódicos y de otros medios de comunicación guipuzcoanos. Y que por allí anduvieron D. Felipe Urkola, Neguri, Leizaola, Lasarte, Lizaso, Irujo, Landaburu, los hermanos Durañona, los Agesta, los Mitxelena, el Dr. Lasa, que tenía un pequeño dispensario, Antolín Alberdi, José Mari Aspiazu, Agustín Alberro, Julio Jauregui y tantos y tantos vascos de París soñando en el inminente regreso a casa, recibiendo al gobierno de la República en el exilio, a la Generalitat, organizando recepciones de la Liga Internacional de Amigos de los Vascos, soñando con Europa, editando ‘‘Euzko Deya’’ y OPE (Oficina de Prensa de Euzkadi), aguantando pelmas como ocurre en todas partes y tratando de solucionar los mil problemas personales de la gente a la que su estancia fuera de casa se le hacía interminable.
Por eso, quisimos, los cinco gatos desafinados, cantar el ‘‘Gora ta Gora’’. Nos faltó José Antonio y toda aquella buena gente que hubieran empezado por el ‘‘Jaiki, Jaiki’’, seguido por el ‘‘Euzko Gudariak’’ y terminado por el Himno Nacional Vasco. Por eso lo hicimos.
Y porque sabemos que las batallas que se pierden son aquellas que no se dan…De ahí la importancia de lo ocurrido el pasado viernes 9 de febrero. Increíble que no se destaquen estas cosas.
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