Jueves 5 de mayo de 2022
Lo más parecido a la guerra de Gila son las reuniones de la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados de España. Una reunión que tiene 30 periodistas en la puerta y tras la reunión de la Comisión esos treinta periodistas harán treinta llamadas a los diez miembros de la actual Comisión de Secretos no es una reunión secreta, es un coladero. Y si hay además diez ruedas de prensa, mucho menos. Por eso no se informa más que de cosas superficiales y hechos aledaños. La Comisión es un aliviadero para decir que la democracia tiene un control parlamentario que aunque no lo sea, viste el muñeco. Mucho menos con la entrada de partidos “muy sospechosos” para la unidad de España, auténtica obsesión del CNI y del ejército español.
En segundo lugar recordar que del CESID de la época de Carrero Blanco se pasó al CNI en tiempos de Jorge Dezcallar y que ahora cumple veinte años. ¿Quién mandaba en el gobierno español con una fuerza absolutísima y mayoría absoluta en 2002?. Pues José María Aznar que logró aprobar el nuevo CNI con apoyo del PSOE, los partidos vertebradores de España, en tiempos del incipiente Plan Ibarrretxe, con ETA actuando y con el PNV en el punto de mira de Aznar y Mayor Oreja.
En tercer lugar el PNV siempre ha protestado por la presencia militar en un servicio teóricamente civil. Es normal que haya Inteligencia Militar pero no que los Servicios de Inteligencia estén mandados por militares. Fue así en tiempos del general Manglano y del general Calderón pero hoy depende del Ministerio de Defensa cuando debería depender de Presidencia en Moncloa. Y si además al frente de ese ministerio está una señora que confunde una sala del parlamento con la sala de un tribunal militar y actúa como un juez y no como una política, pues la torta está servida. Robles confunde la democracia con un cuartel y por eso todos sus tres mil agentes son dignos de respeto. ¿Todos?. Lo mismo que decía Barrionuevo sobre el Gal. Pero el control democrático es otra cosa.
Mi experiencia es que esa comisiones son puro maquillaje, que no sirven para nada sus reuniones y que si es cierto que si se llama Comisión de Secretos no puede haber transparencia y al frente tiene que haber gente demócrata, muy sensible a los derechos humanos y con capacidad de informar de manera discreta y secreta cuando se tercie y sin la parafernalia de los treinta periodistas a la puerta convocados de manera pública.
En una ocasión le pregunté al Director del CNI Jorge Dezcallar cuantas peticiones del CNI habían sido rechazadas por el juez. Me contestó que de 150, ninguna. Es decir, la simbiosis entre CNI y judicatura es a prueba de bomba porque es solo un magistrado el que decide. Propusimos que fueran tres. Hasta hoy. Y que fuera civil. Hasta hoy.
España tiene un problema. Se llama Marruecos. Y la democracia española tiene otro. Su obsesión en confundir el derecho de autodeterminación con el ejercicio violento de un derecho que solo apela al voto.
¿Lo de hoy?. Nada con patatas.


