Elena, la polisaria

Miércoles 6 de abril de 2022

Cuando en marzo de 2022, Mohamed VI anunció la nueva política española ante el Sáhara, entregando toda una política de defensa de los derechos saharauis a Marruecos me acordé de una sesión protagonizada por la senadora Etxegoyen.

Nosotros, como Grupo Vasco en el Senado, teníamos  derecho a una interpelación por período de sesiones (enero a junio). La interpelación plantea un asunto que en el pleno siguiente se convierte en Moción y es ahí donde los grupos de la Cámara intervienen y fijan postura.

Aquel  martes teníamos la Moción relativa a  la situación del Sahara en momentos en los que las Naciones Unidas no sabían qué hacer con semejante patata caliente. Y China y Estados Unidos metían  sus  sospechosas narices ya  que no solo hay fosfatos y pesca en dicho territorio irredento  sino  asimismo petróleo, mientras la situación del pueblo saharaui era  cada vez más precaria y su destino solo era  el de sobrevivir en el desierto, y en verano que sus niños se acogieran a la amistad de las familias sensibles ante una penosa situación.

Elena Etxegoyen, senadora por Gipuzkoa, concejal y cabeza de lista del PNV en el ayuntamiento de Irún llevaba varios años trabajando en este asunto y viajado a Tinduff. Se unía en sus afanes y éste trabajo al desarrollado por el parlamentario Txomin Aurrekoetxea al que el presidente Abdelaziz prometió una calle cuando fueran independientes  habida cuenta de su dedicación.

En ese momento la senadora Etxegoyen fue  la redactora y defensora de su propuesta pidiendo que de una vez se cumpliera y ejerciera  el  derecho de autodeterminación para un pueblo que clamaba en el desierto. Nunca mejor dicho.

Aquel   martes, con su pañuelo palestino, bajó a la tribuna y defendió con convicción, argumentos y pasión una demanda muy interiorizada por la sociedad vasca y española, logrando con algún añadido, la unanimidad. Todo un éxito. Elena, inteligente, guapa, con sus grandes ojos negros y verbo encendido se llevó la Cámara a su Moción..

La senadora para la defensa de la moción, se basó en los principios que sustentaban la doctrina de Naciones Unidas para la resolución de este conflicto: el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y a su ejercicio a través de un referéndum libre y democrático. La senadora  del PNV, se refirió también al último informe que había publicado  Koffi Annan ,secretario general de la ONU, en relación al contencioso del Sahara Occidental, denunciando sus contradicciones pero subrayando lo que tenía de positivo. Según las palabras del Secretario General, la ONU no se podía invitar a las partes a negociar un Plan de Autonomía en los términos que defendía Marruecos, pues aquello conllevaría el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara y no procedía.. Asimismo, Annan anunció el envío de una Delegación del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de Ginebra a los territorios del Sahara Occidental, bajo ocupación marroquí.

Recordemos que la senadora Etxegoyen ya había presentado  una interpelación relativa a esta cuestión en el Pleno que se celebró el  5 de abril. Entonces, Elena exigió al Gobierno un compromiso activo a favor de la causa saharaui; asimismo, expresó la necesidad de que el Intergrupo parlamentario constituido al efecto en el Senado «se pusiera  a trabajar».

Recuerdo este hecho porque tras la reivindicación saharaui hay decenas de iniciativas de todo tipo por parte del PNV, en el Congreso y en el Senado, que siempre chocaban con el frontón de la “razón de estado”, es decir, no dar patadas al avispero de Ceuta y Melilla.

Pero tras aquella aparente pasividad  ha habido una culpable estrategia de los diversos ministerios y ministros de exteriores de la UCD, PSOE y PP. Dejar morir el problema por inanición, no molestar a los sátrapas de Marruecos, lograr que sea imposible poner al día el censo y seguir tirando millas.

Una auténtica vergüenza humana y política.

Larga vida a Iturgaiz en un país con sindicatos que solo ofrecen huelgas

Martes 5 de abril de 2022

Este pasado lunes ha sido impagable en cuestión de manifestaciones de todo tipo. Entresaco algunas y me quedo con las dos primeras y las tres últimas las tiro a la basura.

Por ejemplo con el anuncio del gobierno vasco que ha  incrementado este año hasta los casi 2,8 millones las ayudas a las pymes para iniciarse en materia de innovación, en el marco del programa Hazinnova que consiste en un asesoramiento especializado a pymes en la ejecución de microproyectos de innovación en producto y en proceso de negocio.

También con su afirmación de que marzo ha sido un mes «especialmente complicado» con un incremento del paro mayor en el sector industrial, entre hombres, entre jóvenes y en Gipuzkoa, «exactamente en los ámbitos y sectores de población donde la recuperación se había mostrado más sólida hasta ahora», pero se ha destacado que se ha logrado el «máximo histórico» en contratación indefinida, que alcanza el 21,49% del total de 71.669 contratos firmados el pasado mes, frente al 9,9% con el que se cerró 2021, cuando no se había aprobado la vigente reforma laboral.

Me han llamado la atención dos mensajes políticos en las antípodas sobre los impuestos. La coordinadora de Podemos  Pilar Garrido, ha pedido al Lehendakari, Iñigo Urkullu, un pacto fiscal y de rentas para que las grandes empresas se hagan «corresponsables» en la salida de la crisis económica actual y se «proteja a los trabajadores, familias, autónomos y pymes».  Es decir, subir impuestos.

En el extremo opuesto el impagable Iturgaiz, que se entrevistó en Ajuria Enea con el Lehendakari ha acusado al PNV de estar «enganchado como una garrapata» al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mientras que en Euskadi «apuesta por la radicalidad mirando por el retrovisor a ver lo que hace Bildu». Su solución, como un mantra es bajar impuestos sin decirnos de que partidas detraerían el dinero. Pero eso a él no le importa.

Para colmo de metepatas, algo habrá oído, y como un meritorio bisoño  el  presidente del PP vasco,  afirmó, este antiguo admirador de Casado al que le costó cambiar de caballo, que al Partido Popular le ha «tocado la lotería» con la llegada de Alberto Núñez Feijoo a la Presidencia y se ha puesto a su disposición para presentarse a la reelección en el próximo Congreso de los populares de Euskadi, aún sin fecha.

No nos caerá esa breva!!!. Ojalá siga de presidente del PP cien años.

En la otra esquina, su compañero de partido el presidente del PP de Álava, Iñaki Oyarzabal, ha pedido que se «rebajen» los requisitos sobre el conocimiento del euskera para el acceso a un empleo público en Euskadi, donde el castellano y el euskera son lenguas oficiales. No sé si este caballero sabe que el euskera está en debilidad en base a muchos factores, entre ellos su persecución y si sigue este razonamiento debería castellanizar su apellido para dar ejemplo de coherencia. Es increible que Núñez Feijoo les hable de moderación y el uno sale con la garrapata y el otro que hay que dejar al euskera en la debilidad. O son muy tontos o todo el discurso de Feijoo es falso.

Y en este clima, los sindicatos antisistema que padecemos y que no hay otros como ellos en ningún país democrático del mundo, en lugar de presentar iniciativas para salir de la crisis, lo de ellos es la huelga por la huelga, como la que tuvieron que anular contra  el proyecto de ley educativa cuando todavía no había sido ni presentada. Pero ahora, vuelven a la carga.  

ELA ha mostrado su disposición a colaborar con los agentes que están «dispuestos» para impulsar las movilizaciones y huelgas necesarias con el objetivo de que la futura Ley de Educación vasca tenga en cuenta las condiciones laborales del personal del sistema educativo, así como para «condicionar y mejorar sus contenido».

Yo me pregunto. Sin empezar a andar la ley educativa y existiendo la mayoría de partidos en ello, así como los padres, ¿quiénes son estos iluminados  para vivir en la amenaza continua contra  una audiencia cautiva tan sensible?. ¿No hay cuajo para decirles a estos populistas profesionales y sindicalistas de tres al cuarto que esto no tiene nada que ver con el sindicalismo sino más bien con los piquetes?.

Entre las garrapatas de Iturgaiz, la bajada de impuestos y la subida de los mismos, la anulación del euskera por Oyarzabal y los anuncios de huelga de ELA, afortunadamente hay gente sensata, la mayoría, que no sigue estas tremebundeces apocalípticas y sigue y seguirá apostando por el sentido común y el hacer cosas de las cuales ellos se aprovechan.

Menos mal.

Mariúpol es la nueva Gernika

Lunes 4 de abril de 2022

Ninguna frase describe mejor que el titular de este artículo la tragedia que está ocurriendo en el sudeste de Ucrania, una ciudad arrasada por las tropas rusas (*)

«Mariúpol es la nueva Gernika». Esto aparecía escrito en una de las pancartas durante la protesta que los ciudadanos de Cetiña, antigua capital de Montenegro, llevan organizando desde hace más de un mes, desde el primer día de la agresión rusa contra Ucrania. Ninguna frase describe mejor esta tragedia que se está produciendo en el sudeste de Ucrania, donde zonas completas de una ciudad de más de 430.000 habitantes (antes de la guerra) han sido arrasadas.

La magnitud y duración de la campaña de destrucción son tales que, sin lugar a dudas ni dilemas, representan la mismísima intención de los agresores. Este crimen tampoco puede ocultarse en una edad moderna en la que existen desde imágenes por satélite hasta testimonios directos. Ya no se menciona la mentira de que los ucranianos se bombardearon a sí mismos: ni siquiera los más fervientes partidarios de Putin lo hacen. La trágica verdad también ha silenciado a los propagandistas a sueldo, quienes, enfrentados a un grave crimen obvio e innegable, se han retirado a «posiciones de reserva», a otros engaños y propagandas, en un intento por ocultar la colosal e innegable miseria y vergüenza de la historia de Rusia.

La edad en la que vivimos, con los omnipresentes medios de comunicación y redes sociales, es eficaz (a pesar de todas las limitaciones y obstáculos, incluyendo las fake news) a la hora de informar sobre este grave crimen de guerra, y en cuanto a él, habrá oportunidades, inevitablemente, de establecer de forma precisa y documentada si también comparte las características de los crímenes contra la humanidad y del genocidio. Por ahora, ya que no podemos detenerlo, al menos podemos informarnos de lo que está ocurriendo. Y, dado que lo sabemos, tenemos la obligación de condenarlo de forma clara e inequívoca.

La comparación con Gernika, un pueblo vasco que fue destruido hasta los cimientos el 26 de abril de 1937 por la Luftwaffe nazi (que, mientras ayudaba a los franquistas, ponía a la vez en práctica lo que haría tan solo dos años después en la II Guerra Mundial), es la expresión más lapidaria y represiva para la destrucción y la matanza, criminal y sin razón, de inocentes. Esa es una comparación real, esa es una verdadera condena de la matanza de Ucrania: Mariúpol es la nueva Gernika.

LAS VERDADERAS INTENCIONES Esta comparación, con su simbolismo directo, indica claramente la verdadera naturaleza, intenciones y consecuencias de la invasión rusa de Ucrania. Asimismo, muestra que en la verdadera Montenegro civil se reconocen esos valores y verdades sobre los que se crearon los fragmentos más bellos de la historia de Montenegro, nuestra lucha por la libertad y la justicia, nuestra solidaridad con los países y las gentes cuya supervivencia se pone en juego. Esto, lamentablemente, no presupone una reacción idéntica por parte de las autoridades montenegrinas. No vamos a repetir aquí las tontas e insinceras declaraciones de los altos funcionarios del Gobierno de Montenegro, porque ni siquiera lo merecen.

El que el Gobierno saliente de Montenegro utilice todos los trucos posibles para no tomar una decisión concreta y operativa sobre la adhesión de Montenegro a las sanciones de la Unión Europea contra la Federación de Rusia no sorprende más que a los poco informados. El que Montenegro sea aún el único aliado de la OTAN que no haga una aportación específica (por modesta que sea) es la prueba más reciente, dentro de una larga serie de ejemplos malos, peores y pésimos, de que el «primer gobierno democrático» es abiertamente antieuropeo y antiatlántico.

Las declaraciones durante la última comparecencia del primer ministro técnico Krivokapic en Sofía son tan vergonzosas que citar sus «definiciones» de la guerra en Ucrania sería doloroso. «Transferencia de la vergüenza», como se llama en la actualidad. Si no hubiera discursos y declaraciones claras y responsables del presidente Djukanovic, las comunicaciones oficiales montenegrinas referentes a la agresión rusa contra Ucrania se reducirían a flojas declaraciones sobre unirse a la comunidad euroatlántica, ¿por qué «tenemos que unirnos» a ellos?

Es por esto que el eslogan de la pancarta de Cetiña (como, a fin de cuentas, todos los mensajes enviados por activistas y ciudadanos de Montenegro, en muchas de nuestras ciudades, a Ucrania y al mundo, junto con las declaraciones y puntos de vista de los partidos y políticos cívicos) es evidencia de que Montenegro comprendió correctamente lo que estaba pasando en Ucrania.

Esa parte del espectro político de nuestro país (junto con, no debemos olvidar, la Iglesia de Serbia y sus representantes en Montenegro), que odia la independencia de Montenegro así como que seamos miembros de la Alianza, continúa en las posturas en las que estaban cuando se produjeron «nuestros Gernikas» –tanto históricamente, los que se produjeron entre 1918 y 1921 (ocupación serbia de Montenegro), como, ya en los tiempos modernos, los acontecidos en las trágicas guerras yugoslavas de los años 90–. Las divisiones políticas en Montenegro, por tanto, siguen una línea que históricamente se remonta a tragedias y crímenes, desde nacionales y cercanos hasta geográficamente distantes, pero comunes por su verdadera naturaleza y por nuestro interés por no relativizarlos ni trivializarlos y no permitir que se incluyan en una falsa narrativa sobre la necesidad de la llamada «reconciliación nacional». No existe ninguna reconciliación con las teorías y políticas de apoyo al y apología del crimen, ni debería haberla.

Es por esto que estoy especialmente encantado, y es una bonita coincidencia, de que en estos días, como resultado de una idea conjunta nuestra de noviembre del año pasado y como regalo de mi amigo vasco Mikel Burzako, se plantará en Cetiña un joven árbol de Gernika (Gernikako Arbola), que es un mundialmente famoso símbolo de libertad.

Espero que llegue pronto el día en que nuestros amigos ucranianos nos traigan una muestra de un árbol de Mariúpol, que también tendrá un lugar en Cetiña, justo al lado del árbol de Gernika. Pediremos a nuestro amigo, el embajador Oleksandr Levchenko, diplomático ucraniano, que haga eso.

Porque Mariúpol es la nueva Gernika, y Cetiña y Montenegro aman y respetan la libertad.

(*) Miodrag Vlahocic es el  autor de este trabajo, que acaba de visitar Euzkadi; fue actor clave en la independencia de Montenegro y primer ministro de Asuntos Exteriores de la nación, y posteriormente embajador en los Estados Unidos y la Santa Sede. Ha publicado este artículo en periódicos de Montenegro y Ucrania