Sábado 18 de julio de 2020

Víctor Manuel Arbeloa es una personalidad navarra muy conocida. Escritor, historiador y político fue presidente del Parlamento de Navarra, senador y europarlamentario en representación del PSN.
Me ha enviado este artículo en el que analiza los resultados electorales y hace consideraciones de interés en relación con UPN, el PSE y el PP. Son sus puntos de vista que conviene conocer.
Dice así:
“No son tan diferentes los resultados en las dos Comunidades Autónomas: triunfo en las dos del regionalismo-nacionalismo y retroceso o desaparición de partidos mal avenidos, peleados entre sí, de ideología confusa, o de los que, más que propuestas realistas, acordes con el bienestar comunitario, lo fían todo a credos abstractos cuando no a arremeter contra el regionalismo-nacionalismo y contra los dirigentes de una sociedad próspera y satisfecha de sí misma.
El PP gallego, herencia de Fraga, es un partido regionalista intenso, galleguista; algunos podrían decir, incluso, nacionalista normal, templado, no étnico y menos exacerbado, muy compatible con su españolidad. Sus líderes hablan habitualmente gallego, sienten, viven sin disimulo el amor a su patria gallega. No hay partido en Galicia que se avergüence de eso. El galleguismo es patrimonio común de todos ellos. Por eso las pocas voces de Ciudadanos y de Vox suenan a falso, están de más. Enfrentar allí el constitucionalismo español al galleguismo es una rareza, un sinsentido, un fuera de juego.
Tiene poco que ver con el PP de Euzkadi, donde el nacionalismo vasco, en su origen independentista, y después muy dividido y variado en sus aspiraciones y comportamientos, encarnado en el Partido Nacionalista Vasco y en la Comunión Nacionalista Vasca ha sido la fuerza hegemónica desde los años treinta, una vez dominada la Vizcaya vascófona, las Encartaciones y la mayoría de Guipúzcoa. A medida que el nacionalismo vasco avanzaba, hasta dominar, en nuestros días, Álava, su capital Vitoria y la Rioja alavesa, fueron retrocediendo el carlismo, un día hegemónico fuera de las tres capìtales, y los partidos nacionales Liberal y Conservador. El PP actual de Euskadi no ha sabido recoger la herencia foral y vasquista del carlismo, la de los Azkue, Urquijo, Pérez Arregui, Elorza… y apenas si evoca el legado de los partidos dinásticos españoles, unas veces más liberal, y otras, más conservador. Rara vez oiremos efusiones patrióticas vascas en dirigentes del PP o del PSE, de modo que todo el inmenso mundo de los símbolos, de la tradición, de eso que ahora se llama identidad, queda como patrimonio casi exclusivo del PNV y de su penúltima escisión, que en este momento se llama Bildu, con quien se reparte la hegemonía en los ayuntamientos, Juntas, Diputaciones, y hasta en el Congreso de los Diputados.
Sé de sobra y no soy sospechoso de callármelo, lo que ha significado el independentismo criminal de ETA y sus muchos brazos, que impide comparar Euskadi con cualquier otra Comunidad española. Y no ignoro las debilidades, las cobardías y las graves responsabilidades del PNV en esa siniestra historia, tan graves, que les ha obligado a pedir repetidamente perdón, especialmente en el mandato moderado de Imaz y Urkullu. Pero ni siquiera eso borra lo dicho en el apartado anterior ni tampoco el éxito del PNV en la gestión de su País. He recorrido todas las zonas de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, y he entendido allí, sobre el terreno, y no en los periódicos, ni tampoco en los discursos del abstracto constitucionalismo de sus adversarios, la razón de sus continuos triunfos electorales. Y es que a los partidos triunfadores sólo se les gana en un terreno: en el de las elecciones, no en campañas políticas declamatorias, no en la constante denuncia de sus historias pasadas, no con burlas, chistes, o coléricos dramatismos…, sino con votos.
Ningún abstracto constitucionalismo triunfará nunca enfrentándose a tontas y a locas, a troche y moche, contra el amor a un país, a una lengua, a una tradición, a unos avances ciertos de prosperidad. Flaco favor al constitucionalismo, a España, a la Comunidad Europea. Vean, pues, y aprendan UPN y PSN, que hace décadas han abandonado la Navarra del Norte, del Nordeste y del Noroeste, cuando no otras zonas más interiores, qué futuro les aguarda, si no comulgan con las íntimas aspiraciones de la gente (convertida ahora en la fría ciudadanía). Lo que a un aspirante a la alcaldía de Arano, de Artazu o de Barillas se le exige, en cuanto a su conocimiento y amor a su pueblo, ¿no podremos exigirlo a quienes quieren ser parlamentarios, consejeros, diputados, senadores, diputados europeos? ¿También ellos apelan solo a la razón (lo que ellos llaman razón), a solos derechos y deberes, a solo normas, decretos, leyes, artículos constitucionales? ¿Es que no existe para ellos un país entrañable, una patria querida, una tradición común, una comunidad de intereses y de afectos, una Navarra, una España, una Europa, a las que entregar el alma y servirles con todas sus veras?”



