Jueves 18 de junio de 2020

Me da que cuando algunos superprogres de la IA vean esta foto del matrimonio Ardanza con el presidente de los Estados Unidos se escandalizarán por haber sido Reagan un presidente del partido republicano y muy de derechas. No más que Donald Trump a quien los de Bildu le enviaron un telegrama de felicitación cuando le ganó las elecciones a Hillary Clinton. Empate.
El hecho de que al Lehendakari le recibiera el presidente de los Estados Unidos no es algo baladí y más de uno hubiera asesinado a su señora madre por algo parecido pero el mérito de esa instantánea se debe fundamentalmente a una colectividad como la vasca que siendo escasísima en número siempre tiene personas influyentes que serán lo que sean pero no olvidan sus orígenes.
Y traigo esto a colación ante la petición de información sobre lo que publiqué ayer en relación con el monumento al Pastor Vasco cuya estatua con su perro se encuentra ahora en la Universidad de Nevada y que fue una iniciativa de John Ascuaga ante la interpretación que hizo Néstor Basterretxea de esta figura tan importante en el Oeste norteamericano. Muchos pastores no se vieron representados por el arte de Basterretxea y así se lo manifestaron. ”Hases cosas en abstracto, pero cobras en concreto y además sin perro” llegaron a decirle.
Pero vayamos a la historia de los vascos en USA.
Cuando el nuevo territorio fue abierto a la colonización, dominaban la marina mercante llevando en sus bodegas toda serie de artículos para las nuevas colonias.
En el momento en que la noticia del descubrimiento del oro en California (1849) se conoció, los vascos afincados en Chile, Argentina y México no tardaron en acudir en busca del tesoro.
Vascos como Juan Ordoqui llegaban con la idea de hacerse ricos y regresar triunfantes a casa, y así lo hizo, casándose poco después y adquiriendo una caserío en su pueblo , pero su ambición le hizo regresar y compró un rancho. Para hacer frente a los problemas de llevar un ancho al estilo norteamericano (con mucho trabajo y pocos trabajadores) se buscaba ayuda en el pueblo natal. Así la oportunidad de trabajar en América atrajo a otros muchos que como Ordoqui habían llegado con la pretensión de trabajar un par de años y volver. Los recién llegados comenzaban a trabajar para sus familias. Al cabo de dos o tres años tenían su propio ganado, y más adelante, con dólares en el banco, vendían el ganado y se marchaban con todos sus ahorros.
Esta actitud de no integración causaba la ira de los norteamericanos porque gran parte de los vascos no compraban tierras y eludían pagar impuestos.
Pocos años más tarde el gobierno endureció su postura exigiendo permisos de trabajo y residencia, o posesión de tierras. Muchos de ellos volvían desilusionados pero los que pudieron compraron tierras o se emplearon en empresas norteamericanas. Entre los que se marcharon se encontraba Jean Esponda, pionero de la comunidad vasca en Buffalo (Wyoming), pero como Ordoqui el continente americano se había convertido en una nueva patria y volvió. Conoció al dueño del rancho más grande de Wyoming y le contrató como pastor. Diez años más tarde construiría otro rancho todavía más grande que el que había dejado.
Treinta y cuatro de las treinta y nueve familia que vivían en Buffalo pueden encontrar a sus antepasados entre los antiguos pastores de Esponda.
Las tradiciones vascas
El conservadurismo que manifiestan los vascos en áreas como la política se demuestra también en la defensa de sus tradiciones. Esta tradición festiva de los vascos no se ha perdido. Cada verano cuando se baja el ganado de las montañas para presentarlo en el mercado, se celebran fiestas en lugares como Elko, Ely, Winnemucca y Reno, en Nevada; Boise, en ldaho, Buffalo, en Wyoming; o Chino Valley, Bakersfield, los Baños y San Francisco, en California. Están abiertas al público y se organizan partidos, conciertos, concursos de levantamiento de pesos y cortadores de troncos, etc.Este año tocaba en Idaho y se ha pospuesto al año que viene.
Las fiestas son organizadas por los clubs vascos de cada pueblo que están dirigidos por los descendientes de aquellos emigrantes y coordinados por la «North American Basque Organization» (NABO). Esta organización se fundó en 1973 para facilitar la comunicación entre las diseminadas comunidades vascas del oeste y frente a la dispersión cultural.
Sucedía que descendientes de vascos, aunque se reconocieran como tales, no sabían exactamente la definición de la palabra. Los padres, para garantizar al máximo, las posibilidades de integración en la sociedad americana, enseñaban a sus hijos inglés antes que euskera y, faltando la tradición literaria, no tenían los medios de instruirles en la historia de la civilización vasca. Hoy en día a través de viajes a Euzkadi, becas, y su esfuerzo organizador, la NABO, la Universidad de Nevada, los trabajos de William Douglas, de Xabier Irujo, y aún más los clubs de Boise, San Francisco y Reno ayudan a la divulgación de la cultura vasca entre las generaciones norteaamericanas y el público en general. La pujanza de la situación actual, tanto económica, como social ha cambiado considerablemente y hoy es una realidad en alza.
Apellidos vascos
John Ascuaga, era un empresario que de Reno, Nevada, construyó un casino de treinta y siete pisos y cientos de metros cuadrados, en buena parte, con dinero prestado por bancos estadounidenses gracias a su nombre vasco.
«Mis recuerdos favoritos son de Navidad —decía Ascuaga—. Mi madre preparaba una comida especial mientras mi padre recogía a todos los pastores y los llevaba a casa. Aprendí euskera escuchando sus conversaciones, que duraban hasta la madrugada».
John Ascuaga fue miembro del partido Republicano. Y votaba por Reagan. Al contrario que en Latinoamérica, donde los refugiados políticos tradicionalmente han encontrado asilo y éxito en la vida profesional (debido en mayor parte a su educación universitaria y posición social) los pastores vascos en USA, la mayoría procedentes de zonas rurales con escasa escolaridad, sólo conocían la necesidad, el trabajo y el dinero como recompensa, por lo tanto ésas son las ideas que defienden. Había un poco de todo, como Jon Bilbao y otros intelectuales.
Relativamente pocos vascos norteamericanos entran en la vida política y, debido a sus condicionamientos laborales y educativos, del lado conservador. Pero también del demócrata como el hasta hace poco alcalde de Boise D avid Bieter y otros representantes, como John Garamendi premio Sabino Arana.
Pete Cenarrusa fue el secretario de Estado de ldaho, y conservó el rancho de sus padres —pastores bizkainos. Las oficinas del Departamento de Estado estaban decoradas con una curiosa mezcla de banderas del Athletic de Bilbao, fotos de Pete con Reagan y una escultura de un vasco encadenado con mordaza hecha por EGI en Caracas. Pete tuvo un papel fundamental en la denuncia a Franco por el juicio de Burgos trabajando mano a mano con el Delegado del Gobierno Vasco, Periko Beitia.
Paul Laxalt, senador por Nevada, fue quien tuvo el importante encargo de nombrar a Reagan como candidato a la reelección para la presidencia en la convención republicana celebrada en momentos de gran poderío republicano. Sus padres llegaron a Idaho desde Iparralde y tenían hotel en Carson City, Nevada, enfrente del Capitolio del Estado. Fue en el restaurante del hotel donde conoció a los políticos y llegó a senador y a dirigir la campaña de Reagan. Su hermano Robert escribió la historial familiar y visitó varias veces Euzkadi.
Bueno, pues ya está este breve apunte sobre la foto del pastor Vasco y de esta foto.

