Domingo
1 de marzo de 2020
Este trabajo, con estas fotografías y este
texto, de Antonio Ruiz Valdivia salió este fin de semana en El HuffPost
Esta es la
imbatible fórmula de los nacionalistas vascos que aspiran a conseguir todavía
más escaños el 5-A.
FLICKR
/ PNVUrkullu
El PNV funciona como un reloj suizo. Pura
precisión electoral. Ya tiene preparada toda la maquinaria para volver a ser la
indiscutible primera formación en el País Vasco el próximo 5 de abril. Y con un
objetivo que le auguran las encuestas: superar los actuales 29 parlamentarios.
La fórmula de la Coca-Cola peneuvista sigue funcionando en las urnas cuarenta
años después.
En
todas las elecciones autonómicas el PNV se ha impuesto en número de votos a sus
competidores. Sólo en 1986 el PSOE vasco logró más escaños, pero no papeletas y
los nacionalistas lograron retener la Lehendakaritza. La única legislatura en
blanco de poder fue entre 2009 y 2012, cuando un pacto entre PSOE y PP hizo
presidente a Patxi López en unas circunstancias muy especiales. Aun así,
en aquella cita también se impusieron en las urnas los peneuvistas.
¿Y cómo
se consigue eso? ¿Qué hace el PNV para ser ese torpedo electoral? ¿Por qué
nadie logra el sorpasso? Una mezcla de factores se amontonan detrás de
estas preguntas: haber logrado que se identifique Euskadi con sus siglas, el
mito de la buena gestión, los logros gracias a los acuerdos con los sucesivos
Gobiernos en Madrid, la imagen de partido serio con toques cristianos pero a la
vez muy sensible con los temas sociales, la incompatibilidad de la izquierda,
el significado de derecha española que tiene el PP, un electorado más
conservador de lo que se imaginan fuera de la autonomía…
¿Qué vende
el PNV?
El PNV,
según fuentes de la dirección consultadas por El HuffPost, llega otra
vez con grandes perspectivas a las urnas: “Acudimos con un balance de
legislatura más que satisfactorio y con estabilidad política, no como en
Cataluña”. Con el orgullo de haber logrado pactos durante estos años: “Hemos
aprobado tres presupuestos, sólo uno se prorrogó”. “Acuerdos que demanda la
sociedad vasca”, señalan desde el partido, que pone en valor que se ha podido
entender el Gobierno de coalición PNV-PSE en algunos asuntos con Podemos y en
otros con el PP.
Getty
ImagesUrkullu
durante la noche electoral del 10-N
Iñigo
Urkullu sale
al ring electoral también vendiendo, añaden las fuentes, que se ha cumplido
“con creces” el gran objetivo que se vendió en la anterior campaña: concluir la
legislatura con el paro por debajo del diez por ciento. Con el “colofón” del
acuerdo con el Gobierno central del “cronograma” para cumplir con el Estatuto
de Gernika: “Una reclamación de todos los vascos, no sólo de los votantes del
PNV”.
Eso sí,
han tenido el sobresalto en las últimas semanas del derrumbe del vertedero de
Zaldibar (Bizkaia). “Confiamos en que los ciudadanos sepan valorar en su justa
manera la gestión que ha hecho el Gobierno”, comentan fuentes del PNV, que
dicen que son conscientes de que algunos partidos políticos quieren hacer
oposición con este tema y utilizarlo electoralmente.
El PNV ha
logrado identificar sus siglas con Euskadi y logra ser un voto utilitarista no
sólo para los nacionalistas
Así
encara Urkullu estas elecciones. ¿Y por qué son siempre
los primeros? Desde la dirección del PNV dicen: “Primero, tenemos 125 años de
vida. Por lo tanto, es el partido que lleva más tiempo y tiene muy a gala estar
pegado a la sociedad”. “Estamos en la calle, nuestra actividad política se
articula en torno a los batzokis, las sedes del partido, donde se juntan
los afiliados en cada pueblo. Tiene su espacio de hostelería, su sala para
asambleas y reuniones, iniciativas culturales, talleres para los ciudadanos”,
indican.
Por eso, el PNV no necesita hacer grandes estudios
demoscópicos, apostillan. A lo que hay que sumar su fuerte implantación
municipal: “Esto te marca la posición de la sociedad”. Desde la dirección ponen
este ejemplo: “Hace cuarenta años el PNV no habría apoyado una ley del aborto
como la de ahora, pero evoluciona como la sociedad vasca”. “Hay gente que dice
que más que un partido es un movimiento, eso puede explicar lo que sucede”,
agregan.
WIKIPEDIA
COMMONSBatzoki de
Muskiz (Vizcaya)
Otro
factor que pone el valor el PNV es “que se ha demostrado eficacia en la
gestión”. Esa máxima de que lo que puedan gestionar desde allí funcionará
mejor. “Pero lo tenemos que hacer siempre con el acuerdo de Madrid, no desde la
ruptura”, señalan. Ahondan las fuentes: “No renunciamos a lo que somos, un
partido nacionalista que aspira a la construcción de un Estado vasco, pero
somos conscientes de que estamos dentro de un ordenamiento jurídico, de Europa
y que tampoco existe una mayoría absolutísima o rotunda”.
La
gente, entienden en el PNV, precisamente valora eso: “Y más en este tiempo, que
existe tanto ruido en otros puntos del Estado como en Cataluña. Los ciudadanos
de Euskadi, después de los años tan duros de ETA, necesitan un poco de reposo,
calma y tranquilidad. Proporcionamos esa certeza y esa seguridad”.
El PNV se
presenta como calma y tranquilidad tras los duros años de ETA y la situación de
Cataluña
En este
contexto encaja muy bien precisamente la figura del lehendakari y candidato a
las elecciones vascas, Iñigo
Urkullu, según
explica Rafael
Leonisio, profesor
de Políticas de la UNED y antiguo miembro del equipo del Euskobarómetro. “Es el
tipo de dirigente gris, aburrido, soso, serio, sin aspavientos, que gestiona
bien. No quiere teatro, no es farandulero ni populista. Eso no casa con la
idiosincrasia vasca”, reflexiona. Ese corte parecido al portavoz del PNV en el
Congreso, Aitor Esteban. “Ese esquema, de señor serio de Bilbao, sin
zarandajas, al que le comprarías un coche de segunda mano”, subraya.
En la
balanza, continúa Leonisio, al PNV le beneficia que no ha habido una
alternativa muy clara, “tiene muchos militantes y ha creado también una red
clientelar con personas a las que le va en ello su trabajo”. Se agrega la idea
de un partido “conseguidor”: sus escaños influyen en Madrid, consiguen cosas,
han pactado con González, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez. “Tiene ese voto
utilitarista”, añade este experto en política vasca.
Europa
Press News via Getty ImagesPedro Sánchez, Andoni Ortuzar, José Luis Ábalos, Idoia Mendia y Aitor
Esteban
Asimismo,
explica que la sociedad vasca es más conservadora que la imagen que se
proyecta: “No quiere mucho cambio, está contenta con el
PNV y
sigue votando”. “Aun siendo nacionalista, más que a Junts per Catalunya, se
parece al PP gallego, es como muy de aquí, de defender la tierra, lo que le
permite tener votantes que no son abertzales. Hay gente no nacionalista que les
vota, electores medios del PP. Otra cosa es qué pasaría con ellos si se
volviera a una época más estilo Ibarretxe”, agrega Leonisio.
Respecto
a otros de los mitos, el politólogo considera que sí ha habido también mala
gestión y corrupción como el caso De Miguel. Pero, en su opinión, logran vender que
“es menos corrupción que la del PP o la del PSOE, tienen ese aura de limpieza y
no tiene costes para ellos. Siguen vendiendo la moto de que no hay corrupción”.
Urkullu es
un líder gris y serio al que no le gustan los teatros y los aspavientos
El único
periodo en el que el PNV no gobernó, a pesar de ser el más votado, fue el
comprendido entre 2009 y 2012, cuando el socialista Patxi López logró la
mayoría sumando en la investidura los escaños del Partido Popular. Pero fueron
unas circunstancias muy especiales, ya que la izquierda abertzale fue
ilegalizada por la ley de Partidos. Para el PNV se alteró entonces la
aritmética habitual del Parlamento de Vitoria: entonces sumaron socialistas y
populares 38 asientos, mientras que actualmente solo tienen 18.
Pocas
personas saben más de las tripas del nacionalismo vasco que su exportavoz en el
Congreso Iñaki
Anasagasti: “El PNV
tiene
125 años de historia, ha pasado todo tipo de vicisitudes. Es algo más que un
partido, es una especie de microcosmos. Nace con Sabino Arana, la voz que se
alza, crea la ikurriña”.
Ahora es
aconfensional, pero su raíz cristiana conecta con la sociedad vasca
“El partido ideológicamente ha sido
confesional, aunque ahora no. Pero ha estado adscrito al sociocristianismo,
tratar de compatibilizar ese cristianismo con una inquietud social”, retrata
para dibujar ese éxito. A lo que sigue: “No nos ha importado pactar con los
llamados rojos. Cuando te dicen que somos un partido de derechas… No es esto,
es otra cosa”. En esos puntos a favor, continúa, está “la bandera social”: un partido
que pone en marcha la renta de garantía de ingresos, por ejemplo. “Conecta muy
bien -prosigue- con ese telón de fondo de la religión católica”. Apuntilla: “Es
decir, Sabino Arana, cuando creó el PNV, tuvo muy claro que tenía que ir contra
el carlismo pero con el crucifijo por delante”.
EFEAndoni Ortuzar en un acto con la
imagen de Sabino Arana al fondo
Hay
gente, señala en su análisis, que en los últimos tiempos ha cogido su papeleta
sin ser nacionalista por el tema de la gestión: “No es un oasis, pero no hay
escándalos vinculados al partido, sino a personas”. Luego están, comenta
Anasagasti “los
clichés de Madrid”: “Dicen que somos católicos, de derechas y racistas. ¡De eso
nada!”. “Después del drama y la tensión que ocasionó ETA, con un PP que no
defiende los intereses de Euskadi y un PSOE que está ahí, pues eso hace que la
fórmula sea como la Coca Cola, no sabemos el brebaje pero la gente la consume”.
Vende buena
gestión y no ha tenido nunca una alternativa fuerte
Según
Anasagasti, en otros partidos la última palabra viene desde Madrid. “Pues les
quita legitimidad”, reflexiona. Continúa de esta manera su radiografía: “Bildu
también tiene la ilegitimidad de que en este momento quiere blanquear su
pasado, todavía la gente no se lo cree, ve a Otegi”.
Fuera y
dentro. El PNV también cuenta con un modelo propio de
organización bicéfalo: el líder del partido no es el candidato a las elecciones
y luego lehendakari. Ahora mismo la tarta se la reparten Andoni Ortuzar e Iñigo
Urkullu: “Esa
fórmula permite al partido mantener sus criterios y al Gobierno, gobernar”,
consagra Anasagasti. Eso es “acertado”, pero depende “de las
ambiciones” de cada uno. Rememora tiempos pasados al hilo: “El partido se
dividió con Garaikoetxea
y Arzaulluz.
Funciona si se llevan bien o se respetan. Urkullu y Ortuzar se respetan”.
Pool
via Getty ImagesImagen de
archivo de Anasagasti junto a Alfredo Pérez Rubalcaba
Si en
las elecciones vascas siempre gana el PNV, en 2016 se encontraron en las generales
con la sorpresa de que Unidas Podemos les superó por primera vez. Una
tendencia, no obstante, que no se ha repetido en las dos citas del año pasado.
¿Por? Anasagasti contesta sobre los ‘morados’: “No son ni
carne ni pescado”. “No fue el efecto vasco, nadie sabía quiénes eran los
candidatos. Era por Pablo Iglesias, su irrupción ante los escándalos del PP y
el deterioro total. La gente dijo ‘vamos a regenerar España’. Siempre ha habido
un espacio para el PCE e IU, pero creo que se va a redimensionar”.
Su experiencia
vital también en el Congreso y en el Senado le sirve para dar otras pistas: “He
estado 30 años. De todo el elenco del PNV que ha pasado por Madrid, ninguno se
ha quedado. En cambio la máxima aspiración del PSOE, llámese Almunia, Benegas o
Madina, es descapitalizar su partido aquí. O el PP, Mayor Oreja o el último ha
sido Borja Sémper, se va a Madrid a vivir ricamente”.
Y en la
capital también se han ganado en algunos momentos la fama de ambiguos. Anasagasti responde: “No es así, hacemos política
aprovechando la coyuntura. Me hacía gracia cuando decían ‘aprenda de los
catalanes’. ¡Mira dónde han acabado!”
Euskadi
no es Cataluña. Y el PNV está preparado para volver a ganar.