Jueves 1 de mayo de 202
Apunté en el artículo del domingo en Deia sobre como la visita a Loiola, más bien una parada técnica, fue organizada por Eloy Unzalu. Previamente el Lehendakari Garaikoetxea me pidió lo hiciera pero en ese momento era parlamentario, no tenía los resortes del ejecutivo, y llevaba dos leyes. El caso es que le encargó el trabajo de coordinación a Eloy Unzalu, Delegado Territorial de Medio Ambiente del Gobierno Vasco.
Hizo todo ese trabajo de orfebrería que comprendían las relaciones con el Obispado con el gobierno central a través del gobernador civil, Pedro Aristegi que posteriormente murió en un atentado siendo embajador en Beirut, con los jesuitas de Loiola, y dentro de Eusko Jaurlaritza principalmente con el Departamento de Interior. Todo eso lo coordinó Eloy sin más ayuda que una secretaria zarauztarra, Epelde, un conductor magnífico, Felipe, un despacho en Donostia, un Seat con bastantes años que en una ocasión les dejó en la autopista a la altura de Ermua, buena voluntad y tira millas. Hoy eso requeriría una plataforma millonaria.
Fue una tarea descomunal que la hizo con toda su característica entrega, por lo que le suponía personalmente para aquella Euzkadi naciente en aquel momento, histórico.
Luego, como suele suceder Interior editó una memoria de la visita atribuyéndose todo el éxito, con tanta cortesía que ni le mencionaron, por eso lo hago yo ahora.
El Papa Juan Pablo II visitó Loiola el 6 de noviembre de 1982. Curiosamente no era jesuita y visitó Loiola y Francisco, siéndolo, no la ha visitado, aunque de cura lo hizo. Aquel era el primer viaje del papa polaco al estado español tras su proclamación. Le recibieron 280 ertzainas vestidos de rojo y con txapela (a ver si Zupiria retoma esa prenda) y que tuvieron en la visita una de sus primeras misiones. Pocos meses después asumieron las competencias de Tráfico y otras funciones.
No era fácil pues ETA estaba en plena orgía terrorista. Dos días antes había asesinado al general Víctor Lago de la División Acorazada Brunete. Así las cosas, los responsables consideraron suspender el viaje, aunque al final se decidió mantenerla, pero se cambió el lugar del aterrizaje del helicóptero a 200 metros del lugar señalado. Las autoridades y el Lehendakari Garaikoetxea tuvieron que llegar precipitadamente al lugar señalado, con el inevitable desconcierto. Pero no ocurrió nada.
En la explanada posterior a la Basílica el Papa celebró una misa ante unas 200.000 personas bajo los sones de la marcha de San Ignacio. De Loiola viajó a Javier.